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sexta-feira, 3 de abril de 2015

La propietaria del mejor restaurante de Taipei se bautizó tras quedar «fascinada» por la Última Cena

Destaca la «paz» que le ha traído su conversión

Purple, una mujer de éxito en una gran ciudad de negocios de Asia.
Actualizado 2 abril 2015


Purple es la propietaria de un conocidísimo restaurante en Taipei, que este año ha sido de nuevo considerado, por quinta vez en seis años, el mejor de la ciudad taiwanesa. Hace cuatro años se acercó al cristianismo y justo hace tres recibió el bautismo, la noche de Pascua.

"La noche de Pascua del 7 de abril de 2012 fui bautizada en la parroquia del Sagrado Corazón de Taipei por el padre Ignacio, que entonces era el párroco", explica para Asia News: "Había hecho seis meses de catecismo después de haber sido invitada por otro querido amigo, que me introdujo en la vibrante comunidad cristiana del centro de la ciudad. Antes pensaba que en mi vida había demasiadas presiones: en mi familia, en el trabajo... La paz que recibí poniendo en práctica el Evangelio, es seguramente la cosa más importante en lo que se refiere a mi fe. Debo todo a esta paz interior, también el éxito de mi actividad profesional".

La visión comunitaria de una mujer de negocios

"Soy una empresaria y veo las cosas a largo plazo", explica: "Mi lema es Hacerlo mejor y de otra forma. Noto que este modo de ver las cosas funciona con mis compañeros de trabajo, que tengo talento para mejorar las situaciones, porque muchos me lo dicen y creo que es algo que Dios me dio. No depende de mí. Esto me da mucha alegría, porque veo que las situaciones se pueden mejorar. Me gusta colaborar con los demás: estar en comunidad, en la parroquia, me pone muy contenta. Es la ocasión de encontrar una plenitud de vida y de valores".

En su opinión, "las dinámicas de la vida comunidad y de la vida profesional, en una empresa de restauración, son a menudo muy similares: es necesario discutir y llegar a una decisión. En este sentido una crítica constructiva es mejor que el silencio: criticar para mejorar es una cosa buena y el poder aceptar las críticas es un gran mejoría".

Purple estudió Administración de Empresas en Inglaterra, donde conoció a un amigo italiano con quien pensó la idea de enriquecer la oferta gastronómica de Taiwan: "Vino y helado al inicio, después hemos abierto cosas más grandes. Otro amigo enseñó a nuestros empleados a hacer helado de calidad excelente. Partimos de una simple heladería, todo el producto era fresco y artesanal. Luego hemos abierto dos restaurantes, obviamente no de la noche a la mañana: fue un largo camino, pero con las ideas claras en la cabeza".

Convertida por la Última Cena
¿Cómo fue su conversión al catolicismo? "Descubrí a Jesús y me quedé fascinada con la Última Cena. Jesús dio pan y vino a los discípulos para el cuerpo y para el espíritu, y yo entendí que hacer un restaurante era para nosotros una misión de Dios. Cuando comen y beben refinadamente, las personas se sienten contentas y se abren al amor de Dios y de Jesús".

Dos de las claves del éxito de Purple en su restaurante son la calidad del producto y el esmero en la atención personal: "Hemos formado a muchas hermanas aquí en Taipei para que cocinaran bien. ¡Con buenos ingredientes se puede sentir el gusto del Evangelio! Servimos a muchos clientes y tenemos fama por la atención que ponemos en la calidad. Luego llegaron los premios oficiales. Siempre queremos hacer el bien, comenzando de los pequeños detalles. La gente lo entiende. Indudablemente muchas personas nos han ayudado a mejorar y a entender mejor lo que realmente necesitan. Al fin de cuentas entendemos que lo que desean es el amor de Jesús".

¿En qué sentido? "Jesús me ayuda a entender mejor a los clientes y a mejorar nuestras relaciones. Cada uno necesita del amor, y Jesús es la mejor respuesta. Yo no tengo miedo de decirlo: soy católica y mejoré como persona cuando hice esta elección. Es esto lo que me dicen mis familiares. Mis actitudes y mi visión de la vida mejoraron y cambiaron. Pero yo no me detengo, soy perfeccionista y ¡quiero mejorar aún más!"

Y apunta de dónde extrae las fuerzas para ello: "¿Qué me da una fuerza particular? Cada domingo participo en la misa y saco un beneficio enorme. Agradezco a Jesús que me dé la oportunidad de conocer a una gran comunidad en la cual advierto el soporte de Dios. Me da una fuerza inigualable. ¿Cómo veo mi futuro? Mi futuro tiene que ver con el de ayudar todavía a más gente. Si puedo ayudar a más gente y agrandar la comunidad, un número mayor de personas podrá descubrir los verdaderos valores de la vida. Yo quiero tener la fuerza de Dios para ayudar aún más a las personas. Esto es lo que realmente siento. Todo aquello que he recibido gratis, lo quiero dar gratis, ¡con la ayuda de Dios!".



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