El boom de una música evangelizadora de jóvenes y para jóvenes
Brutal. No hay mejor palabra para calificar el concierto de Hakuna Group Music que hace unos días organizó en el Palacio de Vistalegre, en Madrid. Miles de jóvenes se dieron cita para disfrutar de 150 minutos de buena música, alegría, buen rollo y espiritualidad. Algo así como un “Festival Woodstock”, pero al estilo católico.
Con presencia del cardenal Osoro, arzobispo de Madrid, los jóvenes de Hakuna, ese nuevo movimiento fundado por el sacerdote valenciano José Pedro Manglano, desplegaron una puesta en escena con estética moderna y un estilo atractivo para el joven de hoy. Algo llamativamente sorprendente que no suele ser muy común en ciertos ambientes eclesiales. Un concierto que se fue transformando poco a poco en una oración de música de alabanza para lograr interpelar nuestro ser más íntimo con Dios.
En el concierto se presentó el nuevo álbum del grupo: “Sencillamente”. El cuarto tras “Hakuna”; “Pasión” y “Mi pobre loco”. Canciones como “Vértigo”; “El abrazo”; “Madre de Hakuna”; “Qué bien se está cuando se está bien”; “Siempre imaginé”, y otras muchas canciones que fueron tarareadas por el público. Por el escenario fueron desfilando una multitud de cantantes que iban pasándose el testigo a la hora de afrontar las letras. 30, 40 o 50 jóvenes se iban turnando como solistas y en el coro.
Y, cada cierto tiempo, alguna breve plática kerygmatica para centrar el sentido de la música. La verdad: no estamos acostumbrados a una puesta en escena que lleve el cártel de “católico”, y lleve un envoltorio cuidado y una estética que te empujaba a una belleza premium. Y todo ello con un estilo sobrio. No sobraba nada… Todo un modelo de evangelización a través de la música.
Los adolescentes desaparecen de las iglesias
Hace unos días escuché a un sacerdote lamentarse del abandono de los jóvenes de la práctica religiosa una vez que hacen la Confirmación. Los datos son estremecedores: sólo un 10% de los quinceañeros son aún católicos practicantes, y, de ellos, un tercio dejará de serlo cuando tenga 21 años o más, según el estudio detallado de la Fundación SM (Santa María) de 2016, que encuesta a jóvenes de 15 a 29 años. En el mismo estudio se señala que sólo un 7,6% de varones de entre 15 y 29 años son católicos practicantes. Sin embargo, las chicas son algo más religiosas: un 9% son católicas practicantes.
¿Qué estamos haciendo mal? No hay que ser muy listo para darnos cuenta que no hablamos su mismo lenguaje, ni tampoco hay una inculturación real en su psicología y manera de ser. Los jóvenes católicos de hoy están más interesados musicalmente por Bono, de U2, Coldplay o Bruce Springsteen, que de José Luis Perales, Mocedades o María Ostiz. Pero en nuestros grupos o eucaristías seguimos repitiendo los códigos musicales que venimos arrastrando desde los años sesenta como “Pescador de hombres”, "La muerte no es el final” o “Amor de los amores”. No hay ni rastro de Jesús Adrián Romero, Marcela Gándara, Marco Barrientos, Marcos Witt, En Espíritu y Verdad, Athenas o Son by four… en el repertorio de las canciones. Los jóvenes quieren cercanía y grupos que les acojan y sepan sus nombres y sus preocupaciones y, sin embargo, lo que les damos es lo que funcionaba en los años 80… que hoy se han convertido en “estructuras caducas”, según el Papa Francisco.
Un lugar atractivo para vivir la fe
Hakuna ha experimentado los cauces que los jóvenes están dispuestos a abrir su corazón a Dios, y lo mismo sucede con LifeTeen, Efetá, Cursos Alpha y otras herramientas de evangelización pensadas para adolescentes que tienen una gran incidencia allá dónde se implantan. Y la música de Hakuna es un potente imán que ayuda al joven a interpelarle sobre su existencia. Y el ambiente que genera este nuevo movimiento es un lugar atractivo para vivir la fe con un nuevo lenguaje, unas nuevas formas y una nueva pasión.
La conexión de Hakuna Group Music con los jóvenes la pude comprobar en primera persona gracias a mi hija Alejandra. 14 años y adolescencia en vena, accedió a acompañarme al concierto gracias a una vana promesa de comprarle no sé qué. Iba como arrastrada al Palacio de Vistalegre, con cara de pocos amigos y soltando algún gruñido de desagrado por el “fabuloso plan” que le esperaba. Después de dos horas y media de concierto, con buena música que elevaba el alma, y un ambiente sano que recorría el pabellón, cambió de cara y soltó: “Valió la pena, papá”. Quizás el mejor test para certificar cómo Hakuna engancha a los jovencitos.
Hace años que reclamábamos un Hillsong católico. Bueno, pues ya lo tenemos. Se llama Hakuna Group Music, es brutal y ha venido para quedarse. Gracias Josepe.
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