Este sábado 12 de marzo Jonathan Goodall fue ordenado sacerdote católico de manos del cardenal Vincent Nichols, arzobispo de Westminster, dando así su último paso tras su conversión del anglicanismo, donde durante años había sido obispo de la Iglesia de Inglaterra.
Goodall, de 60 años, será a partir de ahora párroco de la parroquia de San William de York en Londres, parroquia perteneciente a la Archidiócesis de Westminster.
Con su conversión son cuatro los obispos anglicanos que han llegado a la Iglesia Católica en tan sólo un año. Se trata del propio Goodall, que fue obispo de Ebbsfleet; Peter Foster, exobispo de Chester; John Goddard, que fue obispo de Burnley; y el reciente y llamado caso de Michael Nazir-Ali, exobispo de Rochester.
"Plena comunión con la Iglesia Católica Romana"
Fue el pasado mes de septiembre cuando Goodall anunció que dejaría su cargo para “ser recibido en plena comunión con la Iglesia Católica Romana”.
En la homilía de la ordenación sacerdotal, el cardenal Nichols indicó que el del antiguo obispo anglicano “es un gran viaje, pero sé que está impulsado por una sola búsqueda, el deseo de esa única cosa necesaria: vivir de conformidad con la voluntad de Dios”.
“Cada hombre que se acerca al sacerdocio católico lo hace en sus propias circunstancias particulares”, recalcó el cardenal, que se felicitó “por este próximo paso decisivo dado por Jonathan y, de hecho, por su familia”.
El arzobispo de Westminster agregó: “para nosotros esto es un regalo y un momento en el que damos gracias a todos los que han moldeado y enriquecido la vida y el ministerio de Jonathan durante tantos años”, comentó el cardenal.
Antes de acabar con una oración por la unidad de los cristianos, Nichols pidió rezar “para que el ministerio de Jonathan se incorpore ahora a la plenitud del sacerdocio tal como se entiende y se vive en la Iglesia Católica”.
En esta ordenación quisieron estar presentes varios obispos anglicanos amigos del nuevo sacerdote católico. Entre ellos estaban Jonathan Baker, su sucesor en Ebbsfleet, y John Hind.
Una conversión bien meditada
Jonathan Goodall está casado, es padre de dos hijos y hasta hace unos meses era obispo de Ebbsfleet perteneciente a la corriente anglicana que se oponía a las ordenaciones de mujeres como sacerdotes y obispos.
De hecho, hasta la fecha ocupaba también el encargo de visitador episcopal provincial, conocido popularmente como “obispo volante”, pues atendía a las comunidades y parroquias que se mantenían fieles y no aceptaban estas innovaciones que ha ido asumiendo la Iglesia de Inglaterra.
Los “obispos volantes” se crearon en la década de 1990 después de que la Iglesia de Inglaterra votara a favor de permitir la ordenación de mujeres. En 2020, alrededor de un tercio del clero está ya conformado por mujeres. En 2014 comenzaron los nombramientos de mujeres como obispos. Ahora 25 de los 108 obispos anglicanos son mujeres. Sin embargo, la situación de los anglicanos lejos de mejorar ha ido empeorando, experimentando año a año un desplome en el número de fieles practicantes.
Durante su trayectoria anglicana tuvo no sólo un estrecho vínculo con Canterbury sino también con la abadía de Westminster, la iglesia de la casa real británica. Antes de ser consagrado obispo fue capellán personal y secretario ecuménico de Lord Williams cuando era arzobispo de Canterbury, de 2005 a 2013.
En Westminster ejerció como canónigo menor y sacristán de 1992 a 1998, y sirvió dos períodos como sacerdote vicario, en 2004-05, y desde 2014. Del mismo modo, fue capellán del obispo en Europa de 1998 a 2005, cuando fue nombrado canónigo honorario de la catedral de Gibraltar.
En el comunicado en el que hacía pública su conversión al catolicismo afirmaba que “la vida en la comunión de la Iglesia de Inglaterra ha moldeado y alimentado mi discipulado como cristiano católico durante muchas décadas. Aquí es donde recibí por primera vez –y durante la mitad de mi vida he ejercido como sacerdote y obispo- la gracia sacramental de la vida y la fe cristianas”.
Y añadía: “siempre guardaré esto como un tesoro y estaré agradecido por ello. Confío en que todos ustedes crean que he tomado mi decisión como una forma de decir sí a la llamada e invitación actuales de Dios, y no de decir no a lo que he conocido y experimentado en la Iglesia de Inglaterra, con la que tengo una deuda tan profunda”.
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