El Pontífice saludó a los peregrinos polacos que llegaron a Roma
Francisco en la Plaza en el día de san Juan Pablo II (Foto Osservatore © Romano). |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco ha
recordado en la audiencia jubilar de este sábado a san Juan Pablo
II: “Exactamente hace 38 años atrás, casi a esta hora, en esta plaza
resonaban las palabras dirigidas a los hombres de todo el mundo: “No
tengan miedo (…) abran de par en par las puertas a Cristo”.
“Estas palabras las ha pronunciado Juan Pablo II al inicio de su
pontificado. Un Papa de profunda espiritualidad plasmada por una
milenaria herencia de la historia y de la cultura polaca transmitida en
el espíritu de fe, de generación en generación”, dijo Francisco.
“Esta herencia –prosiguió el Pontífice latinoamericano– era para él
fuente de esperanza, de potencia y de coraje, con el cual exhortaba al
mundo a abrir ampliamente las puertas a Cristo”.
Añadió que esta invitación hecha por el papa Wojtyla “se ha
transformado en un incesante proclamación del Evangelio de la
misericordia para el mundo y en favor del hombre, cuya continuación es
este Año Jubilar”.
“Hoy quiero desearles –añadió Francisco– que el Señor les dé la
gracia de la perseverancia en esta fe, esta esperanza y este amor
recibida de vuestros abuelos y que conservan con cuidado”.
Y dirigiéndose especialmente a los peregrincos polacos allí presentes
añadió: “En vuestras mentes y en vuestros corazones resuene siempre el
llamado de vuestro querido compatriota para que les despierte la
fantasía para hacer misericordia, para que puedan dar testimonio del
amor de Dios a todos aquello que tienen necesidad”.
Saludó también a los obispos de Polonia que vinieron para “visitar la
tumba de los apóstoles” y que junto a los peregrinos vinieron a Roma
“para agradecer a Dios por el bautismo que vuestro pueblo ha recibido
hace 1050 años atrás” pero también “por todo el bien que nació en los
corazones de tantos jóvenes del mundo durante el inolvidable encuentro
en Cracovia”.
Francisco agradeció también a Dios por haber podido conocer la patria
de san Juan Pablo II, en donde pudo visitar el Santuario de Jasna Gora y
el de la Divina Misericordia.
Recordó también la visita que hizo a los campos de concentración de
Auschwitz-Birkenau, que visitó en silencio y que, añadió, “en este
silencio el mensaje de la misericordia asume una inaudita importancia”.
in
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