“Gracias por el ejemplo que han dado a toda la humanidad, el ejemplo del coraje, de salir adelante, de dignidad”
El Papa en la catedral de Mirandola (Fto. Osservatore © romano) |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 2017 ).- A las 16.50 del domingo 2 de
abril, el santo padre Francisco ha visitado la catedral de la población
de Mirandola, una de las tantas afectadas por el terremoto de mayo de
2012. A su llegada ha sido recibido por el alcalde de la ciudad Maino
Benatti, y por don Flavio Segalina, párroco de la catedral.
El Papa, desde la plaza en que se encuentra la catedral, todavía
inaccesible a causa del terremoto, ha dirigido a las poblaciones
afectadas por el terremoto el discurso que reproducimos a continuación:
“Queridos hermanos y hermanas:
En esta ciudad vuestra, que tiene aún las señales visibles de una
prueba tan dura, quiero abrazarlos, así como a los habitantes de otras
zonas afectadas por el terremoto de mayo de 2012. Ya mi venerado
predecesor, el Papa Benedicto XVI, pocas semanas después de aquel evento
vino a este territorio para traer su solidaridad y aliento
personales, así como el de toda la comunidad eclesial. Hoy estoy yo
entre vosotros para confirmaros el afecto de toda la Iglesia y para
atestiguar a cada uno mi cercanía y mi aliento para el camino que queda
por hacer en la reconstrucción. Dirijo un cordial saludo al obispo de
esta diócesis, monseñor Francesco Cavina, al párroco y a los demás
sacerdotes, al alcalde y a las demás autoridades. Renuevo mi
agradecimiento a la Defensa Civil, a los voluntarios y a todos los que
participaron, a diferentes niveles, en las actividades de restauración
de las estructuras y de reanudación de la vida comunitaria.
Sé muy bien cómo el terremoto ha afectado al patrimonio humano y
cultural de esta tierra vuestra. Pienso en todo lo que se ha sufrido:
las heridas en las casas, en las actividades productivas, en las
iglesias y otros monumentos, cargados de historia y de arte y símbolo de
la espiritualidad y de la civilización de todo un pueblo. Pero pienso,
en particular en las heridas internas: el sufrimiento de quienes han
perdido a sus seres queridos y de los que han visto cómo se dispersaban
los sacrificios de toda una vida. En los días posteriores al
terremoto despertó gran admiración vuestra dignidad y vuestro espíritu
emprendedor . Se esfuerzan por afrontar con espíritu evangélico la
precaria situación provocada por el terremoto, reconociendo y aceptando
en aquellos acontecimientos dolorosos la misteriosa presencia de un
Padre que siempre es amoroso, incluso en las más duras pruebas.
La heridas se han curado, sí, se han curado, pero quedan y se
quedarán por toda la vida las cicatrices. Y mirando estas cicatrices,
hay que tener valor para crecer y para hacer que vuestros hijos crezcan
con esa dignidad, con esa fortaleza, con ese espíritu de esperanza, con
ese coraje que habéis tenido vosotros en el momento de las heridas.
Mi deseo es que nunca falte la fortaleza, la esperanza y las dotes de
laboriosidad que les distinguen. Que permanezca firme vuestra
intención de no ceder al desaliento ante las dificultades que aún
persisten. Efectivamente, mucho se ha hecho en el trabajo de
reconstrucción, pero es más importante que nunca un fuerte compromiso
para recuperar también los centros históricos: son lugares de memoria
histórica y son espacios indispensables de la vida social y eclesial.
Estoy seguro de que no faltará la buena voluntad de todos los actores
involucrados, para garantizar que esas obras necesarias para el bien
común se realicen rápidamente.
Frente a vuestra catedral, símbolo de la fe y la tradición de este
territorio y seriamente dañada por el terremoto, elevo con vosotros al
Señor una ferviente plegaria por las víctimas del terremoto, por sus
familias y por todos los que todavía viven en situaciones precarias.
¡Que el Señor haga que cada uno sienta su apoyo! He querido dejar en el
altar de la catedral un ramo de flores en recuerdo de los que nos han
dejado a causa del terremoto.
Queridos hermanos y hermanas, dentro de dos semanas celebraremos la
Pascua de Resurrección. La fuerza del Señor resucitado sostenga vuestro
esfuerzo para completar la reconstrucción y anime vuestra esperanza. La
Virgen María y vuestros santos patronos obtengan del Señor fortaleza
para las personas sometidas todavía a duras pruebas; consigan luz y
fortaleza para las mentes y los corazones para que se realice pronto lo
que todos esperan. Les doy las gracias, doy las gracias por el ejemplo
que han dado a toda la humanidad, el ejemplo del coraje, de salir
adelante, de dignidad. Les imparto de todo corazón a todos los aquí
reunidos y a toda la población, mi bendición”.
Y, por favor, os pido que recéis por mí. Gracias”.
in
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