Páginas

domingo, 10 de agosto de 2025

Hindemith: el compositor que convirtió en música el Cristo de Grünewald y el San Francisco de Giotto

Paul Hindemith dirige a la Orquesta Sinfónica de Chicago en un concierto del 7 de abril de 1963.

Paul Hindemith dirige a la Orquesta Sinfónica de Chicago en un concierto del 7 de abril de 1963.

Juan Diego Caicedo González
10.08.2025 | 07:49  Actualizado: 


    La primera consideración que hace el sabio sacerdote, matemático y filósofo Boecio (480-525 d.C.) en su obra Sobre el fundamento de la música es la siguiente: 

    • “La música por naturaleza está conjuntada con nosotros, y las costumbres o las ennoblece o las pervierte”. 

    La música y su impacto moral

    Ya Platón y, sobre todo Aristóteles en su Política, habían hablado de una música que hace un gran bien socialmente y de otra que produce efectos exactamente contrarios. Beocio, para quien la música, con un sentir propio de los antiguos, era, ante todo, una ciencia, continúa: 

    • “La música, en realidad, no está ligada solo a la especulación, sino también a la moralidad”.

    Tres clases de música

    Para el ilustre romano, que moriría en Pavía, condenado a muerte por intrigas políticas en tiempos de la caída definitiva de Roma, hay tres clases de música: la mundana, la humana y la instrumental

    • La primera se observa con claridad “en las cosas que se pueden ver en el propio cielo o bien en el ensamblaje de los elementos o bien en la diversidad de los tiempos”. Anteriormente, Platón, en el Timeo, había sostenido que la creación del mundo le había conferido al cosmos un carácter de orden eminentemente musical
    • La música humana, por su parte, es la que es capaz de mezclarle al cuerpo no solo “aquella vivacidad incorpórea de la razón" sin la cual, como para San Agustín, no puede haber música como tal, sino "una especie de ensamblaje y, por así decirlo, atemperamiento de voces graves y leves que consigue como una única consonancia”. 
    • La tercera clase de música es la compuesta y ejecutada por voces e instrumentos, como lo es para nosotros hoy la música, en general.

    Hindemith, Kepler y la armonía del mundo

    El astrónomo Johannes Kepler (1571-1630) intentó establecer las leyes del movimiento planetario, entendiendo que debían encontrar correspondencia con las leyes pitagóricas de la armonía, la “música de las esferas” que Pitágoras, el filósofo presocrático, concebía como la armonía de voces de las almas que cantaban eternamente, habitando en los planetas y cuerpos siderales al experimentar su transmigración, con la muerte, hacia dichas esferas. Pitágoras, matemático también, fue el primero en postular la idea de intervalos musicales, cuantificables y medibles en términos de proporciones armoniosas. Se trató entonces de darle vuelo a toda una teoría de la música mundana.

    Paul Hindemith.

    El compositor y músico alemán Paul Hindemith.

    En La armonía del mundo, la ópera de Paul Hindemith (1895-1963), Kepler ha estado al servicio de los emperadores del Sacro Imperio Rodolfo Fernando II; no ha compartido los planes de Wallenstein, el caudillo militar de la corte católica en la Guerra de los Treinta Años, en el sentido de que éste pretende hacerse valer de las leyes de la armonía del mundo para su proyecto político. La época es conflictiva; los príncipes electores le exigirán al emperador Fernando el asesinato del que termina siendo un traidor, Wallenstein, personaje del gran drama histórico del mismo nombre, una trilogía, de Friedrich Schiller. En vísperas de su muerte, Kepler, haciendo un balance de su vida, llega a la conclusión de que todo ha sido “en vano”. La ciencia no ha podido responder a sus preguntas fundamentales. Cuando llega el momento del último suspiro, el astrónomo, en visión celestial, escucha las armonías celestes encarnadas en voces de estrellas y planetas personificados. El Sol, Mercurio y Venus, que han sido testigos de la muerte de Wallenstein; la Tierra, la Luna; Marte, Júpiter y Saturno cantan también: “Todos ellos son partes del gran sonido, una voz en el coral de Dios, ignorantes de Su naturaleza”. Todos ellos vienen a ser elementos de la gran armonía del mundo.

