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terça-feira, 4 de setembro de 2018

De judío ludópata a carmelita apóstol del Santísimo: Hermann Cohen, el pianista que fascinó a Liszt

El padre Agustín del Santísimo Sacramento, camino de los altares


El padre Agustín del Santísimo Sacramento, apóstol de la Adoración Nocturna: una conversión tumbativa, moral y religiosa, por medio de la Eucaristía



El de Hermann Cohen es un milagro de la gracia a través de la música y del Santísimo Sacramento, una conversión desde la belleza no solo a la fe, sino a la santidad. David Oldroyd-Bolt, escritor y pianista y joven valor del pensamiento conservador británico, afín al filósofo Roger Scruton, ha relatado en Catholic Herald la historia de este judío escéptico adicto al juego que murió como sacerdote carmelita y predicó a multitudes por toda Europa:
El pianista prodigio que se convirtió en defensor de la Eucaristía
Las vidas de los santos están repletas de historias de célebres pecadores que se convirtieron en figuras ejemplares del catolicismo. Sin embargo, pocas son tan inusuales como la historia del judío Hermann Cohen, pianista prodigioso y adicto al juego que se convirtió en defensor de la Eucaristía y que fomentó la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento.
Nacido en Hamburgo el 10 de noviembre de 1821 en una rica familia judía, Cohen era un niño prodigio, como lo fue Liszt. Un año después de empezar a tocar el piano era capaz de improvisar arias populares, ante el asombro de todos. En poco tiempo estaba dando conciertos de manera regular. Mimado y adorado por su madre, se convirtió, según él mismo describió, "en el tirano de la familia".
Cohen tuvo tanto éxito que en julio de 1834 su madre le llevó a París, donde buscó a un profesor para su hijo entre los grandes pianistas de la época. Se lo pidió a Liszt en persona. Liszt tenía entonces 22 años, estaba en la cúspide de su relación escandalosa con la condesa Marie d'Agoult y era el preferido del ambiente musical de París. Se quedó lo suficientemente impresionado por Cohen como para aceptarlo inmediatamente como alumno. Pronto, los dos fueron inseparables.
Hermann Cohen, a los 12 años. La imagen le cita como discípulo de Franz Liszt en París en 1833, pero su biógrafo Timothy Tierney establece el verano de 1834 como fecha de su llegada a la capital francesa, y el otoño como el momento de su encuentro con el maestro austriaco.
El joven Hermann era conocido como Puzzi, un apodo que le dio Liszt imitando su propio apodo Putzig ("lindo compañero"). Una prueba evidente del enorme talento de Puzzi fue que en 1835 [14 años] se convirtió en profesor del recién creado Conservatorio de Ginebra, por expresa recomendación de Liszt – aunque una pista de su naturaleza problemática la podemos encontrar en la carta que Liszt envió, en la que escribió "respondo de su talento y moralidad".
Más tarde Cohen escribió: "Con doce años sabía demasiado, y este conocimiento fue fatal para mi alma". Creo que hace referencia a su severa adicción al juego, que le llevó al borde de la ruina. El 7 de diciembre de 1841, Liszt escribió a Mme d'Agoult: "Me ha quedado claro que Hermann me ha robado 1500 francos en el primer concierto y casi la misma cifra en el segundo". En febrero de 1844, escribe: "Tengo que cortar por lo sano con ese miserable". En marzo de 1840 Liszt tuvo que ayudar a Cohen a salir de apuros pagando todas sus deudas de juego. Cohen no escondía su problema. Es interesante, sin embargo, que en el testimonio que escribió como confesión completa antes de entrar en el Carmelo en 1849, Cohen se mantuvo firme en que nunca robó a Liszt.
La explicación más probable a este respecto es que Mme d'Agoult, celosa de la amistad de Cohen con Liszt y preocupada de que el primero fuera una sangría económica para el segundo, organizó el robo para que todo apuntara a Cohen.
Los años sucesivos Cohen los pasó en un deprimente frenesí de juego, conciertos cada vez peores y deudas imposibles de pagar. Entonces, un viernes de mayo de 1847, Cohen recibió el encargo de dirigir el coro de la iglesia de Saint-Valère. Según narra en sus memorias, "cuando llegó el momento de la bendición del Santísimo Sacramento, sentí una inquietud inexplicable. Contra mi propia voluntad, algo me llevó a inclinarme hacia el suelo. Al volver el viernes sucesivo, me sentí sobrecogido de la misma manera y, de repente, surgió dentro de mí la idea de convertirme al catolicismo". El 7 de agosto de ese año, mientras estaba en Ems (Alemania), para dar un concierto, durante la misa empezó a derramar lágrimas y "de repente, empecé a hacer dentro de mí una confesión general y rápida a Dios de todas mis enormes fechorías". En cuanto volvió a París buscó al padre Ratisbonne, otro judío converso, y el 28 de agosto fue bautizado en la capilla del convento de Nuestra Señora de Sión.
Cohen pasó los dos años siguientes dando conciertos para pagar sus deudas [pincha aquí para una relación de sus obras], ya que se le había prohibido tomar las sagradas órdenes hasta que lo hubiera hecho. Tras su último y triunfal concierto en París, exclamó: "¡He acabado con el mundo para siempre! ¡Con qué felicidad, después de la última nota, me he inclinado para despedirme de él!".
Fue durante el tiempo que utilizó para discernir su vocación cuando Cohen popularizó la práctica de la devoción nocturna a la exposición del Santísimo Sacramento. Siguiendo el consejo de varios sacerdotes, Cohen decidió postularse como carmelita descalzo. Hizo su noviciado en el convento de Le Broussey, cerca de Burdeos, donde recibió los hábitos el 6 de octubre de 1849 (festividad del Santo Rosario) e hizo la profesión religiosa el 7 de octubre de 1850.
Cohen, que pasó a llamarse padre Agustín María del Santísimo Sacramento, pasó una década viajando por Europa occidental y predicando a multitudes de miles de personas. Liszt y Cohen se reconciliaron en 1862 durante una visita a Roma y fueron amigos hasta el final. A petición del cardenal Wiseman, el Papa Pío IX le encomendó al padre Cohen "la conversión de Inglaterra, igual que uno de mis predecesores hizo con el monje Agustín". El 15 de octubre de 1863, junto a varios carmelitas franceses, se trasladó a una casa en Kensington. Ese año, por primera vez desde la Reforma, un novicio inglés tomó los hábitos.
Durante la guerra franco-prusiana, el padre Agustín María llevó a cabo su ministerio en la cárcel de Spandau, donde había 5.000 prisioneros franceses. La viruela estaba muy extendida en la cárcel y mientras administraba la extrema unción a dos hombres sin la espátula, contrajo la enfermedad.
Una espátula que usaban los caballeros de la Orden Hospitalaria de San Juan para la administración de los últimos sacramentos. Imagen: Abbey Museum de Arte y Arqueología.
El 19 de enero de 1871, se confesó por última vez, recibió la comunión y pronunció sus últimas palabras: "Ahora, oh Dios mío, entrego mi alma en tus manos". Murió en paz al día siguiente.
La causa de beatificación del padre Cohen fue iniciada el 19 de enero de 2016 por monseñor Jean-Pierre Ricard, arzobispo de Burdeos y Bazas.
Traducción de Elena Faccia Serrano.

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