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sábado, 13 de abril de 2019

Andrés, 18 años de «vida gay» y ahora acompañado en Alcalá: «La castidad ha significado libertad»

Ha decidido contar su testimonio tras la virulenta campaña contra el obispo Reig


Andrés tiene 41 años y lleva más de 6 siendo acompañado en Alcalá. Antes llevó 18 años de vida gay




Andrés tiene 41 años, hizo pública su homosexualidad a los 16 años y durante 18 años llevó lo que él llama una "vida gay". Durante 12 años tuvo como pareja a otro hombre, pero en un momento dado se dio cuenta que este estilo de vida que llevaba no le llevaba a la plentitud que esperaba.
Después de un tiempo este hombre empezó a ser acompañado por orientadores del COF de de la diócesis de Alcalá. De eso hace ya seis años, y en este momento siendo casto asegura que ha encontrado la felicidad que antes no consiguió tener.
Su testimonio es uno de los más de 100 de personas con proyección hacia personas del mismo sexo (PMS) que han sido acompañados estos años en Alcalá y que han decidido publicar sus testimonios ante la virulenta campaña que se produjo la pasada semana contra el obispo Reig y este tipo de ayuda.
Esta es la historia de Andrés: 
La otra salida del armario que decidí coger libremente
En 1993 decidí salir del armario en mi entorno rural. Tenía 16 años, mi familia y amigos asumieron mi identidad gay, me acogieron, respetaron y apoyaron. Tuve un novio 12 años y disfruté de todos los alicientes de un estilo de vida abiertamente homosexual. El caso es que tras 18 años viviendo la vida gay, el 2 de marzo de 2012 llegué a la conclusión (sin la mediación de nadie) de que mi atracción al mismo sexo (la mía, ojo, solo la mía) nunca me llevó a la plenitud afectivo-sexual que tanto ansiaba.
Entendí además que mis deseos homosexuales estaban relacionados con una serie de traumas que viví en mi infancia. A partir de ahí, y todavía viviendo con X - el que fue mi pareja más de una década - dejé de identificarme como gay. Fue entonces cuando decidí buscar a gente que hubiera llegado a las mismas conclusiones que yo. Y después me encontré con el Obispado de Alcalá. 
Tanto antes como ahora, no me supone el menor problema admitir que me atraen los hombres, pero lo que inicialmente me parecía una identidad buena, hoy me parece un problema del que prefiero estar cuanto más lejos, mejor. 
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Esta idea que tantos rasgados de vestiduras genera actualmente, es la que nos mueve libremente a todos los que vamos allí. Puede gustar o no gustar, podemos estar confundidos a acertados, pero somos libres de pensar lo que nos dé la gana de nosotros mismos. Y con la misma libertad con la que viví mi identidad gay, hoy la rechazo porque creo que no me hace bien.  
Si en el 93 pedí tolerancia para que aceptaran a una minoría, hoy pido lo mismo.
Dentro del colectivo de personas que sentimos atracción al mismo sexo, hay otra minoría: los que aceptando nuestras atracciones homosexuales, decidimos no vivir conforme a ellas. Entiendo pues que, con la misma libertad con que un hombre decide transformarse hoy en día en mujer, yo debería tener el mismo derecho a buscar la ayuda y los apoyos que considere oportunos para sanar las profundas heridas que arrastro desde la infancia y tratar de renunciar o minimizar mis deseos homosexuales, aunque persistan toda la vida.  
Mi experiencia en EPE
Una de las ideas más potentes que aprendí en Es Posible la Esperanza es el hecho de que no se trata de acabar con los deseos homosexuales, sino de renunciar a ellos y de darles un sentido. Lo curioso es que esa premisa me ha llevado a vivir los años más felices de mi vida.
Para cualquier profano en la materia, la castidad puede sonar a cachondeo o tortura... pero para mí ha sido todo lo contrario, para mi ha significado libertad, capacidad para llevar las riendas de mi vida, capacidad para amar más a los demás y sobre todo "sentido existencial". 
Creo por lo que he visto que esto es lo que obtenemos todos del itinerario. Habría estado bien, en pro del rigor y la veracidad informativa, que nos hubierais preguntado a muchos de los que hemos pasado por allí, estoy seguro de que habríais recabado muchos testimonios en esta línea. 
Aprovecho para mostrar mi solidaridad y apoyo a monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá, al COF de Alcalá y a B.V. Aprovecho también para pedir a la Iglesia Católica que salga en defensa de su doctrina y que no se achante ante las amenazas totalitarias del lobby LGTB. 
Un saludo, Andrés. 


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