Rusia retiene a dos sacerdotes y no hay curas católicos en las zonas que ocupó
La guerra de Ucrania está a punto de cumplir un año y no cesan los combates. Según datos de finales de enero de 2023, Naciones Unidas contabilizaba 7.100 civiles fallecidos y 11.500 heridos a causa de la guerra. Entre los civiles fallecidos hay al menos 1.905 mujeres, 225 niños y 180 niñas.
Ayuda a la Iglesia Necesitada, que trabaja en Ucrania desde la Caída del Muro de Berlín, organizó este miércoles un encuentro online de periodistas y responsables europeos de esta fundación pontifica con el Nuncio del Papa en Ucrania, Visvaldas Kulbokas (que llegó al país poco antes de empezar la guerra) y con el arzobispo mayor de los grecocatólicos ucranianos, Sviatoslav Shevchuk.
Ambos clérigos explicaron la situación de la Iglesia y del país, incluso dando datos sobre temas "delicados" como la recuperación de rehenes, la diplomacia papal o el trato con los cristianos "al otro lado" del frente.
ACN dedicó 10 millones de euros a Ucrania
Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), explicó que a lo largo de este año de guerra esta organización ha destinado 10 millones de euros a ayudar a los clérigos y comunidades católicas en Ucrania a través de 300 proyectos. Ha sido el país que ha recibido más ayuda de la fundación este año.
Un informe de ACN detalla que, al empezar la guerra, destinó 1,3 millones a todas las diócesis y eparquías (diócesis de rito griego) del país, sobre todo con ayuda de emergencia. En una segunda fase, se destinaron más de 8,2 millones de euros a lo largo del año. Eso incluyó:
La Iglesia no sólo sobrevive: sirve y da esperanza al pueblo
Ucrania es uno de los pocos países donde al pasar los años hay más creyentes: en el año 2000 se declaraban creyentes un 60% de los ucranianos; en 2016 eran un 70%. Un sondeo del centro Razumkov de 2016 detectaba un 90% de creyentes en las zonas que pertenecieron al antiguo Imperio Austro-Húngaro, cerca de Polonia y Hungría. En cambio, en el Dombás, el Este, con ciudades industriales creadas de la nada por los soviéticos y pobladas por trabajadores traídos de Rusia, los creyentes solo eran un 57%. En general, de cada 10 ucranianos 6 serían ortodoxos y 1 sería católico (la mayoría de rito griego).
"Queremos ser la voz de un pueblo que sufre. Después de un año de plena invasión rusa, no sólo sobrevivimos [los católicos] sino que servimos, con solidaridad cristiana, gracias a mucha gente buena del mundo que nos ayuda con su generosidad", explicó Shevchuk, que como superior de 5 milllones de ucranianos grecocatólicos pastorea la mayor de las Iglesias católicas de rito oriental.
Detalló que la situación humanitaria se degrada, con 16 millones de ucranianos fuera de sus casas, 7 millones de ellos fuera de su país. Explicó además que los más pobres en el Oeste en guerra son los que no pudieron huir. Otros volvieron a las zonas liberadas para encontrar casas destruidas, sin calefacción, sin electricidad...
"Rusia destruye metódicamente las estructuras de las ciudades ucranianas; cada ciudad, no solo en el este, tiene muchas horas sin electricidad, los apagones son algo normal hoy en Ucrania. Con generadores se puede mitigar algo. Pero Odessa, la semana pasada pasó 4 días de apagón total", detalló. "Pese a esto, nadie muere de hambre ni de frío en Ucrania", explica. La ayuda llega a la gente.
"Nuestro deber como Iglesia es animar a la gente a perseverar, a sobrevivir, a esforzarse, a encontrar sentido en estas situaciones sin sentido. La gente no espera de la Iglesia solo comida y recursos, sino palabras de esperanza. Nuestro primer deber es curar heridas... el 80% de los ucranianos ya necesitan algún tipo de ayuda para sus traumas, sus heridas, físicas o psicológicas".
Otra tarea importante, dijo Shevchuk, es mantener activas las estructuras y parroquias bien organizadas, para que los expertos puedan aplicar sus habilidades en cada comunidad.
Dos sacerdotes detenidos por Rusia: no dicen dónde están
También habló de los clérigos y comunidades bajo territorio ocupado, de los que saben muy poco.
