El papa Francisco viajó este domingo a la ciudad italiana de Carpi y Mirándola, en el noreste de Italia
Mapa del centro histórico de Carpi |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 3 Abr. 2017).- Decidir de qué parte del
sepulcro estar, donde Jesús que es resurrección y vida, o en la de
Lázaro antes de la resurrección, donde huele a sepultura. Este fue el
mensaje central que el papa Francisco llevó este domingo a las
poblaciones de las zonas de Italia que sufrieron el terremoto de 2012,
visitándola ciudad italiana de Carpi y la de Mirandola.
El Santo Padre partió a las 8.15 en helicóptero del Vaticano y llegó a
la ciudad de Carpi en el campo de rugby “Dorando Pietri”, donde fue
recibido por las autoridades civiles y religiosas. Allí el alcalde de
Carpi, Alberto Bellelli, le regaló al Santo Padre un ladrillo del Campo
de concentración de Fossoli, del fascismo y nazismo, durante la II
Guerra mundial.
Poco después el Papa llegó al la Piazza Martiri (Plaza de los Mártires), donde a las 10.30, presidió la celebración eucarística. Recordando en la homilía el
milagro de la resurrección de Lázaro el Papa señala a esta población
que se levanta después del terremoto de 2012, una frontera: “Por una
parte está la gran desilusión, la precariedad de nuestra vida mortal
que, atravesada por la angustia de la muerte, experimenta a menudo la
derrota, una oscuridad interior que parece insuperable”. Y “por la otra,
está la esperanza que vence la muerte y el mal y que tiene un nombre;
la esperanza se llama: Jesús. Él no trae un poco de bienestar o algún
remedio para alargar la vida, sino que proclama: ‘Yo soy la resurrección
y la vida; quien cree en mí aunque muera, vivirá’. Por esto dice:
‘quitad la piedra’ y grita a Lázaro con voz fuerte: ‘Sal’”.
Concluye así que “también nosotros estamos invitados a decidir de qué
parte estar. (…) Hay quienes se dejan encerrar por la tristeza y
quienes se abren a la esperanza. Hay quienes se quedan atrapados en las
ruinas de la vida, y quienes, como vosotros, con la ayuda de Dios,
reconstruyen con paciente esperanza”.
Concluida la santa misa le siguió la oración del Ángelus, en la que el Papa expresó dolor por el alud en Colombia; refiriéndose a los recientes disturbios en Venezuela y Paraguay pidió apertura al diálogo y evitar la violencia, y bendijo cuatro piedras
fundamentales de edificios que se construirán en Carpi, al mismo tiempo
que entregó una piedra de un templo destruido en Irak, para reconstruir
Carpi.
El Santo Padre prosiguió el itinerario y poco después de medio día
tuvo un encuentro en la capilla del seminario con los sacerdotes
diocesanos, los religiosos, religiosas y los seminaristas, donde el Papa
improvisó unas palabras, almuerzó con ellos y después se detuvo unos
minutos en la catedral.
Por la tarde el Pontífice partió al cercano pueblo de Mirándola y las poblaciones afectadas por el terremoto a las cuales dirigió unas palabras.
“En esta ciudad vuestra, que tiene aún las señales visibles de una
prueba tan dura, quiero abrazarles, así como a los habitantes de otras
zonas afectadas por el terremoto de mayo de 2012. Ya mi venerado
predecesor, el Papa Benedicto XVI, pocas semanas después de aquel evento
vino a este territorio para traer su solidaridad y aliento
personales”, recordó Francisco.
“Pienso en todo lo que han sufrido, las heridas, en las casas, en las
actividades productivas, en la iglesias y otros monumentos cargados de
historia, arte, símbolo de la espiritualidad y de la civilización de
todo un pueblo”. Sin olvidar las heridas internas de los seres queridos
que han perdido”. Indicó saber que las cicatrices se quedarán por toda
la vida y mirándolas, exhortó, “tengan el valor para crecer y hacer que
vuestros hijos crezcan con esa dignidad”.
Al final del encuentro, se dirigió en automóvil a la plaza de la catedral de Mirandola, otra de las poblaciones afectadas por el terremoto, desde allí a la parroquia de San Giacomo in Roncole
para depositar una ofrenda de flores en el monumento situado en la zona
adyacente a la parroquia, en recuerdo de las víctimas del movimiento
telúrico.
Concluida la visita y después de despedirse de las autoridades,
minutos ante de las 18 horas, el helicóptero que llevaba al Papa despegó
del campo de deportes adyacente a la parroquia para regresar a Roma,
donde llegó al el helipuerto del Vaticano poco después de una hora.
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