El Santo Padre ha pedido a los vicarios episcopales y delegados
para la vida consagrada una atención especial a las “monjas
contemplativas”
Convento donde profesó la beata Blandina Merten (Fto A. Savin Wikimedia Commons WikiPhotoSpace) |
(ZENIT – Ciudad del
Vaticano).- El papa Francisco, en el encuentro con los participantes del
Congreso Internacional para vicarios episcopales y delegados para la
vida consagrada, ha reflexionado sobre tres puntos concretos: la vida
consagrada en la Iglesia particular, creación de nuevos Institutos de
vida consagrada y relaciones mutuas.
El Papa ha animado a los pastores y a
los presentes a que “manifiesten una preocupación especial” en el
promover en sus Iglesias “los diferentes carismas, tanto antiguos como
nuevos”, a estar “cerca de los consagrados” con “ternura y amor” y a
enseñar al “Pueblo de Dios el valor de la vida consagrada”.
Asimismo, ha recordado que la “justa
autonomía y la exención no se pueden confundir con el aislamiento y la
independencia”. Hoy más que nunca –ha precisado– es necesario vivir la
autonomía y la exención adecuada, en los Institutos que lo tengan, en
estrecha relación con la inserción, de tal forma que la libertad
carismática y la católica de la vida consagrada se expresan también en
el contexto de la Iglesia particular.
Además, recuerda que los pastores
están llamados a respetar, sin manipular, “la pluridimensionalidad que
constituye la Iglesia y a través de la cual la Iglesia se manifiesta”.
Los consagrados, por su parte, deben recordar que no son “un patrimonio
cerrado” sino “una faceta integrada en el cuerpo de la Iglesia, atraída
hacia el centro, que es Cristo”.
En segundo lugar ha reflexionado sobre la creación de nuevos Institutos. El
Espíritu –ha observado el Papa– no cesa de soplar donde quiere y cuando
quiere. Pero, ha recordado que siendo responsabilidad del obispo
diocesano discernir y reconocer la autenticidad de los dones
carismáticos y erigir en la diócesis institutos de vida consagrada, eso
no pude hacerse “sin un sereno y adecuado discernimiento” que tenga en
cuenta “la originalidad del carisma”, “su dimensión profética”, “su
inserción en la vida de la Iglesia particular”, “la comunión afectiva y
efectiva con esta y con la Iglesia universal”, “el compromiso para la
evangelización, también en su dimensión social”.
Además se debe verificar que el
fundador o la fundadora muestren “madurez eclesial”, con “una vida que
no contradiga la acción del Espíritu Santo suscitador de los carismas”, y
que tales carismas puedan armonizarse adecuadamente “en la comunión
eclesial”. En esta misma línea, el Pontífice ha recordado la obligación
de consultar siempre previamente a la Congregación para los Institutos
de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
El Santo Padre también ha advertido
de que en el momento de erigir un nuevo instituto “no podemos pensar
solo en la utilidad para la Iglesia particular”. Por eso ha pedido a los
pastores que consideren que en ese momento “asumen una responsabilidad
en nombre de la Iglesia universal” desde el momento en el que tal
instituto será destinado a crecer y a salir de los confines de la
diócesis que lo ha visto nacer. Del mismo modo ha recordado que es
necesario considerar con prudencia el deber de “dar la adecuada
formación a los candidatos”.
Finalmente, el Santo Padre ha hecho
referencia a las “relaciones mutuas” que los presentes desarrollan entre
los pastores y los consagrados. Tema que será abordado durante el
congreso.
El Papa ha precisado que “no existen
relaciones mutuas allí donde algunos mandan y otros se someten, por
miedo o conveniencia”. Hay, sin embargo — ha reconocido Francisco–
relaciones mutuas donde se cultiva el diálogo, la escucha respetuosa, la
hospitalidad recíproca, el encuentro y el conocimiento, la búsqueda
compartida de la verdad, el deseo de fraterna colaboración por el bien
de la Iglesia, que es “casa de comunión”. Y todo esto “es
responsabilidad tanto de los pastores como de los consagrados”, ha
explicado el Santo Padre.
Para concluir el discurso, el Santo
Padre ha pedido a los presentes una atención especial a las “monjas
contemplativas”. La Iglesia necesita “estos faros que indican la ruta
para llegar al puerto”, “estas antorchas que acompañan el camino de los
hombres y de las mujeres en la noche oscura del tiempo”, “estos
centinelas de la mañana que anuncian el surgir del sol”.
De este modo, el Pontífice les ha
pedido que las acompañen “con afecto fraterno” tratándolas siempre “como
mujeres adultas”, respetando “sus propias competencias, sin
interferencias indebidas”. Además, ha advertido de que centrar toda la
atención en un solo elemento, por importante que sea como es el caso de
la clausura o la autonomía, “podría conducir a un desequilibrio vital
que tendría tristes consecuencias para la vida de estas hermanas”.
Y así, el Santo Padre ha exhortado a
que amen la “vida consagrada” y que la den a conocer “en profundidad”.
También les han pedido que construyan las relaciones mutuas a partir de
la eclesiología de comunión, desde el principio de la coexistencialidad,
de la adecuada autonomía que se refiere a los consagrados.
in
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