ReL 5 octubre 2015
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El padre Franco Cellana, misionero colaborador de Manos Unidas |
Franco Cellana, sacerdote italiano miembro de los Misioneros de la Consolata consolata, falleció con 73 años hace
unos días en su país. Lo recordarán los niños de los barrios marginales
de Nairobi, Kenia, y también sus colaboradores de Manos Unidas (www.manosunidas.org), la ONG católica española de ayuda al desarrollo.
"El padre Franco estaba dotado de un halo especial. Su grandeza física era solo comparable a su enorme corazón. Donde fuera, llenaba todo con su figura y su humanidad. Su labor cercana al pueblo que tanto quiso transcurrió entre diversas misiones en el país africano y su cargo como superior general de la orden en Nairobi", recuerdan en Manos Unidas.
Inés Pan de Soraluce, coordinadora de los proyectos que Manos Unidas apoya de Kenia, recuerda decenas de anécdotas de este sacerdote.
“Una vez a la semana, preparaba un picnic para los chicos de la calle. Pan y huevo frito y, sobre todo, mucho amor y atención”, comenta.
“Los chicos le querían tanto que, luego, cuando yo seguía mi camino por los barrios, me acompañaban, protegiéndome”. A Inés se le ilumina la cara cuando habla de Cellana; igual que él se le iluminaban los ojos cuando hablaba de “sus chicos” de Kenia, su prioridad en la vida.
"El padre Franco estaba dotado de un halo especial. Su grandeza física era solo comparable a su enorme corazón. Donde fuera, llenaba todo con su figura y su humanidad. Su labor cercana al pueblo que tanto quiso transcurrió entre diversas misiones en el país africano y su cargo como superior general de la orden en Nairobi", recuerdan en Manos Unidas.
Inés Pan de Soraluce, coordinadora de los proyectos que Manos Unidas apoya de Kenia, recuerda decenas de anécdotas de este sacerdote.
“Una vez a la semana, preparaba un picnic para los chicos de la calle. Pan y huevo frito y, sobre todo, mucho amor y atención”, comenta.
“Los chicos le querían tanto que, luego, cuando yo seguía mi camino por los barrios, me acompañaban, protegiéndome”. A Inés se le ilumina la cara cuando habla de Cellana; igual que él se le iluminaban los ojos cuando hablaba de “sus chicos” de Kenia, su prioridad en la vida.
Jóvenes de los barrios marginales de Nairobi que acudían a los programas de los misioneros |
El proceso de rehabilitación de esos pequeños era lento y laborioso. Antes de ofrecerles la posibilidad de acceder a una vida mejor, mediante el estudio y la formación,
había que identificarlos y ganarse su confianza. Llegó un momento en el
que los propios niños empezaron a acudir al centro, solicitando ser
admitidos.
Los Misioneros de la Consolata y Manos Unidas colaboraron en consolidar dos cooperativas artesanales donde no solo aprenden un oficio sino que participan de los beneficios de las ventas de los productos elaborados por ellos.
Muchos añoran ahora al padre Cellana, su palabra certera, su mirada cargada de amor y su enorme abrazo fraterno.
Los Misioneros de la Consolata y Manos Unidas colaboraron en consolidar dos cooperativas artesanales donde no solo aprenden un oficio sino que participan de los beneficios de las ventas de los productos elaborados por ellos.
Muchos añoran ahora al padre Cellana, su palabra certera, su mirada cargada de amor y su enorme abrazo fraterno.
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