"Dos sacerdotes fueron detenidos en Berdiansk, fueron torturados, las autoridades rusas dijeron que escondían armas en las iglesias, que eran líderes de los partisanos... absurdo. Hace 4 meses que intentamos rescatarlos, pero hasta ahora sin éxito", explica el arzobispo mayor.
"No tenemos información oficial sobre nuestros curas detenidos. Lo que sabemos es por personas que estuvieron detenidos con ellos en la misma celda y nos lo contaron. Así supimos que estaban aún vivos".
Se trata de los sacerdotes grecocatólicos Ivan Levystky y Bohdan Geleta, del templo de la Natividad de la Santísima Virgen María, en la ciudad costera de Berdiansk, unos 50 kilómetros al oeste de Mariúpol.
Ha pasado casi un año de guerra y aún no hay apenas mecanismos eficaces para el intercambio de prisioneros entre ambos bandos. La Iglesia intenta ayudar y Shevchuk constata que la diplomacia vaticana ha funcionado muy bien y ha logrado varios intercambios. "Pero tenemos listas de gente que, simplemente, está perdida. Cuando visito cualquier parroquia, vienen los fieles a pedirme que haga algo para recuperar a su padre, su hijo, su hermano... Lo más eficiente, hasta ahora, es la diplomacia [internacional]. ¡Podemos estar contentos de que el Papa mantenga contacto con Rusia para hacer esta mediación! Hace 2 semanas, visitando Roma con otros líderes religiosos ucranianos, yo mismo le di al Papa una lista de médicos que son prisioneros de los rusos, 41 médicos, entre civiles y militares... ¡Recordemos que los médicos no son combatientes!"
A finales de enero de 2023 el Papa Francisco recibió al arzobispo mayor Shevchuk y a otros religiosos ucranianos (cristianos, judíos, musulmanes...). Shevchuk le dio una lista de 41 médicos desaparecidos en territorio controlado por Rusia. La diplomacia vaticana es la forma más eficaz de lograr intercambios de prisioneros actualmente, dice.
¿Nostalgia comunista? ¿O sólo imperialismo?
ReL preguntó a Shevchuk sobre la ciudad de Melitópol, ocupada por Rusia, que ha anulado los nombres nuevos del callejero y ha retomado los viejos nombres comunistas: la Plaza de la Catedral vuelve a ser la Plaza de la Revolución, y la calle de San Yaroslav el Sabio vuelve a ser la Avenida Rosa Luxemburgo.
"El uso de símbolos y nombres comunistas no es nostalgia, sino política rusa", respondió Shevchuk. "Es el sentido de toda su guerra, pretenden 'hacer Rusia grande de nuevo', por así decirlo, el retorno del Imperio Ruso... Ya hemos visto que volvían a colocar no solo monumentos de Lenin sino de Stalin", responde el arzobispo.
ReL también preguntó si Cáritas Ucrania y las ONGs católicas ucranianas tienen algún trato con las entidades católicas rusas, por ejemplo, para tratar a los refugiados y desplazados. Shevchuk recordó que en Rusia las entidades que reciben dinero de fuera del país pueden ser juzgadas y perseguidas, "así que no sé si Cáritas Rusia puede relacionarse con Cáritas Internationalis. Mientras tanto, los cristianos rezamos unos por otros, y sabemos que no es fácil ser católico hoy en Rusia".
En cambio, el nuncio Kulbokas aseguró que le consta al menos un proyecto en el que colaboran juntas personas relacionadas con Cáritas Ucrania y con Cáritas Rusia. "Hoy mismo recibí una foto de dos personas reunidas por este proyecto. Pero no puedo decir nada ni del tema, ni de la región, porque sufrirían complicaciones", detalla.
Sobre la aportación de armas al país, ¿qué puede decir un religioso? "Yo no puedo apoyar moralmente la entrega de armas, en parte porque no sé la situación militar", comenta el arzobispo ucraniano. "Pero sí puedo decir que es una pena que nuestro país no tenga fuerza para defenderse por sí mismo. Lo cierto es que todas las Iglesias en Ucrania aprueban la recepción de armas. Yo siempre digo: si tienes una idea para detener a las tropas rusas sin usar armas, por favor, dínosla, porque necesitamos poder defendernos".
