En la audiencia de este miércoles ante miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro
Audiencia de los miércoles (Foto Osservatore Romano©) |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- “Hace algunos días sucedió
una pequeña historia, una historia de ciudad”, indicó el papa Francisco
en la audiencia general de este miércoles, centrada en la catequesis sobre las obras de misericordia materiales.
Y contó que “había un refugiado que buscaba una calle, y una señora
se le acercó. ‘¿Busca algo?’ Y el refugiado que estaba sin zapatos el
dijo: “Yo quisiera ir a san Pedro para entrar por la Puerta Santa”. Y la
señora pensó, no tiene zapatos. ¿Cómo va a caminar?”
Así, prosiguió Francisco su narración y precisó que la señora “llamó
un taxi, pero el refugiado olía mal y el taxista casi no quería que
subiera pero al final se lo permitió y la señora junto a él”.
Mientras estaban en el taxi “la señora preguntó un poco de su
historia de refugiado, de migrante durante el recorrido hasta llegar
aquí. Este hombre contó su historia de dolor, de guerras, de hambre, y
por qué había huido de su patria para emigrar aquí”.
“Cuando llegaron la señora abrió el
bolso para pagar y el taxista –el que al inicio no quería que este
migrante subiera porque olía mal– le dijo a la señora. ‘No señora, soy
yo que debo pagarla a usted, porque me ha hecho escuchar una historia
que me ha cambiado el corazón'”.
El Santo Padre señaló que “esta señora sabía qué era el dolor de un migrante porque tenía sangre armena y conocía el sufrimiento de su pueblo”.
Y concluyó recordando “que cuando
hacemos algo así, al principio rechazamos por incomodidad, huele mal.
Pero al final de la historia, nos perfuma el alma y nos hace cambiar.
Pensemos en esta historia y pensemos qué podemos hacer por los
refugiados”.
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