    La ópera, prácticamente desconocida por el grueso del público del teatro musical, se ha grabado solo una vez en el mundo del disco

    • La única grabación existente de 'La armonía del mundo' de Paul Hindemith.

    Exhala una grandeza y una sonoridad inusitada indiscutibles; para algunos hindemithianos es la obra maestra del compositor alemán. Solo años después de su muerte, prácticamente en los últimos años, ha sido reconstruida y redescubierta gracias, entre otras, al interés de Marek Janowski, director de orquesta polaco nacionalizado en Alemania.

    Hindemith (1895-1963) compuso una síntesis instrumental de la ópera, una sinfonía titulada La armonía del mundo, en tres movimientos, siguiendo las denominaciones boecianas: Música mundana, música humana y música instrumental.

    • La sinfonía 'La armonía del mundo', síntesis de la ópera, compuesta por Hindemith en 1951.

    El pintor iluminado en música

    Matías, el pintor es otra ópera de Hindemith, igualmente con libreto de su autoría. Prohibida su representación, el hecho obligó al pintor a exiliarse al ser acusado por el régimen del Tercer Reich de crear “música degenerada”. 

    La ópera relata las dudas agobiantes y los interrogantes sobre su arte que se plantea el gran pintor Matthias Grünewald (c. 1475-1528), el autor del célebre retablo del altar de Issenheim, cuya imagen de Cristo ad portas de la sepultura ha sido objeto de veneración universal.

    Matthias Grünewald, Retablo de Issenheim (c. 1515).

    Matthias Grünewald, Retablo de Issenheim (c. 1515).WIKIPEDIA

    En la ópera el pintor es victima y testigo de los dos más grandes acontecimientos de su época: las revueltas campesinas y el surgimiento de la Reforma de Lutero. Artista al servicio de la corte de Maguncia, más precisamente del cardenal Alberto de Brandenburgo, Matías reacciona ante la violencia y los abusos de que son objeto los campesinos por parte de sus patronos nobles. La injusticia y el derramamiento de sangre hacen que vacile entre la dedicación a su arte y lo que la izquierda brechtiana llamaba en los tiempos de la composición de la obra “el compromiso social”, consigna con la que Hindemith llegó a simpatizar por un tiempo. Pero, ya en el campo de batalla, el pintor se encuentra con que los sublevados llegan a ser tanto o más crueles que sus opresores. Defiende a una condesa amenazada de ultraje por unos campesinos combatientes que han asesinado vilmente a su esposo.

    De regreso a Maguncia, Matías vuelve a su trabajo en el retablo. Está ya convencido de que su misión es hacer arte para la gloria de Dios y no otra cosa. El “compromiso” es con su obra al servicio de la Humanidad, nada más. Alemania está dividida entre católicos y protestantes; el cardenal Alberto cede ante las exigencias de estos últimos y abraza la causa de Lutero, que lo incita a abandonar el celibato y casarse. A lo largo de la ópera las voces de los seguidores del implacable y resentido reformador se escuchan con insistencia.

    El compositor, al igual que el pintor, no oculta sus simpatías hacia ellos, pero, en un inusitado final, Matías, transformado místicamente en la figura de San Antonio Abad -ha estado pintando las imágenes de los demonios tentando al santo-, escucha a Alberto, transformado a su vez en San Pablo, palabras de raigambre mucho más católica que protestante pues, al fin y al cabo, la Reforma terminaría desterrando para siempre la pintura y las imágenes de las iglesias:

    • Recibiste un don sobrehumano para el arte. Fuiste ingrato e infiel, cuando negaste el don divino. Te alejaste de la gente cuando fuiste a ella, renunciando a tu misión. Vuelve a ambos: que todo lo que creas sea una ofrenda al Señor, para que en cada obra Él esté presente. Si humildemente te inclinas ante tu hermano para ofrecerle, desinteresadamente, lo más sagrado de tu arte, estarás fuertemente adherido y libre como un árbol al suelo”.

