El gobierno comunista no la ayuda sino que la regaña
La señora Kong Zhenlan lleva 40 año acogiendo tantos huérfanos como puede, viendo en ellos el rostro de Cristo |
Actualizado 29 abril 2015
Durante 42 años, Kong Zhenlan, una mujer católica de
la provincia china de Shanxi, ha acogido y ha criado a docenas de
huérfanos minusválidos y a otros niños abandonados. Los ha educado junto
a sus propios hijos.
Anthony Fan Changliang, un hijo de la señora Kong, se hizo sacerdote católico, explica, educado en este ambiente de generosidad y acogida.
El padre Fan cuenta que su pueblo, Jiuji, en el distrito de Qi, es mayoritariamente católico, y que desde siempre el pueblo vivió una fuerte tradición de acogida y ayuda a huérfanos, algo que antes de la revolución comunista de 1949 hacía la parroquia de forma cotidiana.
La persecución comunista bloqueó durante dos décadas el trabajo caritativo de los católicos... en teoría, el Estado era suficiente para proveer por cada ciudadano. En la práctica, los niños seguían siendo abandonados y desatendidos en la China del hijo único obligatorio.
Una infancia precaria... pero con amor
El Padre Fan explica que su madre empezó a adoptar huérfanos minusválidos en 1977. En los años 70 aumentó en la zona el número de niños abandonados pero no había orfanatos.
El sacerdote recuerda que, cuando era joven, la falta de curaciones médicas y la salud débil de los niños hacía que murieran muchos bebés. Lo vivían en casa con tristeza... y su familia sostenía unas cargas económicas imposibles para salvar tantos bebés como pudieran.
En esa época el joven Fan llegó a desesperar e incluso a perder la fe, pero su madre le repetía: “Amar a los pobres es amar a Jesús. Cada uno de estos niños es un hermanito más pequeño, un pequeño Jesús. Cuando nosotros nos ocupamos de nuestros hermanos, nosotros nos estamos ocupando de Jesús”.
Anthony Fan Changliang, un hijo de la señora Kong, se hizo sacerdote católico, explica, educado en este ambiente de generosidad y acogida.
El padre Fan cuenta que su pueblo, Jiuji, en el distrito de Qi, es mayoritariamente católico, y que desde siempre el pueblo vivió una fuerte tradición de acogida y ayuda a huérfanos, algo que antes de la revolución comunista de 1949 hacía la parroquia de forma cotidiana.
La persecución comunista bloqueó durante dos décadas el trabajo caritativo de los católicos... en teoría, el Estado era suficiente para proveer por cada ciudadano. En la práctica, los niños seguían siendo abandonados y desatendidos en la China del hijo único obligatorio.
Una infancia precaria... pero con amor
El Padre Fan explica que su madre empezó a adoptar huérfanos minusválidos en 1977. En los años 70 aumentó en la zona el número de niños abandonados pero no había orfanatos.
El sacerdote recuerda que, cuando era joven, la falta de curaciones médicas y la salud débil de los niños hacía que murieran muchos bebés. Lo vivían en casa con tristeza... y su familia sostenía unas cargas económicas imposibles para salvar tantos bebés como pudieran.
En esa época el joven Fan llegó a desesperar e incluso a perder la fe, pero su madre le repetía: “Amar a los pobres es amar a Jesús. Cada uno de estos niños es un hermanito más pequeño, un pequeño Jesús. Cuando nosotros nos ocupamos de nuestros hermanos, nosotros nos estamos ocupando de Jesús”.
Hoy que es sacerdote admite que sólo al acabar su noviciado entendió estas palabras de su madre.
Cuando se le pregunta cuántos hermanos y hermanas biológicos tiene y cuántos adoptados, responde: “Nosotros somos todos hermanos, no hay diferencia”.
“Es una bendición”, dice, el hecho que su madre sea capaz de amar a estos niños “con un amor que viene de la fe, en un modo que le da también placer”.
Los que ya crecieron hoy ayudan
La señora Kong y su marido empezaron su obra de caridad cuando tenían 24 años. Ahora ambos tienen 66 años, 11 de sus hijos adoptados que crecieron ayudan hoy en la obra de caridad de la madre.
“Nosotros le debemos mucho. Sin ella no habríamos podido crecer y no hubiésemos haber vivido una vida bella”, dice uno de ellos.
La señora Kong tiene actualmente a su cargo a 18 niños: neonatos, niños del jardín de infantes y algunos estudiantes de las escuelas profesionales.
Cuando se le pregunta cuántos hermanos y hermanas biológicos tiene y cuántos adoptados, responde: “Nosotros somos todos hermanos, no hay diferencia”.
“Es una bendición”, dice, el hecho que su madre sea capaz de amar a estos niños “con un amor que viene de la fe, en un modo que le da también placer”.
Los que ya crecieron hoy ayudan
La señora Kong y su marido empezaron su obra de caridad cuando tenían 24 años. Ahora ambos tienen 66 años, 11 de sus hijos adoptados que crecieron ayudan hoy en la obra de caridad de la madre.
“Nosotros le debemos mucho. Sin ella no habríamos podido crecer y no hubiésemos haber vivido una vida bella”, dice uno de ellos.
La señora Kong tiene actualmente a su cargo a 18 niños: neonatos, niños del jardín de infantes y algunos estudiantes de las escuelas profesionales.
Además de darles comida, hospitalidad y ropas, la mujer se ocupa también del crecimiento en la fe, en la salud y en la capacidad de comunicar con los otros.
Siendo ahora anciana, jorobada y debilitada, oficialmente no le está permitido adoptar más de 3 niños. No obstante esto, la mujer rechazó los muchos pedidos hechos por el gobierno local de enviar a sus niños al orfanato estatal.
Como su actividad es en la práctica ilegal, Kong no puede recibir subsidios económicos del gobierno. Para sustentar a su gran familia, la mujer ofrece tratamientos de acupuntura, mientras que el marido trabaja en un hostal. Reciben donaciones de la población local, conmovida por su gran amor por los niños abandonados.
Chine, les enfants perdus de la pollution (trailer) from Daniel Bastard on Vimeo [vídeo de 2011 sobre la señora Kong]
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