Invertir es siempre una opción moral y cultural, dijo San Juan Pablo II
Es posible invertir con criterios éticos, incluso específicamente católicos, y lograr rentabilidad |
ReL 20 octubre 2016
ReL publica a continuación unas
reflexiones de Borja Barragán Frade, director de la banca Julius Baer en
Madrid, acerca del valor ético y religioso de la inversión en bolsa
cuando se dan ciertos criterios éticos, que argumenta contra 3 mitos
comunes a veces entre católicos (y no sólo católicos).
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Uno de los grandes dilemas que nos encontramos los católicos en nuestro día a día es cómo gestionar el dinero de forma coherente con su fe. ¿Cómo invertir? ¿Cómo gestionar unos bienes que en muchos casos son simplemente dinero líquido o acciones, bonos o fondos de inversión?
Una de las primeras cuestiones que le surgen a uno es si el dinero es un bien o es un mal y la respuesta es ninguna de las dos anteriores. Lo que convierte al dinero en un bien o un mal es cómo nos relacionamos con él, cómo lo obtenemos y cómo lo empleamos. Por tanto, hacer un uso correcto de los bienes dependerá no sólo en el uso que hagamos del rendimiento de esos bienes sino también en cómo se obtiene ese rendimiento (parábola de los talentos), ya que invertir en un determinado sector y no en otro es ya de por sí una herramienta y un testimonio de evangelización. Invertir es siempre una opción moral y cultural En el año 1991, el Papa San Juan Pablo II, escribió en su encíclica Centessimus Annus que “la opción de invertir en un lugar y no en otro, en un sector productivo en vez de otro, es siempre una opción moral y cultural. Dadas ciertas condiciones económicas y de estabilidad política absolutamente imprescindibles, la decisión de invertir, esto es, de ofrecer a un pueblo la ocasión de dar valor al propio trabajo, está asimismo determinada por una actitud de querer ayudar y por la confianza en la Providencia, lo cual muestra las cualidades humanas de quien decide.” De estas palabras de San Juan Pablo II podemos deducir que los católicos tenemos una responsabilidad sobre cómo invertimos e implementarlo no siempre es fácil ya que uno de los peligros que tiene ser poseedor de bienes es que éstos muchas veces actúan como generadores de autosuficiencia y seguridad (“The psychological consequences of money”, Science 314 (2006) Vohs, Mead y Goode) que nos hacen aferrarnos los bienes y que limitan nuestra capacidad de invertir con responsabilidad. Acercar la Doctrina Social al inversor Sin embargo, acercar la Doctrina Social de la Iglesia a algo que puede parecer tan alejado de ella, como es la gestión de los bienes materiales, es posible, aunque no es fácil que esté al alcance de todo el mundo por dos razones. La primera hace referencia a la dificultad para acceder a la información necesaria para identificar qué compañías entran en conflicto con la Doctrina Social de la Iglesia y cuáles no. En segundo lugar, por el momento no existe una directriz clara y consensuada proveniente de una entidad eclesiástica (por ejemplo, el Vaticano) que recoja en un solo documento cómo debe ser la aproximación de los católicos a la hora de invertir. Sin embargo, sí existen Conferencias Episcopales, como la americana, que, basándose en diferentes documentos doctrinales y cartas pastorales, han elaborado una completa guía de inversión socialmente responsable, que se ha convertido en referencia en el mundo inversor católico que quiere invertir conforme a su fe católica (del inglés faith-consistent investing). Los criterios de los obispos de EEUU, en Temperantia Decíamos en el párrafo anterior que acercar la Doctrina Social de la Iglesia al mundo de la inversión es posible y ejemplo de ello es que recientemente ha sido lanzado un fondo de inversión en España, llamado TEMPERANTIA que tiene como objetivo invertir siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia con profesionalidad, objetividad y transparencia. Para ello, se sirven de los criterios de la Conferencia Episcopal Americana (aquí, en su web usccb.org en inglés) los cuales se nutren de diferentes fuentes como es la Doctrina Social de la Iglesia, documentos doctrinales y disciplinares de la Congregación para la Doctrina de la Fe y cartas pastorales como Justice for All: Cathollic Social teaching and the US Economy. TEMPERANTIA toma estas directrices y las implementa en la selección de sus inversiones no solo aplicando criterios excluyentes (no invirtiendo en compañías que atenten contra una serie de principios), sino también tomando una actitud proactiva valorando iniciativas positivas en la selección de las compañías en las que invierte y que se resumen de la siguiente manera:
Si antes mencionábamos que una de las grandes barreras para invertir siguiendo criterios era esa falsa seguridad que nos dan los bienes y que tienden a que nos aferremos a ellos,
otro de los grandes impedimentos son los mitos y falsas creencias sobre
las inversiones (y sobre todo cuando se quiere invertir aplicando
criterios católicos) que son comúnmente aceptados y que conviene
analizar por si merecen ser desenmascarados.
Mito 1: “La renta variable es moralmente rechazable. ¿Por qué incorporar renta variable en una cartera de inversión?”
Siguiendo la invitación de Caritas in Veritate de Benedicto XVIde “evitar
que el empleo de los recursos financieros esté motivado por la
especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio
inmediato, en vez de la sostenibilidad de la empresa a largo plazo” (CV, N.40) la inversión en renta variable debe responder a criterios de inversión donde prime la sostenibilidad, buscando la preservación de capital en el tiempo.