    El dramatismo de las pinturas, de una profunda religiosidad, es exaltado en la ópera con una orquestación suntuosa y mayestática. Las voces solistas y, sobre todo, los coros, dan fe de una concepción musical afincada en lo espiritual y trascendente.

    • Ópera 'Matías, el pintor' de Hindemith, sobre el pintor Matthias Grünnewald.

    El compositor quiso resumir también en una sinfonía, titulada igualmente Matías, el pintor, el contenido de su ópera y lo dividió, como en el caso anterior, en tres movimientos: Concierto de ángelesLa Sepultura La tentación de San Antonio, cada uno de los cuales es una versión musical de motivos pictóricos de los ocho paneles del retablo de Grünewald. La obra es interpretada a menudo -menos que la ópera- en los programas de concierto de las principales orquestas del mundo.

    • Sinfonía de 'Matías, el pintor'.

    San Francisco en la danza

    En octubre de 1936, el coreógrafo Léonide Massine, que había sido miembro de los Ballets Rusos de Serguei Diaghilev, le propuso a Hindemith la composición de un ballet. 

    Al poco tiempo, éste visitó la iglesia de la Santa Cruz de Florencia, donde yacen enterradas notables figuras de la cultura italiana, al lado de tumbas simbólicas de otras, realmente sepultadas en diversos lugares. 

    El compositor, siempre sensible a las temáticas religiosas, se enfervorizó sobremanera contemplando las pinturas de Giotto relativas a la vida de San Francisco y le comunicó a Massine, inicialmente escéptico sobre el proyecto, su idea de basar el ballet en esa vida sublime. 

    • Los frescos de Giotto en la basílica superior de San Francisco de Asís.

    Y así fue. Once números musicales acompañan seis escenas en las que se representan momentos esenciales de la hagiografía franciscana fundadora

    La obra, casi nunca llevada a la escena por la magnitud de sus exigencias, sobre todo espirituales, fue sintetizada de nuevo por Hindemith en una suite orquestal, esta sí integrante del habitual repertorio sinfónico; música que transporta al oyente a lo más encumbrado de la experiencia religiosa.

    • 'Nobilissima visione' (1938) de Hindemith, sobre distintas estampas de la vida de San Francisco inspiradas en los frescos de Giotto: la renuncia a sus bienes, la confirmación de la Regla franciscana, la prueba del fuego ante el sultán, la aparición al capítulo de Arles, la ascensión.

    El amor a María

    Algunos califican a Rainer María Rilke (1875-1926) como “el poeta de la vida interior”. 

    Lo cierto es que este agnóstico, que nunca pretendió ser un “poeta maldito”...

    • inicia su Libro de horas con El libro de la vida monástica
    • hace aparecer en sus obras más maduras la figura de un ángel como revelador de las verdades más secretas y, en más de una de ellas...
    • se muestra como un individuo más católico que no pocos tibios practicantes. 

    A Rilke se le debe también La vida de María, serie de poemas dedicados a la existencia contemplativa y corredentora de la madre de Dios.

    Paul Hindemith musicalizó esos poemas en un ciclo de canciones para soprano y piano que permiten apreciar la arrobadora belleza de los textos, su resonancia evangélica e inmensamente espiritual

    Vale la pena, en aras de la brevedad, detenerse en el tercer poema de la serie, La anunciación, en el que Rilke da rienda suelta a su amor a María y a su diálogo con un ángel que, según decía (Elegías Duinesas o del Duino), le hablaba también a él, guiándolo en su poesía:

    • “No porque entrara un ángel (compréndelo) / se sobrecogió. Pues al igual que otros no se sobresaltan / cuando un rayo de sol o de noche la luna / penetra repentinamente en su habitación, / así tampoco solía ella enojarse cuando un ángel / se presentaba en la figura con que los ángeles van; / apenas imaginaba que esta mansión resulta / penosa para los ángeles. (Oh, si comprendiéramos / la inmensidad de su pureza. ¿No había sido trasplantada / en los ojos de una cierva acostada una vez en el bosque, / la cual de tal modo se trocó en ella que llegó así / a engendrar el sin par unicornio / el animal hecho de luz, ese animal puro?). / No porque entrara, pero que así tan próximo, / el ángel en la figura de un adolescente / se inclinara hacia ella; que su mirada y la mirada / con que ella le contemplaba coincidieran en una sola, / como si de pronto no quedara fuera sino el vacío / y lo que millones contemplaron, impulsaron, soportaron / penetra en ella; únicamente ella y él; / embebidos el mirar y lo mirado, ojos y embeleso de los ojos, / cosa que jamás se dio sino aquí, mira, / esto sobrecoge. Y ambos se sobrecogieron. / Luego cantó el ángel su melodía”.
    • La anunciación, de Rilke/Hindemith.

