Sako, en los alrededores de Mosul |
El patriarca caldeo visita las localidades que rodean Mosul
"Es importante no emigrar, sino quedarse aquí, en nuestra tierra"
Redacción, 29 de octubre de 2016 a las 11:18
Sako, en Mosul
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Una visita cargada de "tristeza y sufrimiento" por la destrucción que provocó el Estado islámico (EI), pero también de "gran esperanza" y de un sentimiento de "espera", aguardando el retorno inminente y el inicio de una "nueva reconstrucción", señaló el patriarca caldeo, Louis Raphael I Sako, tras realizar una visita por las localidades de la Llanura del Nínive que rodean Mosul,
y que días atrás fueron liberadas por el ejército iraquí y las milicias
kurdas. En algunos de estos pueblos, las campanas de las iglesias han
vuelto a sonar por primera vez después de más de dos años.
El patriarca caldeo visitó, acompañado por el obispo auxiliar Basel Salim Yaldo, las ciudades de Bartella, Karmles, Qaraqosh, Teleskof, Baqofa y Batnaya
cuyos habitantes -casi todos cristianos- habían huido ante el avance de
las milicias yihadistas, y que ahora, la mayoría de ellos, viven como refugiados en el Kurdistán iraquí.
El primado de la iglesia caldea constató en persona las devastaciones que sufrieron estas poblaciones durante la ocupación yihadista,
incluidos los túneles y refugios subterráneos escavados en los
edificios de culto cristianos que habían sido ocupados como bases
logísticas de las milicias del Daesh. Algunas zonas de las ciudades
visitadas están cerradas y no se puede acceder debido a las minas
anti-persona colocadas por los yihadistas antes de su retirada.
En cada una de las iglesias que visitó, el patriarca rezó para pedir que regrese la paz y la estabilidad en la región.
Con su visita, el patriarca quiso recordar que las ciudades liberadas
en el pasado estaban habitadas por cristianos, expresando su esperanza
de que regresen pronto los bautizados a las ciudades de la Llanura de
Nínive, definidas por el patriarca como "nuestra Tierra Santa".
"Estas son nuestras tierras -afirmó- las tierras y aldeas cristianas. Nuestra presencia está ligada a estos lugares, y volveremos aquí apenas las condiciones lo permitan". Y es también por esto que "es importante no emigrar, sino quedarse aquí, en nuestra tierra".
La visita del patriarca duró unas 12 horas. "Rezamos rezado en cada
iglesia por la paz y la estabilidad de la región" y nos "encontramos con
los generales" que están conduciendo la campaña militar contra el Estado islámico". "Les hemos dicho que fueron muy valientes", explicó monseñor Sako a la agencia AsiaNews.
Fueron precisamente los altos mandos del ejército iraquí y de las milicias Peshmerga quienes "volvieron a colocar las cruces en las iglesias" y
"lo han hecho con orgullo". Se trata de militantes sunitas, chiíes,
árabes y kurdos que "definieron mi visita a la zona como un honor", algo
que también es "fuente de esperanza". Por mi parte, agregó, "quiero
agradecerles por el trabajo que están haciendo" y "les auguro muchas
victorias y la liberación final de Mosul".
Mar Sako afirmó que, durante la visita, no tuvo miedo, sino una "tristeza y sufrimiento"
por los bombardeos, por la devastación, por la destrucción de centros y
de viviendas y por "la profanación de las iglesias por parte del Estado
islámico". Los yihadistas "quemaron todo, demolieron las cruces y
dejaron escritas leyendas injuriosas y amenazas contra los cristianos".
Los daños provocados por las bombas son de larga data, agrega el
patriarca caldeo, pero los daños a los lugares de culto "son mucho más
recientes, probablemente fueron realizados antes de huir".
Los militares, prosiguió el primado caldeo, "nos acompañaron a lo largo de un trayecto de más de 200 km" en los que "recorrimos calles destruidas y afrontamos grandes riesgos".
"Soy consciente del hecho de que dimos un paso muy peligroso -subrayó-
pero ser pastor también requiere de coraje. El mensaje que he querido
dar es: Estas son ‘nuestras tierras' y estamos dispuestos a regresar".
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