Por tanto, contrario a la visión quizás más popular de que la renta
variable es nociva y responde puramente a motivaciones especulativas,
tener una cartera diversificada con un componente en renta variable que
siga las directrices mencionadas en Caritas in Veritate, parece
tener sentido desde un punto de vista financiero, sobre todo si miramos
la siguiente gráfica que muestra el comportamiento de los diferentes
activos financieros en EEUU desde 1926 hasta nuestros días (fuente:
Morningstar, Ibbotson, SBBI).
La gráfica muestra cual hubiera sido el rendimiento obtenido en 2016 si hubiéramos invertido un dólar en 1926 en 4 tipos de activos diferentes -acciones de pequeñas compañías (línea azul oscuro), acciones de grandes compañías (azul claro), bonos del gobierno americano (línea naranja) y letras del tesoro americano (línea verde).
Como se puede observar, el rendimiento es notablemente superior en el
caso de las inversiones en acciones (línea azul clara y oscura) y
notablemente más modesto si se hubiera invertido en renta fija
americana.
Mito 2: ¿Tienen los eventos Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo (ASG) un impacto en la rentabilidad?
La gran mayoría de los denominados “fondos éticos” incorporan en sus criterios de selección de inversiones una serie de criterios ambientales (eficiencia energética, toxicidad de emisiones y residuos), sociales (cuidado del capital humano, salubridad y seguridad) y de buen gobierno corporativo (conducta del comité de dirección, prácticas anticompetencia…).
Cabría pensar que aplicar este tipo de criterios en la selección de
inversiones no tiene impacto alguno en la rentabilidad de los valores
elegidos, ya que al inversor lo único que le importa es simplemente que
las compañías tengan beneficio económico.
Sin embargo, la sensibilidad de la comunidad inversora hacia las inversiones socialmente responsables (en el reporte de Eurosif de 2014 podemos ver el considerable crecimiento en este tipo de activos pasando de EUR 6.9bn en 2005 a 58bn en 2013 - https://www.eurosif.org/- )
ha provocado que las compañías cada vez estén más concienciadas en que
deben cumplir con un buen comportamiento ASG o pueden ser castigadas en
su cotización.
Podemos ver este cambio de tendencia en el siguiente gráfico, el cual
nos muestra la evolución de la cotización de una serie de compañías pre-
y post un evento ASG (como por ejemplo una filtración de petróleo en el
mar) antes de 2008 y después de 2008:
Como se puede observar en el gráfico, antes de 2008 la cotización de las
compañías (línea azul) una vez ocurrido el evento ASG se mantenía
inalterada o incluso subía su cotización pocas semanas después de haber
tenido lugar un evento ASG.
Sin embargo, podemos ver que a partir de 2008, la comunidad es
mucho más sensible a este tipo de eventos ASG, lo que se refleja en el
castigo que recibe su cotización ante la ocurrencia de un evento ASG negativo.
La conclusión que sacamos de esto, es que se está entrando en un círculo virtuoso
donde las compañías, dado el creciente interés por parte de la
comunidad inversora, se esfuerzan por cumplir con los criterios ASG y
que por tanto, aquellas que no cumplen, en caso de un evento ASG sobrevenido, pueden ver castigada su cotización en bolsa.
Este hecho es importante, ya que aquellas carteras y fondos de inversión
que no contemplen el comportamiento ASG de las compañías en su proceso
de selección de inversiones, pueden ver seriamente mermada la
rentabilidad de sus carteras.
El caso más reciente lo podemos encontrar en Volkswagen en septiembre de 2015 al
descubrirse que las emisiones de sus vehículos diésel estaban
manipuladas. La compañía perdió en un solo día un 25% de su
capitalización y llegó a perder un 40% en dos semanas.
Mito 3: Aplicar criterios Católicos a la hora de seleccionar inversiones ¿reduce la rentabilidad?
Desde el punto de vista de un inversor, es comúnmente aceptado que los
fondos éticos, por el hecho de aplicar filtros y excluir determinados
sectores (lo que reduce el universo inversor), son automáticamente menos
rentables que los fondos de inversión habituales.
Este sentimiento se ve aún más exacerbado si los criterios a aplicar a
la hora de seleccionar las inversiones siguen la Doctrina Social de la
Iglesia.
Sin embargo, en el siguiente gráfico podemos ver que este planteamiento no es necesariamente válido:
El gráfico nos muestra el comportamiento de cuatro índices durante
Octubre 2008 hasta nuestros días, probablemente uno de los periodos en
los mercados financieros más complicados de los últimos años (quiebra de Lehman Brothers, crisis crediticia, crisis rusa, Brexit, etc):
¿Qué conclusiones se pueden sacar al ver el gráfico?
En definitiva, si el hecho de invertir supone una opción moral, merece
la pena dedicar un poco de nuestro tiempo no sólo a cómo utilizamos
nuestros bienes, sino también a dónde los invertimos, y es muy positivo
ver cómo nacen alternativas de inversión como Temperantia,
que faciliten a los inversores la posibilidad de implementar la
Doctrina Social de la Iglesia también en el ámbito de las inversiones de
una manera novedosa, creativa y transparente, cuidando simultáneamente
el rendimiento financiero y el impacto social de la inversión.
in
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