    Un músico navideño

    Seduce por completo al cristiano amante de las celebraciones navideñas otra obra de Hindemith: Tuttifänchten, que el compositor describió como una serie de “marchas con canto y danza”. Se escuchan como villancicos del siglo XX, llenos de delicadeza y alegría cristalinas.

    • 'Tuttifänchten', un villancico de Hindemith.

    Un proyecto digno de ser reemprendido

    Empecinado en una labor pedagógica que dio muchos frutos, Hindemith tuvo una feliz iniciativa educativa: dedicar un día entero a la música en un colegio o escuela, pequeñas obras con diferentes niveles de dificultad, tanto para alumnos, niños y adolescentes, como para músicos profesionales. La música era, para el autor de Matías, el pintor, un pan de cada día espiritual y, si desde la infancia se formaba en el gusto musical, las consecuencias para el mundo serían muy provechosas

    Es más grato hacer música que escucharla”, proclamaba. Fue así como durante una permanencia de cuatro días con los alumnos de un internado en Plön, en junio de 1932, compuso y ejecutó música con los alumnos durante todo un día. Plöner Musiktag, la obra que resultó de lo que podría llamarse “música en campaña”, consta de cuatro partes: Música de la mañana, Música de mesa, Cantata y Concierto nocturno. Participaron con entusiasmo en este festival académico, como habría dicho Johannes Brahms, cientos de chiquillos y jóvenes. 

    • Presentación del 'Plöner Musiktag [Jornada Musical de Plön]' de Hindemith, interpretado por el Coro y Orquesta de la Universidad de Bolonia. En esta lista de reproducción pueden verse siete de las piezas.

    Una experiencia memorable que debería ser retomada por las instituciones educativas católicas; sería una forma de contrarrestar educativa y gozosamente los gritos, los instrumentos desafinados y tanta música de baja categoría que han invadido hoy nuestras iglesias. Educando el oído y formando buenos músicos en los planteles católicos se le podría hacer mucho bien a la comunidad de creyentes.

    La música en cuerpo y alma

    Hindemith nació en Hanau (Hesse, Alemania). De familia humilde, sin mayores recursos, debió comenzar recibiendo clases de su padre y como intérprete de música popular en cabarets, salas de baile y bandas musicales para poder financiar sus estudios en el Conservatorio de Fráncfort. Más tarde, como violinista, llegó a ser el concertino de la orquesta de la Ópera de la misma ciudad. 

    En 1921 fundó el Cuarteto de Cuerdas Amar-Hindemith en calidad de violista, uno de los mejores grupos del género en el mundo, del cual se conservan algunas grabaciones y con el cual hizo muchas giras internacionales. 

    Considerado un compositor vanguardista, empieza a ser reconocido gracias a conciertos en la Sociedad Internacional de Música Contemporánea en el Festival de Salzburgo. Desde 1923 se destacó como administrador del muy importante Festival de Donaueschingen, privilegiado escenario de estrenos de obras contemporáneas.

    En su primera época como compositor, Hindemith se presenta como un enfant terrible, desafiante de convenciones, de espíritu rebelde y osado. Su mentalidad encuentra proximidad en el ámbito provocador y escandalizador del expresionismo. De esos años datan sus óperas Sancta Susana, de carácter "casi blasfemo”, y Asesino, esperanza de las mujeres”, cuyo solo título lo dice todo.

