Porque Dios es un padre fiel y atento que no abandona nunca a sus hijos
Angelus |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Después de la misa
celebrada en la basílica de San Pedro con motivo del Jubileo de las
personas socialmente excluidas, el papa Francisco rezó la oración del
ángelus desde la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro,
donde miles de personas le aguardaban.
“Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días! La lectura del evangelio de hoy,
contiene la primera parte de las palabras de Jesús sobre los últimos
tiempos, escritas por Lucas. Jesús las pronuncia mientras se encuentra
delante al Templo de Jerusalén y se apoya en las expresiones de
admiración de la gente por la belleza del santuario y de sus
decoraciones. Entonces Jesús dice:
“De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre
piedra: todo será destruido”. Podemos imaginar el efecto de estas
palabras sobre los discípulos de Jesús. Pero él no quiere ofender al
templo sino hacerles entender a ellos y también a nosotros hoy, que las
construcciones humanas incluso las más sagradas, son pasajeras y no
tenemos que poner en ellas nuestras seguridades.
¡Cuántas presuntas certezas en nuestra vida pensábamos que eran
definitivas y después se revelaron efímeras! De otra parte ¡cuántos
problemas que parecían sin salida y después fueron superados!
Jesús sabe que existen siempre quienes especulan sobre la necesidad
que los hombres tienen de seguridades. Por lo tanto dice: ‘Tengan
cuidado, no se dejen engañar’, y pone en guardia ante tantos falsos
mesías que se presentarán. También hoy los hay. Y Jesús añade que no hay
que hacerse terrorizar y desorientar por las guerras, revoluciones y
calamidades, porque estas son también parte de la realidad de este
mundo.
La historia de la Iglesia es rica en ejemplos de personas que
soportaron tribulaciones y sufrimientos terribles con serenidad, porque
eran conscientes de estar fuertemente en las manos de Dios. Él es un
padre fiel y atento que no abandona nunca a sus hijos. Nunca, y esta
certeza debemos tenerla en nuestro corazón. Dios no nos abandona nunca.
Quedarse firmes en el Señor, caminar en la esperanza de que no nos
abandona nunca, trabajar para construir un mundo mejor, a pesar de las
dificultades y los hechos tristes que marcan la existencia personal y
colectiva es lo que realmente cuenta.
Es lo que la comunidad cristiana está llamada a hacer para ir al
encuentro del ‘día del Señor’. Justamente en esta perspectiva queremos
colocar el empeño que parte después de estos meses en los cuales hemos
vivido con fe el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que hoy se
concluye en las diócesis de todo el mundo, con el cierre de las Puertas
Santas en las iglesias catedrales. El Año Santo nos ha llamado, de una
parte, a tener fija la mirada hacia el cumplimiento del Reino de Dios, y
de otra a construir el futuro sobre esta tierra, trabajando para
evangelizar el presente y para realizar un tiempo de salvación para
todos.
Jesús en el Evangelio nos exhorta a tener firme en la mente y en el
corazón la certeza de que Dios conduce nuestra historia y conoce el fin
último de las cosas y de los eventos.
Bajo la mirada misericordiosa del Señor, se sucede la historia en su
fluir incierto y en su entrelazarse del bien y del mal. Pero todo lo que
sucede está conservado en Él, nuestra vida no se puede perder porque
está en sus manos.
Recemos a la Virgen María, para que nos ayude a través de los hechos
gozosos y tristes de este mundo a mantenernos firme en la esperanza de
la la eternidad de Dios. Recemos a la Virgen para que nos ayude a
entender en profundidad la verdad de que Dios nunca abandona a sus
hijos”.
El papa reza el ángelus y después dice las siguientes palabras:
Queridos hermanos y hermanas, en esta semana ha sido restituido a la
devoción de los fieles el más antiguo crucifico de madera de la basílica
de San Pedro, que se remonta al siglo XIV. Después de una laboriosa
restauración fue llevado al antiguo esplendor y será colocado en la
capilla del Santísimo Sacramento, para recordar el Jubileo de la
Misericordia.
Hoy se celebra en Italia la tradicional Jornada de agradecimiento por
los frutos de la tierra y del trabajo humano. Me asocio a los obispos
en el deseo que la madre tierra sea siempre cultivada de manera
sostenible. La Iglesia está con simpatía y reconocimiento al lado del
mundo agrícola y no se olvida de quienes en diversas partes del mundo
están privados de dones esenciales como los alimentos y el agua.
Saludo a todos, familias, parroquias, asociaciones y fieles, que han
venido desde Italia y tantas partes del mundo. En particular saludo y
agradezco a las asociaciones que en estos días han animado el Jubileo de
las personas marginadas. Saludo a los peregrinos provenientes de Río de
Janeiro, Salerno, Piacenza, Veroli y Acri, y también al consultorio ‘La
familia’ de Milán, y a las fraternidades italianas de la Orden secular
Trinitaria.
A todos les deseo un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar
por mi”. Y concluyó con el consueto “¡Buon pranzo e arrivederci!”.
in
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