"Moriré, pero no entrarás en nuestra iglesia", le dijo Akash Bashir, cristiano paquistaní
“Moriré, pero no vas a entrar en nuestra iglesia” fueron las últimas palabras que pronunció antes de morir Akash Bashir. Este joven católico paquistaní de 20 años era un guardia de seguridad voluntario que vigilaba la puerta de la iglesia de San Juan, en el distrito de Youhanabad de Lahore, cuando se percató de que un terrorista suicida quería ingresar en el templo para provocar una masacre.
Era el 15 de marzo de 2015. Casi siete años después la Iglesia ha declarado ya a Akash “siervo de Dios” por lo que sigue avanzando la causa de beatificación de una persona que dio totalmente su vida por sus hermanos.
Gracias a su valentía y arrojo logró evitar que el terrorista se hiciera explosionar con más de 1.000 fieles católicos en el interior de la iglesia. El grupo terrorista Tehreek-e-Taliban Pakistan Jamaatul Ahrar (TTP-JA) reivindicó más tarde los ataques que mataron a 17 personas e hirieron a más de 70.
Tal y como recoge Catholic News Agency, el pasado 31 de enero, el arzobispo de Lahore, monseñor Sebastian Shaw, anunció que el Vaticano aceptó a Akash Bashir como Siervo de Dios, el título otorgado a un candidato a la santidad mientras se examina de cerca su vida y obra. El arzobispo hizo el anuncio sobre Bashir, exalumno del Instituto Técnico Don Bosco, en la fiesta precisamente de San Juan Bosco.
El padre Francis Gulzar, vicario general de la archidiócesis de Lahore, dijo que era un “gran día para la Iglesia católica en Pakistán”.
“Ofreció su vida como sacrificio para salvar las vidas de la comunidad cristiana en la Iglesia Católica de St. John”, dijo el vicario general, que añadió que “es el primer cristiano paquistaní que ha sido elevado al rango de siervo de Dios”.
La madre de Bashir, Naz Bano, contaba en el pasado a Ayuda a la Iglesia Necesitada que su hijo se unió por primera vez a los guardias de seguridad voluntarios en su iglesia en noviembre de 2014. “Todas las denominaciones estaban reclutando jóvenes después del ataque suicida con bomba de 2013 en la Iglesia de Todos los Santos en la ciudad de Peshawar”, explicaba.
Además, relataba que “Akash solía discutirlo con sus amigos y siguió insistiendo durante tres meses en que quería proteger la iglesia. Estaba dispuesto a sacrificar su vida si Dios le daba la oportunidad de proteger a los demás”.
Ella recordó haber escuchado explosiones el día que murió. “Las calles estaban llenas de gente. Al escuchar la segunda explosión, corrí con mi hijo menor hacia la iglesia católica”.
“Estaba buscando a Akash entre los chicos que estaban cerca de la puerta de la iglesia. Pero él estaba tirado en el suelo. Su brazo derecho casi había sido arrancado. No podía creer lo que veía”, recuerda la madre del nuevo siervo de Dios.
Ahora, otro de sus hijos es también guardia voluntario en la Iglesia. Ha querido “tomar el lugar de su hermano”, confirma la madre, que asegura que “no lo detuvimos, no podemos impedir que nuestros hijos sirvan a la Iglesia. Es su elección”.
“Nuestra felicidad es mayor que nuestro dolor. Era un niño sencillo que murió en el camino del Señor y salvó al sacerdote y a los adoradores. La gente lo ama. Akash ya es nuestro santo”, concluyó la madre.
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