El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso felicita a los hindúes con motivo de la festividad de Deepavali
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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Una
sociedad sana depende de los lazos familiares y sin embargo, se sabe
que hoy en día la noción misma de familia se ve socavada por un clima de
relativismo en su significado y valor esencial.
Del mismo modo indica que “también la vida familiar es a menudo
perturbada por graves hechos como la guerra, la pobreza y la migración
que, desgraciadamente han pasado a ser habituales en todo el mundo”.
Sin embargo, “existen fuertes indicios de esperanza renovada gracias a
los testimonios de cuantos creen en la perdurable importancia del
matrimonio y la vida familiar para el bien de cada persona y de la
sociedad en su conjunto”.
Así lo explica el Pontificio Consejo
para el Diálogo Interreligioso en el mensaje que ha enviado a los
hindúes con motivo de la festividad de Deepavali o Diwali, la fiesta de
las luces que cae entre octubre y noviembre, durante el mes hindú de
ashwayuja.
Las familias, explica en mensaje,
deben ser un “laboratorio de la esperanza” donde los hijos aprenden del
ejemplo de sus padres y familiares, y experimentan el poder de la
esperanza para consolidar las relaciones humanas, sirviendo a los más
olvidados de la sociedad y superando las injusticias de hoy.
Las fiestas de Deepavali, entre las
más importantes del calendario, duran cinco días durante los cuales “se
refuerzan los lazos con familiares y amigos” a los que se visita y se
invita a comer ofreciéndoles dulces y la noche se ilumina de luces y
fuegos artificiales. Simboliza –explica el comunicado de prensa de la
Santa Sede– el triunfo del bien sobre el mal y recuerda el regreso a la
ciudad de Ayodhya del príncipe Rama después de haber derrotado al rey de
los demonios Ravaṇa. Según la leyenda, los habitantes de Ayodhya
tapizaron las murallas y los tejados con hileras (avali) de
lámparas(dipa) para que Rama pudiera encontrar fácilmente el camino.
El mensaje de este año, firmado por
el presidente de ese dicasterio el cardenal Jean-Louis Tauran y por el
secretario, el obispo Miguel Ángel Ayuso Guixot MCCJ, se titula:
“Cristianos e hindúes: Promovamos la esperanza entre las familias”.
Ante la conciencia de los desafíos
globales que enfrentamos todos los días, “proponemos una reflexión sobre
cómo nosotros, cristianos e hindúes juntos, podemos promover la
esperanza en las familias y humanizar cada vez más a nuestra sociedad”.
En el mensaje se recuerda que sabemos
que la familia es la “primera escuela de humanidad” y que los padres
son los “primeros y principales” educadores de sus hijos. De este modo
recuerdan que en la familia es donde los hijos, guiados por el noble
ejemplo de los padres y los ancianos”.
Allí “se forman en los valores que
les ayudarán a desarrollarse como seres humanos buenos y responsables”.
Por otro lado advierten de que con demasiada frecuencia, sin embargo,
“las circunstancias familiares merman el optimismo y el idealismo de la
juventud”. Por lo tanto es muy importante que los padres, junto con la
comunidad en general, “inculquen en sus hijos un sentido de esperanza,
guiándolos hacia un futuro mejor, y a la búsqueda del bien, incluso ante
la adversidad”.
Finalmente recuerdan que a san Juan
Pablo II le gustaba decir que “el futuro de la humanidad se fragua en la
familia”. Si la humanidad ha de prosperar y vivir en paz, entonces,
“las familias tienen que asumir la tarea de cultivar la esperanza y
alentar a sus hijos a ser mensajeros de esperanza para el mundo”,
precisa.
Como cristianos e hindúes –concluye
el mensaje– unámonos a todas las personas de buena voluntad para
sostener el matrimonio y la vida familiar, haciendo de las familias
escuelas de esperanza. Llevemos la luz de la esperanza en todos los
rincones de nuestro mundo, brindando consuelo y fortaleza a todos los
necesitados.
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