Una creencia que revive al calor de la New Age y de las filosofías orientales
La creencia en la reencarnación, como la creencia en el karma, forma parte de las religiones orientales y ha llegado a Occidente como producto de consumo propio de la Nueva Era.
¿Tiene algún fundamento creer que hemos vivido otras vidas anteriores en otros cuerpos, siendo nosotros mismos? Peter Kreeft, católico converso del protestantismo, filósofo doctorado en la Universidad de Yale y profesor en el Boston College y en el King's College de Nueva York, incluyó el asunto en uno de sus últimos libros: Ask Peter Kreeft [Pregúntale a Peter Kreeft], que recoge cien cuestiones que le han planteado en sus muchos años y muchas conferencias como apologista de la fe.
El filósofo católico Peter Kreeft ha publicado en español Cómo ganar la guerra cultural.
Kreeft sintetizó los contenidos de sus respuestas del libro sobre la reencarnación en un artículo en Catholic Exchange donde explica por qué los católicos no creen en ella, y cuya argumentación estructuramos y sintetizamos a continuación:
¿Por qué los católicos no creen en la reencarnación?
1. Porque es contraria a la Resurrección, y "si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe" (1 Cor 15, 14). Cristo resucitado convivió con los apóstoles y tenía un cuerpo físico que podía tocarse y que Él alimentaba.
2. Porque la Biblia la contradice expresamente: "El destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio" (Heb 9, 27).
3. Porque la Iglesia siempre rechazó esa idea a pesar de que ya existía y era muy popular en el ambiente de cultura griega en el nació y se difundió el cristianismo. En la filosofía platónica, la vida después de la muerte consiste en liberarse del cuerpo. En el cristianismo, consiste en la resurrección del cuerpo.
4. Porque es un insulto al cuerpo. Sitúa toda nuestra humanidad en el alma o en el espíritu, y considera al cuerpo como un motel de carretera temporal, en el mejor de los casos, o como una prisión o una tumba, en el peor. Sin embargo, las Sagradas Escrituras nos dicen que Dios creó el cuerpo, y que la imagen de Dios es en cierto modo corporal además de espiritual. La primera vez que se menciona la imagen de Dios ("Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó", Gn 1, 27) se habla de hombre y mujer, palabras que tienen un significado físico y biológico, no solo referidas a la mentalidad masculina o femenina.
5. Porque es un insulto a la individualidad. Con la reencarnación, tu vida no es única. En tiempos fuiste alguien distinto. Tu único yo se convierte en algo relativo e intercambiable, como si fuese una máscara o un uniforme.
6. Porque repudia la moralidad. Los neoplatónicos y los gnósticos iban más lejos que Platón y afirmaban que el cuerpo es la causa del pecado y del mal. Una filosofía muy conveniente para los pecadores: “Mi cuerpo me obligó a hacerlo. La culpa es tuya, Dios, por hacerme cargar con él”.
7. Porque rompe la unidad de la persona. Descartes, quien en cuanto católico no compartía literalmente las herejías gnósticas, sí creía que el cuerpo era una sustancia separada del alma. Los cuerpos ocupan espacio pero no piensan; las almas piensan, pero no ocupan espacio. Así que no hay nada común que las una. Esencialmente somos almas, fantasmas acogidos por nuestros cuerpos como en una casa. Las consecuencias de esta "escisión cartesiana" en el olvido de la filosofía realista son incalculables.
8. Porque es contradictoria, como le demostró un cristiano a San Justino Mártir (100-165), que era platónico, llevándole a su conversión. El cristiano le preguntó a San Justino cómo explicaba la existencia de los cuerpos. Justino respondió que era un justo castigo de los dioses por los pecados cometidos en alguna vida corporal anterior. El cristiano le preguntó entonces si recordaba sus vidas, y la respuesta fue que no las recordaba. “Entonces, ¿cómo puedes ser castigado y, mediante el castigo, redimido de tus pecados anteriores, si no los recuerdas?” El futuro mártir no pudo contestar. El cristiano le interrogó sobre su esperanza en el más allá, y Justino contestó que esperaba liberarse del cuerpo en el Cielo, una vez que se hubiesen completado todos los castigos tras un número suficiente de reencarnaciones en la tierra. "En ese cielo puramente espiritual, ¿reina la perfección?", insistió su interlocutor. Sí, explicó el platónico, porque en él no hay cuerpos. "Pero si en el cielo no hay cuerpos, y por tanto no hay pecado, ¿por qué nos castigan los dioses?", argumentó el cristiano. Justino no tuvo qué decir, y no mucho después se convirtió, descubriendo que su nueva fe cristiana era también una filosofía más razonable que el platonismo. En efecto, en el esquema platónico de la reencarnación, el principio de los cuerpos (el castigo del pecado) y el final de los cuerpos (liberarse de ellos en el Cielo) se contradicen .
9. Porque es antivital, al quitarle a la vida todo su dramatismo. La reencarnación es como un examen sin consecuencias. Si puedes hacer infinitos exámenes hasta conseguir aprobar, le quitas todo dramatismo a la prueba. Si hay en la vida hay drama es porque solo tienes una oportunidad, y eso es lo que permite disfrutarla.
10. Porque casi siempre va de la mano con el panteísmo. Para explicar por qué, hace falta algo de filosofía. Es la materia la que individualiza cada forma esencial, la que hace múltiples a los miembros de una misma especie. Todos tenemos la misma forma esencial (a saber, la naturaleza humana), del mismo modo que todos los ejemplares de un cierto libro tienen la misma forma esencial. Si somos muchos en cantidad -como son muchos los ejemplares de un mismo libro- es por la materia, no por la forma. La forma es una; la materia es múltiple. Hay muchas copias materiales de una misma forma esencial. Por tanto, si somos uno en el espíritu pero muchos en la materia (premisa primera), y si esencialmente somos solo espíritu (premisa segunda para quienes creen en la reencarnación), la conclusión lógica es que somos esencialmente un único ser, no muchos seres. Todos somos olas del mar divino, todos somos parte de Dios. Y eso es panteísmo.
Publicado en ReL el 23 de julio de 2020.
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