Con 23 años ha hecho la Primera Comunión y la Confirmación
Era ateo y anticlerical, pero Dios se hizo presente en su vida en el Camino de Santiago y en Efetá
“Como joven de origen ateo, he vivido durante años siendo parte de un relato anticlerical que no se fundamentaba en ningún tipo de argumento demostrable, sino en auténticas generalidades llenas de odio y desconocimiento”. Es parte del testimonio de Marcos Martínez, un joven de 23 años que estudia Periodismo y que empezó a descubrir a Dios haciendo el Camino de Santiago, pero sobre todo haciendo el retiro Efetá, donde “jamás me había sentido tan querido, tan arropado, ni tan perdonado”. Y el hecho es que a pesar de haber nacido en una familia en la que se le han inculcado valores, no le han transmitido la fe. Marcos comparte cómo vivió su proceso de conversión y también cómo ha sido la toma de ciertas decisiones como la de recibir la Primera Comunión y la Confirmación.
Marcos tras su llegada a Santiago en 2018, al inicio de su conversión
- ¿Recuerdas la primera vez que te hablaron de Jesús siendo ya adulto?
- Sí, la recuerdo. Una muy buena amiga mía de la familia y educación católica me habló de Él. Recuerdo como se le iluminaba la cara al hacerlo, como me impactó esa alegría que yo, en aquel momento, no tenía. Desde entonces mi curiosidad por ese tal Jesús creció y, poco a poco sin darme cuenta, fui acercándome más a Él hasta lo que yo considero la fecha de mi conversión.
Desde entonces, soy exageradamente consciente de la importancia de nuestro ejemplo en los demás. Si no hubiera sido por ella, yo hoy no conocería a Jesús. Entendió cuál fue su misión, dejándose hacer por el Señor y acercándome a Él con su testimonio de amor.
- ¿Cómo fue tu encuentro con Cristo? ¿Qué es lo que más recuerdas de ese momento?
- Mi encuentro personal con Él fue en Effetá, un retiro espiritual dirigido a jóvenes, en marzo de 2020, justo una semana antes del confinamiento total.
» Ya en diciembre de 2018, haciendo el Camino de Santiago, sentí esa primera llamada. Dios sembró en mí el don de la fe, que me permitió entender que había un Dios que existía. Pero no fue hasta marzo en Effetá que entendí que no solo existía, sino que me amaba profundamente. En una de las actividades del retiro, a través de los demás, sentí una sensación muy difícil de explicar que solo los que hayan pasado por ella entenderán. Una paz inmensa me invadió, notando el abrazo de ese Dios con el que finalmente me había encontrado. Jamás me había sentido tan querido, tan arropado, ni tan perdonado. Fue lo que considero la fecha oficial de mi conversión, de mi encuentro frente a frente con Cristo crucificado por mí.
- ¿Cómo vivías el hecho de que tu familia no fuera creyente y tú hubieras tenido esta experiencia?
- Al principio fue muy difícil. Esto no va de votar a otro partido político, o de ser de un equipo de fútbol distinto, esto es una manera distinta de ver la vida, de entender su origen, su sentido, su destino, y eso trasciende mucho más que las cosas del mundo y, por tanto, crea más incertidumbre para los que te rodean.
» Aunque mis padres tienen una forma de ver la vida muy cercana a la de la Iglesia, con una moral bien definida que huye del relativismo actual, no terminan de entender cómo en Cristo he podido encontrar la respuesta a las preguntas de mi vida que durante un tiempo tanta paz me quitaron. Aun así, si algo han demostrado mis padres es su amor hacia mí, en multitud de gestos que evidencian que mientras yo sea feliz, ellos son felices, y allí está Dios; en el amor de unos padres muy alejados de Él, capaces de renunciar a sus creencias, o mejor dicho a su falta de ellas, por un único motivo: la felicidad de su hijo.
Marcos se funde en un abrazo con su padre, tras su confirmación
- ¿Cómo ha sido el proceso hasta ahora? ¿Qué personas te han acompañado?
- Muy gratificante. El Señor no ha parado de regalarme momentos y personas espectaculares en mi vida. Desde la formación, he podido seguir creciendo espiritualmente. De hecho, yo diría que este es el secreto: las ganas de seguir conociendo a Dios a través de la formación y de los sacramentos.
» Mis padres serían unas de las personas que más me han acompañado. Aunque como comenté anteriormente no son católicos y al principio les costó aceptarlo, sería injusto no decir que a día de hoy me acompañan sin fisuras en mi crecimiento espiritual. A través de su ejemplo como padres experimento a diario el amor del Padre y espero que ellos también a través de mí.
» También mis amigos de toda la vida, muy alejados de Dios, entendieron desde el principio mi conversión. Me atrevería a decir que a ninguno de ellos le sorprendió, teniendo en cuenta que desde siempre he sido alguien con muchas inquietudes espirituales que compartía con ellos. Ellos me acompañan a través de su aceptación y su falta de juicio.
» Y por último mi comunidad. En ella es donde más logro reconocerme como hijo de Dios, acompañado de mis nuevos amigos y de mi director espiritual, esenciales para mí en este momento de mi vida. Su testimonio de vida cristiana me ayuda a seguir a Dios, siempre acompañado.
- Hay adultos que no se han confirmado siendo adolescentes, y solo se preocupan cuando tienen que casarse… ¿Qué te ha llevado a tomar la decisión de confirmarte en este momento?
