La hermana Megan tiene una historia de fiestas y alcohol pero Dios le fue descubriendo su vocación
La hermana Megan pasó de una vida desordenada a la paz que da Dios |
ReL 2 noviembre 2016
La hermana Megan Mª Conway
hoy es una religiosa feliz y orgullosa de las Siervas del Hogar de la
Madre pero su camino hasta aquí ha estado envuelto en una historia de
lucha y de rechazo a Dios que le llevó a tener muchos sufrimientos.
Ahora recuerda esta trayectoria y el camino que le acabó llevando a Dios
en el programa Cambio de agujas de EUK Mamie TV (www.eukmamie.org).
Nacida hace 31 años en Honolulu (Hawái) la hermana Conway es la menor de seis hermanos de una familia profundamente católica. Primero fue al colegio de las Religiosas Dominicas de Nashville y de ahí pasó al instituto, donde comenzaron los problemas. “El instituto también era católico, pero allí no había religiosas y mi madre era la directora. Me eché malos amigos, y ya la primera semana mi madre tuvo que valorar si expulsarme del instituto, porque había cometido un acto vandálico”.
Hacer de todo para no sentirse rechazada
Y es que en plena adolescencia ella se dejó llevar por las malas influencias. “Ante la presión de no querer ser conocida como la hija de la directora, escogí amigos que para mí eran buenos, pero mi madre siempre me avisaba. Como ella era la directora, los conocía, y sabía que eran chicos que ya habían dado problemas en el instituto en años anteriores”.
Los años fueron pasando en el instituto hasta que un día, una compañera se acercó para tener con ella una conversación que iba a ser trascendental: “El último año, una chica se me acercó y me preguntó por mi relación con Dios. Yo la dije que quién era ella para preguntarme sobre ese tema, cuando ella era una persona de mala reputación, conocida por su vida libertina. Ella me contó que había estado en un retiro y que eso había cambiado su vida, que había comenzado a tener una relación con Dios. Supongo que como ella me veía mal, quería ayudarme, porque yo a lo que me dedicaba era a ir de fiesta, a cometer actos vandálicos, a tener malas conversaciones”.
"Había perdido la relación con Dios"
Megan recuerda como si fuera ayer aquella conversación de más de tres horas que resultó clave para su conversión posterior: “Me di cuenta de que había perdido la relación que había tenido anteriormente con Dios. En la conversación con ella nació de nuevo el deseo a volver a tener esa relación con el Señor. En esta época aquella compañera me ayudó mucho”.
De ahí pasó a la universidad y de nuevo se dejó llevar por el miedo a ser rechazada socialmente. Llegó con una beca de deportes. “Cuando perteneces a un equipo de futbol, lo haces todo con ellos: salir, comer, ir de fiesta… Tienes que hacerlo todo con el equipo. Como entrenábamos juntos, después íbamos todos al mismo sitio, porque si no te acusaban de causar desunión”.
Nacida hace 31 años en Honolulu (Hawái) la hermana Conway es la menor de seis hermanos de una familia profundamente católica. Primero fue al colegio de las Religiosas Dominicas de Nashville y de ahí pasó al instituto, donde comenzaron los problemas. “El instituto también era católico, pero allí no había religiosas y mi madre era la directora. Me eché malos amigos, y ya la primera semana mi madre tuvo que valorar si expulsarme del instituto, porque había cometido un acto vandálico”.
Hacer de todo para no sentirse rechazada
Y es que en plena adolescencia ella se dejó llevar por las malas influencias. “Ante la presión de no querer ser conocida como la hija de la directora, escogí amigos que para mí eran buenos, pero mi madre siempre me avisaba. Como ella era la directora, los conocía, y sabía que eran chicos que ya habían dado problemas en el instituto en años anteriores”.
Los años fueron pasando en el instituto hasta que un día, una compañera se acercó para tener con ella una conversación que iba a ser trascendental: “El último año, una chica se me acercó y me preguntó por mi relación con Dios. Yo la dije que quién era ella para preguntarme sobre ese tema, cuando ella era una persona de mala reputación, conocida por su vida libertina. Ella me contó que había estado en un retiro y que eso había cambiado su vida, que había comenzado a tener una relación con Dios. Supongo que como ella me veía mal, quería ayudarme, porque yo a lo que me dedicaba era a ir de fiesta, a cometer actos vandálicos, a tener malas conversaciones”.
"Había perdido la relación con Dios"
Megan recuerda como si fuera ayer aquella conversación de más de tres horas que resultó clave para su conversión posterior: “Me di cuenta de que había perdido la relación que había tenido anteriormente con Dios. En la conversación con ella nació de nuevo el deseo a volver a tener esa relación con el Señor. En esta época aquella compañera me ayudó mucho”.
De ahí pasó a la universidad y de nuevo se dejó llevar por el miedo a ser rechazada socialmente. Llegó con una beca de deportes. “Cuando perteneces a un equipo de futbol, lo haces todo con ellos: salir, comer, ir de fiesta… Tienes que hacerlo todo con el equipo. Como entrenábamos juntos, después íbamos todos al mismo sitio, porque si no te acusaban de causar desunión”.
in
Sem comentários:
Enviar um comentário