El nuncio Visvaldas Kulbokas recordó que los grandes responsables de la diplomacia internacional vaticana (el cardenal Parolin y el arzobispo Gallagher) "cuando hablan de la legitimidad de la autodefensa de Ucrania siempre mencionan que debe hacerse un uso proporcional de ellas". Lo comparó con la licitud de la Policía en casi todos los países de usar armas para defender a los ciudadanos.
Los ortodoxos ligados a Moscú
Sobre la situación de la Iglesia Ortodoxa en Ucrania ligada al Patriarcado de Moscú explicó que "muchos de sus clérigos colaboraron de forma abierta con los ocupantes. De hecho, cuando Putin proclamó la anexión de los territorios ocupados, los metropolitas acudieron al Kremlin, a esa ceremonia, con vestiduras eclesiales. Así que muchos ortodoxos en Ucrania se hacen preguntas. La Inteligencia ucraniana investigó en algunos monasterios ortodoxos y dicen que encontraron pruebas de su colaboración", detalló.
"Tenemos que encontrar un equilibrio entre dos principios: la libertad religiosa, por un lado, y la seguridad del Estado, que está en ley marcial y guerra abierta. Algunos piden ilegalizar la Iglesia ligada a Moscú. Mi opinión es que esa no es la forma correcta, en parte porque ¡también nosotros los grecocatólicos fuimos ilegalizados muchos años y sobrevivimos como Iglesia clandestina! Ilegalizar una estructura no acaba con una iglesia, porque la Iglesia es la gente, no las estructuras. Siempre habrá gente religiosa ortodoxa orientada hacia Moscú. Ante la seguridad estatal, todas las comunidades religiosas hemos de ser iguales. Y si alguien amenaza la seguridad, que se demuestre y se juzgue".
Reportaje del Centro de rehabilitación "Nazaret", de Cáritas Ucrania; algunos usuarios tienen problemas de adicciones, pero la mayoría son soldados traumatizados por horrores de la guerra, a menudo acompañados de su familia. Aprenden a hablar de ello, a apoyarse en la fe, en los demás y en la terapia.
Una Iglesia volcada en sanar traumas
Bajo los bombardeos, los combatientes y no combatientes pierden brazos, piernas... Otros pierden casas, parientes. Heridos y aturdidos, pueden verse tentados por el alcohol, la droga, la desesperación. En este contexto, la Iglesia ucraniana ha decidido en su último sínodo de obispos católicos volcarse en colaborar con el Ministerio de Salud (acudió el viceministro) y con los médicos militares para establecer un sistema de apoyo a la rehabilitación post-traumática. "Hoy, para nosotros, el cuidado pastoral significa sanar heridas".
Se da una circunstancia especial, herencia de la Unión Soviética: la desconfianza popular contra los psicólogos. Lo explica Shevchuk. "Se ve mal buscar ayuda en la psicología porque en la URSS la psicología era parte del sistema estatal represivo. La gente con traumas prefiere abrirse a un sacerdote. Un sacerdote no es un psicólogo ni médico, pero queremos dar a los sacerdotes una formación básica para que sepan acompañar y remitir a la persona a un buen especialista. Así, el acompañamiento espiritual es un primer paso hacia la ayuda médica. Y crearemos un centro especial de asesoramiento, formación, con confidencialidad, etc..." El objetivo sería dar a los clérigos unos programas certificados, quizá reciebiendo mucha formación online.
Antes de 2022 la Iglesia ya quería hacer algo así, pero había pocos especialistas en esta rehabilitación y salía más a cuenta llevar las personas heridas a terapia al extranjero. Pero ahora hay tantas personas dañadas, que colaborando la Iglesia, el Ministerio de Salud y voluntarios y profesionales, sale más a cuenta traer los especialistas a Ucrania. Thomas Heine-Geldern aseguró que Ayuda a la Iglesia Necesitada estaría más que dispuesta a colaborar en este proyecto.
El encuentro acabó con una breve oración y una petición por parte del arzobispo ucraniano: "Por favor, no nos olvidéis, no dejéis a Ucrania".
En este vídeo de Ayuda a la Iglesia Necesitada, un sacerdote reflexiona desde Ucrania (en inglés) sobre cómo la guerra, pese a ser terrible, es también un marco donde mucha gente se muestra valiente y generosa.
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