- Confiar en Dios. A través de la confianza en Él uno entiende lo que significan ciertos sacramentos y logra vivirlos con pasión. Recibir los dones del Espíritu Santo a través de la confirmación y cerrar mi proceso bautismal fue lo que me motivó a dar el paso. Hoy en día, desgraciadamente, está muy de moda vivir la fe “a nuestra medida”, crearnos un ambiente cómodo que vaya más a la par con el mundo, por lo que muchos parecen prescindir de la confirmación. Como bien indica su nombre, a mí me parece una oportunidad increíble para darle de nuevo otro sí enorme al Señor.
- ¿Qué ha supuesto todo este tiempo de preparación para el sacramento?
- La verdad que lo he disfrutado muchísimo. Tengo la suerte de ser una persona interesada en conocer, y la catequesis me ha ofrecido información sobre temas que creía conocer y no conocía. Al ser sesiones con otros adultos, incluso con un gran amigo mío con el que siempre mantengo charlas muy intensas, se daban debates y conversaciones muy enriquecedoras, en las que se hacía patente el motivo por el que todos y cada uno de nosotros estaba allí: queríamos empaparnos de la Palabra de Dios y de su inmenso amor.
Marcos Martínez con su padrino de confirmación, nuevo compañero en la fe
- Ante este paso, ¿cómo lo vivió tu entorno?
- Desde mi conversión no he parado. Gracias al don de la fe que se pide, y a mi interés por conocerle, que viene regalado y no crea ningún tipo de esfuerzo, ya decidí hace un año hacer mi primera comunión, por lo que mi ambiente no católico está más que familiarizado con este tipo de decisiones. Como dije anteriormente, ellos me apoyan activamente, y el que no lo hace, como mínimo me respeta y con eso para mí es más que suficiente.
- ¿Cómo viviste la celebración? ¿Qué fue lo que más te ayudó?
- Obviamente fue un día muy especial. Conseguí olvidarme de toda la preparación, algo no muy común en mí, y centrarme en la ceremonia y en recibir el sacramento.
» Si tuviera que decir la cosa que más me ayudó diría la compañía de mi familia y de mi comunidad, en especial la de mi padrino. Él es a día de hoy uno de mis mejores amigos, un chico de familia católica con una relación con Jesús envidiable. Su acompañamiento tanto como amigo como padrino sigue siendo a día de hoy inmejorable, y ese día se centró única y exclusivamente en mí, algo muy típico de él pero que a día de hoy sigue sorprendiéndome. Es una de las personas más serviciales que he conocido en su casa, en su relación de noviazgo y con todas y cada una de sus amistades.
- Y, ¿qué es lo que más te ha sorprendido en este conocer más a Cristo y a la Iglesia?
- Lo que más me ha sorprendido es la cantidad de desinformación que la sociedad vierte sobre ellos, en especial sobre la Iglesia. Como joven de origen ateo, he vivido durante años siendo parte de un relato anticlerical que no se fundamentaba en ningún tipo de argumento demostrable, sino en auténticas generalidades llenas de odio y desconocimiento. Las catequesis para la preparación de mi primera comunión y de mi confirmación, y la experiencia personal de mi relación cercana con la Iglesia, han hecho darme cuenta de lo muy equivocada que la sociedad está, y de lo mucho que desconoce la realidad de la Iglesia. Para ello, es importante no solo construir una sociedad con más criterio que la existente, sino que la Iglesia aprenda a “salir ahí fuera” y mostrar aún más si cabe todo lo bueno que tiene y hace. Aunque es algo complicado, porque no está llamada a publicitarse, es necesario encontrar la manera de trasladar lo mucho que la Iglesia hace a la opinión pública. Eso frenará en parte la ola anticlerical fundamentada en el desconocimiento y acercará a muchos curiosos que vean en la Iglesia un ejemplo de Bien, y de Verdad.
Marcos, junto a su comunidad de compañeros en la fe, en Barcelona
- ¿Cómo crees que va a cambiar tu vida a partir de ahora?
- Conocer a Dios te hace ver muchas cosas... entre ellas, te hace ver los muchos desórdenes que tienes en tu vida, que no son fruto más que de un deseo irrefrenable por Él, pero muy mal enfocado al no conocerle y comprar lo que la sociedad te vende. Por ello, mi vida sigue en un cambio permanente que exige renuncias de una vida anterior volcada al "placer por placer", pero que se dan ejerciendo la verdadera libertad de tender al Bien.
» Jesús, como a todo católico, me ha llamado a evangelizar, a hacer lío como dice el Papa Francisco, en especial a los más jóvenes alejados de su amor que buscan en lo más superficial del mundo la felicidad que sólo Dios puede ofrecer. Ese creo que ahora va a ser mi papel, junto a una comunidad estupenda como es la de Regnum Christi en Barcelona, centrada en ser apóstoles de Dios para anunciar su Palabra a los que más lo necesiten y acompañar a los recién llegados a la Iglesia.
- Como joven, ¿cómo crees que debe ser la relación con Jesús?
- Así como la relación con un amigo, o con un hermano, o con un padre, la relación debe ser fluida. Por tanto, para mí lo más importante es algo tan sencillo como la oración permanente y sincera con Él. Aunque aparentemente suene sencillo, no lo es. Abrir nuestro corazón en la oración hasta que duela, con pelos y señales, con todo tipo de detalles, sobre todo los que te cuesta que retumben en tu cabeza al pensarlos, eso, que Cristo ya sabe, es lo que busca que dejes en sus manos y que le expongas en la oración. Solo ese encuentro personal con Él nos hará crecer en la Fe y nos hará mantener viva nuestra relación con Dios.
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