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sábado, 5 de abril de 2025

El bombero que se convirtió entre las llamas de Notre Dame: «De la cruz salía una luz que iluminaba»

«Por asombroso que parezca abandoné la catedral convertido»

Mathieu se había alejado de la fe, pero en medio de las llamas de Notre Dame se convirtió

REL  
05.04.2025 | 12:48  Actualizado: 


    En pocos días se cumplirá el sexto aniversario de un incendio que dio la vuelta al mundo y que dejó devastados a los católicos de todo el mundo, aunque no sólo a ellos. El 15 de abril de 2019 ardía la catedral de Notre Dame de París ante la impotencia de todo aquel que veía desvanecerse un templo con ocho siglos de historia.

    Gracias al esfuerzo de numerosos bomberos, y también de sacerdotes, como el conocido como el héroe de Notre Dame, la catedral y sus importantes reliquias, como la Corona de Espinas o los clavos de la Cruz de Cristo, pudieron salvarse.

    Pero aquel día se salvaron algo más que las reliquias. Hubo un despertar de la fe, una manifestación sin complejos de un pueblo católico que conmovió a la laicista francesa. Pero también este fuego, paradójicamente, trajo conversiones. Como la de Mathieu, uno de los bomberos que se jugó la vida aquel día para sofocar el fuego en la catedral y rescatar las reliquias.

    Este bombero había abandonado años antes la fe y así lo recuerda en una entrevista con Les 7 routes Notre Dame. De niño iba a misa, pero se fue alejando y luego al ver todas las abominaciones a las que se enfrentaba como bombero y el dolor de las personas a las que atendía, abandonó totalmente la fe pues no entendía como Dios podía permitir tanta desolación.

    “No entendía por qué Nuestro Señor permitía esto. Durante muchos, muchos años, y el día del incendio, por asombroso que parezca, fui apresado nuevamente y dejé la catedral convertido”, relata.

    Rememora así lo que vivió aquel 15 de abril de 2015: "Cuando entré en la catedral, por supuesto, había un gran agujero en el techo. Frente a mí estaban el altar y esa famosa cruz que todo el mundo ha visto en foto después del incendio. Esa cruz brillaba con todos sus sentidos. ¡Pero cuidado! No estaba iluminada. Era ella quien emitía luz. Solo se la veía a ella. Y reconozco que en ese momento sentí una gran paz, y sentí que no debía tener miedo, porque realmente, para mí, ¡era el incendio del siglo!”.

    La cruz quedó intacta y luminosa pese a la fuerza del fuego.

    Esa imagen le dejó perplejo. De hecho, confiesa que permaneció “unos 10 o 15 segundos, asombrado frente a esa visión...”. Siguiendo con lo que vivió en ese instante, Mathieu afirma que tras la visión de la cruz volvió rápidamente al trabajo, pero ya “en ningún momento me sentí en peligro y eso fue un factor desencadenante para mi reconciliación con Nuestro Señor”.

    Así, agrega que “ahora puedo decir que la presencia de Nuestro Señor estaba allí para consolarnos. Era una señal del Cielo. Dios quería ver cómo nos comportaríamos en esta prueba. ¡Esa visión cambió mi vida!”

    Ahora, asegura que va a misa varias veces a la semana, ha vuelto a rezar y se forma para conocer todas aquellas enseñanzas de la Iglesia que dejó de conocer al abandonar la fe. “También fui confirmado y estoy feliz de acompañar a alguien en el catecumenado. Pero, sobre todo, ahora soy mucho más receptivo a Nuestro Señor, y veo todas esas señales que nos envía a través de los demás. Mi corazón está abierto, trato de dar. Soy muy feliz de dar mi tiempo a los demás. Me gusta escuchar a los demás porque me doy cuenta de que la gente necesita hablar, pero sobre todo ser escuchada. No siempre es fácil, debo reconocerlo, pero es realmente lo que la gente necesita en este momento”, señala.

    Tras varios años de trabajo la catedral ha podido ser reconstruida.

    Pero en este proceso de conversión que vivió en el interior de Notre Dame tuvo una gran importancia lo que vio antes de entrar. Mathieu confiesa que le impresionó mucho ver a tantos católicos rezando y cantando fuera del templo, mientras ardía, lo que preparó su corazón para el encuentro posterior con la Cruz.

    “Yo estaba fuera de servicio, pero estando en el cuartel vi que había un alboroto, los motores no dejaban de sonar, entonces pensé que algo importante debía estar pasando y bajé a buscar noticias. Entonces me enteré de que Notre Dame estaba ardiendo. Pero no teníamos idea de la gravedad del incendio. Tuvimos que encontrar voluntarios que ayudaran, así que me ofrecí porque había una gran necesidad de hombres para puestos muy diferentes, para ayudar a los compañeros que ya estaban en el lugar a combatir el incendio, y sumarse a un equipo dedicado a salvar las obras de la sala del tesoro. En el camino nos dimos cuenta de la magnitud del incendio. Lo primero que más me impactó fue la multitud en la calle, que ralentizó nuestro avance por París. Los parisinos acudieron en masa a ver su catedral arder”, señala.

    Y entonces afirma que “cuando llegué me impresionó mucho ver a toda esa gente de rodillas, rezando. ¡Fue muy impresionante! Cantaron, rezaron y los vimos devastados. ¡Estaban increíblemente unidos! Y fue muy hermoso. Allí comprendimos nuevamente que era algo muy serio”, agrega.

    Al llegar, la torre aún estaba en pie, pero cuando se derrumbó, se tomó la decisión de recuperar las obras de artes, reliquias como la corona de espinas o los clavos de Cristo, pero también custodias y otros objetos litúrgicos. “Un equipo seguimos al sacerdote hasta llegar a la sala del tesoro. Eso en sí mismo es excepcional, así que reconozco que sabía que estaba experimentando algo especial. El objetivo era salvar tantas obras como fuera posible, con mucho cuidado. Teníamos oficiales del CRS (antidisturbios, nda) vigilando los camiones en los que estábamos cargando todo esto”.

    Salvar la corona de espinas fue algo grandioso que recuerda con mucho cariño. “Para un creyente salvarla de las llamas es algo muy fuerte”, confiesa.

    Antes de acabar, este bombero pide ir más allá del incendio hacia una visión trascendente sobre la propia Iglesia: “Realmente hay que ver en esta catedral que no se derrumbó, la Iglesia que permanece en pie a pesar del embate de las llamas, ¡no hay que olvidarlo!”.



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