El Pontífice celebra en el cementerio más grande de Europa, ubicado en las afueras de Roma
El papa en el cementerio romano de Prima Porta |
(ZENIT – Roma).- El papa Francisco visitó este miércoles
por la tarde el cementerio de Prima Porta o Cementerio Flaminio, situado
en las afueras de la ciudad de Roma. Es el más grande de Europa, con
140 hectáreas de parque y 36 kilómetros de calles internas.
Poco antes, un mensaje en su cuenta twitter en Papa escribió: “Nos
detenemos con fe ante ante las tumbas de nuestros seres queridos,
rezando también por los difuntos que nadie recuerda”. De hecho cuando
en el cementerio caminaba hacia el altar para celebrar la eucaristía, el
Santo Padre puso un ramo de rosas color amarillo delante de una
tumba sin flores ni iluminación que encontró en su camino, como símbolo
de todas las sepulturas.
El Santo Padre vistiendo paramentos color violeta celebró la santa
misa en el altar situado en una estructura puesta delante de la plaza
del osario, donde el público asistió ubicado al lado de una zona verde
con las tumbas sobre el prado. Concelebraron entre otros, el cardenal
vicario de Roma, Agostino Vallini y un coro acompañó la ceremonia
cantando en italiano.
Después de la lectura del Evangelio, el Papa dirigió unas palabras
simples que indicaron el significado de esta conmemoración. El Pontífice
en su homilía recordó la lectura apenas realizada, y como en ese
momento de angustia y de dolor Job proclama la esperanza: ‘Mis ojos lo
contemplarán’, como recuerda la oración de los difuntos.
Y si bien reconoció que “un cementerio es triste”, porque “nos
recuerda a los nuestros que se fueron”, y porque también “nos recuerda
el futuro y la muerte”, señaló que en este momento triste, “las personas
traemos flores como símbolo de esperanza” sabiendo que este
momento “más adelante se convertirá en un día de fiesta”. O sea que “la
tristeza se mezcla con la esperanza”.
Recordó también que se hace “memoria de los nuestros delante de sus
restos mortales” y que “la esperanza nos ayuda para hacer este camino
que “todos deberemos recorrer, todos, antes o después”.
Pero que en ese camino hay esperanza, porque existe “un ancla que no
desilusiona: la esperanza de la Resurrección”. Porque “Jesús fue el
primero que hizo este camino y Él mismo nos abrió la puerta de la
esperanza, con su cruz, para entrar donde contemplaremos a Dios”.
Y como dice la oración: “Yo lo veré, yo mismo, mis ojos lo
contemplarán”. Invitó así a los presentes a volver a sus casas “con la
memoria del pasado”, de quienes se fueron “y del futuro camino que
recorreremos, pero con la seguridad de las palabras que salieron de los
labios de Jesús: “Yo los resucitaré en el último día”.
La misa concluyó con un hermoso atardecer de otoño y el Santo Padre
rezó una oración por los difuntos y bendijo las tumbas del cementerio
Flaminio.
El cementerio ubicado en la localidad de Prima Porta, cuenta con
sectores dedicados a las diversas confesiones religiosas con sus
respectivos templos. Es la primera vez que el Papa celebra aquí porque
en los años pasados conmemoró el día de muertos en el cementerio
monumental de Roma, llamado ‘El Verano’.
Al su regreso el Papa visitó en el Vaticano las llamadas ‘Grutas’,
ubicadas debajo de la basílica de San Pedro. Allí rezará privadamente
por los pontífices difuntos.
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