Un motorista en su Harley-Davidson por una carretera australiana, como las que recorría Glen en su moto |
P.J.Ginés/ReL 18 septiembre 2019
Glen Cooper, casado y padre de cuatro hijos, no era una persona religiosa. Por eso quedó muy asombrado cuando una noche, estando en la cama, sintió, "como se necesita el aire para respirar", que tenía que ir a New Norcia, donde le parecía recordar que había un pueblo de monjes budistas. Ese impulso loco y sin razón aparente cambió su vida por completo. Lo ha contado en el Melbourne Catholic Magazine.
"La religión no era parte de la cultura en la que crecí. De niño, no conocía a ninguna persona que creyese en Dios, y mucho menos que hablase de Dios. No sabía ni siquiera que las Navidades y Pascua eran fiestas cristianas. Sólo sabía que había huevos de Pascua y regalos", explica Gleen Cooper.
Una infancia difícil
Se educó en un barrio de clase obrera en Melbourne, Australia. Le iba bien en los estudios y deportes hasta que sus padres rompieron su matrimonio y empezaron a beber en exceso y a pegarle con cualquier excusa menor. Un día, con 14 años, Glen se enfrentó a su padre. Él le expulsó de casa, pensando que volvería en pocos días. Pero Glen no volvió nunca.
De los 14 a los 20 años vivió en las calles. "Dormí bajo árboles, bajo puentes, y durante un tiempo en un contenedor viejo y abandonado de 6 metros, con agujeros, que era sorprendentemente bueno como protección contra los elementos", recuerda. Se juntó con bandas callejeras que bebían mucho y tomaban drogas. Él sólo tomaba marihuana y también traficaba con ella para ganarse un dinero. Era una vida del día a día, dólar a dólar, recuerda.
A los 20 años de edad reflexionó muy en serio. Su compañero de piso iba a entrar en prisión. Otros conocidos ya habían sido encarcelados o habían muerto en incidentes ligados a las drogas. Él se metía a veces en peleas, abusaba del alcohol y la marihuana y a menudo tenía hambre y frío (lo que llevaba a más alcohol y droga). Glen entendió que o cambiaba, o acabaría mal. Y se decidió a lograr ese cambio.
Trabajo, dinero, familia, moto, libertad sexual...
Dejó la marihuana y limitó el alcohol. Encontró un trabajo sencillo en una empresa de manufacturas y se volcó por completo en su trabajo. Perseveró en la empresa, y en 15 años llegó a ser uno de sus gestores, ganando un buen sueldo.
"Me casé, tuve 4 hijos, compramos una casa, un bonito coche, una Harley-Davidson y me divertí", resume esos años. Recorría Australia con su moto. Mantenía además amistades poco recomendables que "hacían cosas que sabía que estaban mal". Su relación con su mujer era "no convencional" e incluso acudían a fiestas de intercambios de parejas. "Yo creía vivir un sueño: un trabajo bien pagado, una gran familia, libertad sexual, un buen círculo de amigos... yo creía ser un hombre feliz", afirma Glen.
Y entonces llegó la noche de su experiencia especial e inesperada.
Una convicción mística: ir a New Norcia
"Una noche, estando en cama, me golpeó una sensación de urgencia abrumadora para ir a visitar un pueblecito del campo llamado New Norcia, en Australia Occidental. Y cuando digo urgencia me refiero a que sentía que tenía que ir casi tanto como necesitaba aire para respirar".
"Había oído de New Norcia cuando había vivido en Perth. A menudo iba con mi Harley a áreas de la zona y veía señales hacia New Norcia, pero nunca había estado allí. Todo lo que sabía del pueblo era los que mis amigos me habían dicho: que era un pueblo muy viejo propiedad de unos monjes. Siempre supuse que eran budistas". Hasta que llamó por teléfono para informarse y descubrió que el pueblo era una antigua misión de monjes benedictinos, que aún mantienen un monasterio muy vivo.
Allí fue Glen, a New Norcia. "Pasé dos noches con los monjes. Comí con ellos, observé sus muchas oraciones, tuve largas conversaciones con ellos, y conocí a otras personas que estaban en retiro espiritual. Cuando me fui, sabía en mi corazón y en el fondo de mi alma que Dios es real", afirma contundente.
Los benedictinos de Nueva Nursia, que suelen recibir bastantes visitas y personas en retiros espirituales |
Una vida transformada
"Le conté a mi asombrada esposa mi experiencia. Fui a la parroquia local, entré en la iniciación cristiana para adultos y me bauticé en la siguiente Vigilia Pascual", en 2019.
"Desde mi conversión mi vida ha cambiado tremendamente. Me di cuenta que cosas que hacía y en las que nunca pensé mucho son pecados. Dejar una vida de malos hábitos no es fácil ni se hace de la mañana a la noche, pero cuando los abandoné, los sustituí por verdades espirituales que me llenan más de lo que haría cualquier cosa mundana", explica Glen.
Dejó su trabajo porque le hacía centrarse demasiado en sí mismo y en la avaricia por el dinero. Empezó a trabajar en cosas que ayudaran a las personas. Fue trabajador en un teléfono de la esperanza, contra el suicidio, y voluntario en un hospicio visitando a moribundos. Hubo problemas económicos en casa por el cambio, pero la familia se fortaleció y creció en su fe y confianza en Dios. "Ahora soy trabajador social, ayudo a personas sin hogar, con problemas mentales, problemas con la droga y el alcohol y ayudo a la gente que sale de la cárcel para que no sean reincidentes".
"Desde entonces, mis hijos han tenido un padre mucho más atento, mi mujer un esposo que la ama más profundamente y mi alma se ha dedicado a servir al Señor, no a mí mismo", observa. Y descubre que no falta la aventura en su vida: "Con mi antigua carrera y estilo de vida, mis próximos 30 años eran predecibles; ahora todo es desconocido, pero pase lo que pase, será el plan de Dios. ¡Gracias, Señor!", concluye.
En el vídeo, Rosendo el rockero toca en Nueva Nursia en la tumba de Rosendo el obispo misionero
DE ROSENDO A ROSENDO from Cesar Espada on Vimeo.
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