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quinta-feira, 21 de março de 2013

Un Papa nuevo

Um texto de Fr. Lluis Oviedo Torró, franciscano, Professor de Teologia na Universidade "Antonianum", em Roma, e em Espanha, em várias Faculdades, autor de vários livros de carácter religioso. Esteve entre nós na Actualização Interdiocesana do Clero, que decorreu em Janeiro deste ano em Montemor-o-Novo.

Estos días están siendo excepcionales en Roma; los católicos nos sentimos como en una especie de “estado de gracia”; los ojos del mundo entero han estado mirando hacia el Vaticano, y no se han defraudado las expectativas: este es verdaderamente un Papa nuevo y sorprendente.

Las sorpresas han sido, naturalmente, positivas. El papa Francisco viene de Argentina, de América Latina, lejos de las intrigas del Vaticano y lejos de la vieja Europa, vieja también en su modo de vivir la fe. Un aire de novedad sopla ahora en la Iglesia, y la gran mayoría nutrimos grandes esperanzas de cambio, de mejora, y de que por fin la Iglesia corrija algunos de los vicios que se arastran desde hace décadas. Esos problemas se han vuelto más claros y acuciantes en los últimos años, a causa de la información y los escándalos. Surgen al paso de los acontecimientos, que estos días van muy aprisa, algunas reflexiones.

Una primera consideración es la inusitada actualidad que ha cobrado la Iglesia Católica y el Papado, a pesar de vivir tiempos de fuerte secularizión, de desprestigio eclesial y de desinterés religioso. Esto nos ha sorprendido sobre todo a los que estudiamos desde hace tiempo el problema de la crisis religiosa. Estuve en la Plaza San Pedro el día de la elección del Papa para observar el ambiente; me llamó mucho la atención la cantidad de periodistas y agencias, el montaje mediático que se había organizado. Pero me impresionó más tadavía el interés que mostraban mis amigos y colegas de varias partes del mundo, en general no católicos, y que miraban a Roma con curiosidad y esperanza. Pensé por un momento que la Iglesia volvía a ser “signo de esperanza para las gentes”.

La sorpresa acompañó desde el principio la noticia de la elección del cardenal Bergoglio: no estaba ni mucho menos en la lista de ‘papables’. En las apuestas quedaba muy atrás; sólo un fraile de mi comunidad que trabaja en el Vaticano y tiene experiencia diplomática sugirió su nombre apenas después de la dimisión de Benedicto XVI. Muchos pensamos que éste es un buen signo, y que lo inesperado y sorprendente puede traer frescura a la Iglesia.

El Papa ha empezado rompendo esquemas. Estos días estamos todos atentos, pues cada acto, cada audiencia o aparición pública deparaba algo nuevo: palabras más calurosas y sensibles, gestos más cercanos y amables. Uno de los momentos más emocionantes fue el encuentro con los miles de periodistas en la aula Pablo VI. Allí explicó la elección del nombre de Francisco, el papel inspirador de su amigo el cardenal franciscano Hummes; su predilección por los pobres, la paz y la creación. El momento de la bendición fue altamente significativo: la impatió en silencio en respeto de quienes no creen; pero convencido de que “todos son hijos de Dios”.

De todos modos el Papa Francisco ha dejado claro que no quiere en absoluto que la Iglesia, comprometida en favor de los pobres, la paz y la custodia de la creación, se convierta en una ONG, en una agencia de movilización en favor de causas sociales o humanas. A los cardenales reunidos el día después de la elección dijo claramente que la fe debe ser confesante de Cristo y debe encontrar la cruz, para evitar la mundanización. Sus palabras en el día de la inauguración del pontificado fueron valientes: dijo a los poderosos del mundo allí reunidos que el ejercicio del poder es para servir a los débiles.

Se han vuelto célebres algunos gestos y anécdotas menores que desconciertan a quienes estaban acostumbrados a otro estilo; no quiere deslumbre ni ostentación; no quiere que se prolonguen situaciones escandalosas. Creo que la inmensa mayoría queremos quee esto dure, que siga llegando aire fresco, que por fin cambien las cosas en el Vaticano y en toda la Iglesia ¡Papa Francisco, haznos soñar!

Fr. Lluis Oviedo Torró OFM

TEXTO EM PORTUGUÊS


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