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sábado, 16 de agosto de 2025

Joven, converso, soldado y barba de vikingo: así es Hansen, el nuevo obispo de la diócesis de Oslo

A sus 46 años, pastorea una demarcación que crece gracias a la inmigración  

"Ni luché contra mi vocación ni me he arrepentido de haberle ofrecido mi vida a Dios".TOR STENERSEN/KATOLSK.NO

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15.08.2025 | 17:25  Actualizado: 

Fredrik Hansen tiene 46 años y es el actual obispo de Oslo (Noruega). Diplomático del Vaticano y profesor del seminario, el joven obispo sucedió el pasado julio al obispo Bernt Eidsvig, quien dirigió la diócesis durante dos décadas de transformación en las que la población católica se expandió notablemente.

Hay que señalar que Noruega consta de tres jurisdicciones de rito latino: la Diócesis de Oslo, la Prelatura Territorial de Trondheim y la Prelatura Territorial de Tromsø.

La primera señal de cambio en la Iglesia local llegó en 2019, con el nombramiento del entonces obispo Erik Varden, de 45 años, como responsable de la Prelatura Territorial de Trondheim. La llegada de Hansen a Oslo ha sido el segundo gran paso.

Luterano hasta los 20 años

Pero, la trayectoria de Hansen hacia la diócesis de Oslo ha tenido giros bastante sorprendentes. Hasta los 20 años, el nuevo obispo fue miembro de la alta Iglesia luterana. Su cambio a la Iglesia católica coincidió, además, con el llamado al sacerdocio.

Con su ordenación en 2007, a los 27 años, comenzó un viaje que lo llevaría a algunas de las grandes ciudades del mundo, como Londres, Roma, Viena y Nueva York. En noviembre de 2024, Francisco lo nombró obispo coadjutor de Oslo.

Su paso a la Iglesia católica coincidió con el llamado al sacerdocio.KATOLSK.NO

El obispo Hansen ha contado su testimonio, y los retos de su nueva diócesis, en una entrevista para The Pillar.

"Fui miembro activo y comprometido de la Iglesia Luterana de Noruega durante mis últimos años de secundaria. Seguía de cerca los numerosos enfrentamientos entre los luteranos de aquella época", comienza diciendo.

"Los desacuerdos sobre la comunión eucarística y el papel de los obispos en esa iglesia, y que los servicios eran ocasionales en mi parroquia, me llevaron a cuestionar mi pertenencia a la entonces Iglesia estatal de Noruega", reconoce.

"Siendo un lector ávido y un luterano que se había inclinado hacia la transubstanciación, y con una comprensión más apostólica de la Iglesia, busqué la parroquia católica local y la instrucción en la fe. El resto, como dicen, es historia", relata Hansen.

Una Iglesia creciente

A sus 46 años, el joven obispo ha vivido en una lista notable de lugares del mundo, entre ellos Londres, Roma, Tegucigalpa, Viena, Nueva York y Baltimore.

"La providencia me ha acercado al Señor y a su pueblo en muchos lugares y en diversas funciones. Cuando fui designado para servir en Oslo, comenté a nuestra revista católica que en dondequiera que he estado, y sea lo que sea que se me haya encomendado hacer, he sentido gran alegría y paz".

"Desde que sentí la llamada al sacerdocio no me he preguntado qué rumbo tomaría mi vida. Ni luché contra mi vocación ni me he arrepentido de haberle ofrecido mi vida a Dios", asegura.

"En el colegio me interesaba la política y pensé en hacer la carrera militar. Pero estos planes pronto se desvanecieron. Encontré la perla valiosa en una vida dedicada a la Iglesia".

Sobre la Diócesis de Oslo, que ahora le toca pastorear, comenta: "Imaginemos que es la Iglesia universal, con todos sus idiomas y culturas, concentrada en menos de 30 parroquias, que suman quizás 250.000 miembros, en un contexto nominalmente protestante y en una sociedad secularizada, pero que está despertando lentamente a la necesidad de Dios".

"En el colegio, me interesaba la política y pensé en la carrera militar".KATOLSK.NO

"Si a eso añadimos unos 90 sacerdotes, un número creciente de seminaristas, 15 pequeños conventos y la celebración milenaria de nuestra evangelización a través del martirio de nuestro santo patrono dentro de sólo cinco años, tendremos una idea de lo que es la Diócesis de Oslo", explica.

Hansen cree que ahora hay una mayor apertura al catolicismo en Noruega. "Se ha producido un cambio hacia una mayor apertura. Las razones son numerosas: la visita del Papa San Juan Pablo II en 1989, el creciente número de noruegos que han visitado países católicos como España e Italia, el interés social y cultural por la religión y una profunda sed espiritual".

"El rápido crecimiento de la Iglesia en los últimos 20 años también nos ha hecho mucho más visibles. La cobertura a gran escala en los medios noruegos de la muerte del Papa Francisco y la elección del Papa León habría sido algo impensable antes".

Como obispo de Oslo, el popular obispo Erik Varden es su vecino episcopal. "Nos conocimos cuando yo estaba en el seminario y él era monje en el Monte San Bernardo, Inglaterra. Luego coincidimos durante un tiempo en Roma". 

"Desde mi nombramiento, hablamos a menudo y nuestra colaboración episcopal está tomando forma, incluso en temas como el compromiso social y político de la Iglesia y la distribución de sacerdotes en las tres jurisdicciones de Noruega".

"A veces bromeamos diciendo que hemos encontrado la forma óptima de división del trabajo: Él predica y enseña, yo, como canonista, escribo decretos".

En este punto, la entrevista da un giro hacia algo más anecdótico, pero que aporta mucha información sobre su perfil. Sobre por qué los prelados occidentales suelen ir bien afeitados, mientras que los obispos orientales llevan barba, contesta: "Es una preferencia personal, que mantengo desde mi época como soldado reclutado en el ejército noruego, destinado en la frontera rusa".

"En dos ocasiones, en Roma, algunos obispos me señalaban la barba: uno supuso que era un fraile capuchino y el otro, que era un sacerdote católico oriental. Corregí el error y comenté que era de Noruega. La mirada que recibí de ambos parecía decir: 'Eran vikingos, la barba tiene todo el sentido'", concluye.




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