    Pero pronto se rebela también contra el expresionismo, adoptando como suyos los propósitos de la Nueva Objetividad, movimiento que abarca no solo la música sino también el cine (Georg Wilhelm Pabst) y las otras artes; éste rechazaba el emocionalismo expresionista y aspiraba a llegar a un espacio social amplio, no restringido a los intelectuales. Surgen entonces obras desenfadadas, paródicas y de factura simple, ajenas a todo tremendismo.

    La música del compositor de Hanau evoluciona luego hacia lo que llamó “música utilitaria” [Gebrauchsmusik], una búsqueda de la precisión y sobriedad total, libre de alambicados refinamientos y tortuosidades, que pudiera ser comprendida, e incluso interpretada, por un público numeroso, no necesariamente profesional

    Hindemith reconsiderará su posición afirmando que esa denominación de “utilitaria” era errática. En tiempos en que el serialismo de Arnold Schönberg y sus discípulos tendía a ser valorado como el más indicado para los tiempos modernos, se inclina hacia la tonalidad, tratando, eso sí, de hacerla cada vez más rica y menos limitada.

    Se “convierte” entonces a lo que se ha dado en bautizar como “neoclacicismo”, tomando como modelo la obra de Bach, mientras que otros compositores como Stravinski, también neoclásico, se mostraban más afines a Mozart o a nombres más antiguos como el de Gesualdo.

    Profesor en la Universidad de Yale y en el Conservatorio de Zurich, Hindemith fue, como ya se insinuaba más arriba, un incansable pedagogo e investigador. En Estados Unidos se estima como inmenso su papel en torno al estudio de las prácticas antiguas de interpretación y de la música antigua, en general; no faltan quienes sostienen que todo interés posterior en ese país por esta música, tanto en la musicología como en la interpretación de diversos grupos instrumentales, se debe a la labor del compositor, quien además acostumbraba a hacer largos paseos a pie con sus estudiantes, caminatas rebosantes del mejor humor y amor a la naturaleza.

    Los escritos pedagógicos de Hindemith han hecho y siguen haciendo carrera mundial. El arte de la composición musical y Adiestramiento elemental para músicos son libros, creen los expertos, de considerables aportaciones.

    Una obra verdaderamente prolífica

    Hindemith compuso, además de las ya citadas, obras sinfónicas de primer orden como las Metamorfosis sobre temas de Weber, las sinfonías Serena y de Pittsburgh. Es autor de una Misa poco conocida. Compuso asimismo obras de concierto y cámara para prácticamente todos los instrumentos de la orquesta, como las series Música de concierto [Konzertmusik] y Kammermusik; en esta última sale a relucir el sexto sentido que tenía para el género. Creó igualmente cuartetos de cuerda y una obra pianística de estilo contemporáneo pero arraigada en la tradición como Ludus Tonalis, ejemplar en el tratamiento del “arte de la fuga”, en términos de Bach.

    El admirador de Kepler, Grünewald y San Francisco disfrutaba de una facilidad de composición digna de un Mozart. Su obra oscila entre la máxima sencillez formal (compuso también para la radio, el cine y los cabarets) y una complejidad estructural distinguida por la maestría en la textura contrapuntística, heredada no solamente de Bach sino de un antecesor suyo al que decía deberle todo como Max Reger, católico amante de las grandes formas religiosas, aunque se casó con una protestante divorciada.

    Por último, se debe señalar que dentro del plan de estudios de autodidacta de Hindemith estuvo el de varios padres de la Iglesia y filosofía medieval. Quería tener, como su alter ego Grünewald en su ópera, una claridad meridiana acerca de sus responsabilidades como artista, en su tiempo y en su sociedad, responsabilidades ligadas siempre a aspiraciones de trascendencia y alta espiritualidad. Cuando no se apasionaba por los temas religiosos, enfatizaba, al igual que Boecio, en que la música no puede entenderse sin sus indestructibles vínculos con la ética.

    En una breve semblanza autobiográfica escribía: “No puedo ofrecer análisis de mis obras porque no sé cómo explicar una obra musical en pocas palabras (más bien dedicaría ese tiempo a escribir una nueva). Además, creo que para la gente con oído mis cosas son perfectamente fáciles de entender, con lo que un análisis resulta superfluo”. 




    Sem comentários:

    Enviar um comentário