El cristiano que haya sido abandonado por todos tendrá al Señor a su lado, podrá estar desolado pero no amargado
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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Es bueno el pastor que
sigue a Jesús y no el que sigue el poder. Aunque haya sido abandonado
por todos tendrá al Señor a su lado, podrá estar desolado pero no
amargado. Lo explicó este martes el papa Francisco en su homilía de la
misa en la Casa Santa Marta.
El Santo Padre comentó la Segunda carta a Timoteo y la parte final de
la vida de los apóstoles, y como san Pablo, sentía soledad en la
dificultad: fueron abandonados, víctimas de la perfidia.
“Pero es el gran Pablo, el que sintió la voz del Señor, la llamada
del Señor, aquel que fue de un lado a otro, que sufrió tantas pruebas
por haber predicado el Evangelio, que hizo entender a los apóstoles que
el Señor quería que también los Gentiles entraran en la Iglesia; el gran
Pablo que en la oración subió hasta el séptimo cielo y escuchó cosas
que nadie había oído antes”, explicó el Papa.
Y añadió que “el gran Pablo está allí en aquel cuarto de una casa, en
Roma, esperando saber como terminará esta lucha en el interior de la
Iglesia entre las partes, entre la rigidez de los judaizantes y aquellos
discípulos fieles a él”. O sea que “así termina la vida del gran Pablo,
en la desolación, pero no en el resentimiento o en la amargura”.
Esto le sucedió, indicó Francisco, también a Pedro, al gran Juan
Bautista, que “en la celda, solo y angustiado”, manda a sus discípulos a
preguntarle a Jesús si Él es el Mesías y termina siendo decapitado por
“el capricho de una bailarina y la venganza de una adúltera”.
El Santo Padre recordó que le sucedió así también a san Maximiliano
Kolbe “que había creado un movimiento apostólico en todo el mundo y
tantas cosas grandes” y muere en la prisión de un campo de
concentración”.
“El apóstol cuando es fiel –subraya el Papa– no se espera otro final
que el de Jesús”, pero el Señor le estará cerca, “no lo deja y en
Èl encuentra su fuerza”. Así muere Pablo, “esta es la ley del Evangelio:
si el grano no muere no da fruto”. Después sigue la resurrección.
Pero cuando el pastor en su vida –señaló Francisco– se ocupa de otras
cosas, como el poder o el dinero, puede que no muera solo, porque
estarán los nietos que esperan lo que pueden heredar.
El Papa en su homilía recordó que cuando va a visitar las casas de
reposo para sacerdotes ancianos encuentra a tantos sacerdotes buenos que
han dado su vida por los fieles. Y están allí enfermos o en silla de
ruedas, pero se ve esa sonrisa porque ven que el Señor está cerca de
ellos. Y ellos preguntan ¿cómo va la diócesis? ¿cómo van las vocaciones?
Y volviendo a Pablo, solo, mendicante, víctima de la maldad, el
Pontífice recuerda que estaba abandonado por todos menos que por el
Señor Jesús: ‘Solamente el Señor le estuvo cerca’.
“Recemos por los pastores –concluyó Francisco– que se encuentran al
final de su vida y que están esperando que el Señor les lleve con Él. Y
para que el Señor les de fuerza, consolación y seguridad, aunque se
sientan enfermos y solos”.
in
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