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domingo, 1 de junho de 2025

El III Congreso Internacional de Bioética llama a tratar los trastornos de disforia desde sus causas

Considerado una referencia consolidada, el evento acogió en Roma a 400 asistentes y 40 organizadores

Asistentes al III Congreso Internacional de Bioética en Roma.

Cerca de 400 personas se dieron cita en el III Congreso Internacional de Bioética en Roma entre el viernes 30 y sabado 31 de mayo.

Jesús M. C.   
01.06.2025 | 08:15  Actualizado: 


    Este 31 de mayo ha sido clausurado el III Congreso Internacional de Bioética. Durante dos días, sus organizadores han acogido a los grandes expertos sobre la disciplina en Roma en un evento que ya se ha consolidado como una referencia en torno al debate de cuestiones esenciales de la bioética.

    Organizado por la Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune, el III Congreso Internacional de Bioética contó con la participación y apoyo de más de 40 organizaciones e instituciones internacionales.

    400 asistentes, 40 organizadores y 4 idiomas simultáneos

    Entre ellas, la Catholic University of America, el Kennedy Institute y el Pellegrino Institute de la Universidad de Georgetown, el apostolado del obispo Robert BarronWord on Fire, o los Caballeros de Colón, de Estados Unidos, universidades de Argentina, México, Polonia, Italia, España, Suiza, Kenia, la República del Congo, Fertilitas, de España, o la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC), entre otras.

    El Congreso contó con traducción simultánea en cuatro idiomas y un amplio dispositivo para acoger a cerca de 400 investigadores, científicos, médicos, filósofos y juristas de todo el mundo.

    El Cardenal Willem Jacobus Eijk, de Países Bajos, fue el responsable de inaugurar el evento llamando la atención de cómo ciencia y la bioética pueden estar al servicio de la verdad siempre que se respeten los principios fundamentales de “reconocer que la razón humana es capaz de conocer verdades metafísicas, que el hombre posee, en todo caso, una autonomía relativa y la vida humana como un valor intrínseco”.

    El académico español de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Juan Arana, reflexionó en su ponencia sobre cómo la evolución del pensamiento occidental “ha tendido a descuidar la búsqueda de las grandes verdades de la filosofía en favor de las pequeñas verdades de la ciencia”. En realidad, argumentó, estas últimas están ligadas a las primeras “por hilos, si bien sutiles, eficaces, y deberíamos esforzarnos por restablecer ese vínculo perdido”. Insistió además en el carácter indispensable de la filosofía y la metafísica en la búsqueda de la Verdad en diálogo con la ciencia.

    Por su parte, el profesor Bernard Schumacher (Suiza), de la Universidad de Friburgo, mostró que la evolución del método científico provoca una evolución en la relación con la verdad.

    Con el método científico moderno, expresó que “la realidad se reduce a lo que es de orden matemático” y se llega a pensar que “la ciencia solo puede captar hechos necesarios, cognoscibles mediante la experimentación empírica”, excluyendo del campo del conocimiento todo lo que no es demostrable empíricamente.

    La conferencia del filósofo Thibaud Collin (Francia) también despertó gran interés. Interrogó la naturaleza de la doctrina de la ley natural: «¿es una ideología que debe ser denunciada como tal?», «¿no es más bien una construcción social e histórica "naturalizada" y, por lo tanto, criticable? Pero entonces, ¿en qué se fundamenta lo justo y lo injusto y en nombre de qué criterio la sociología crítica puede deconstruir la ley natural?»

    Stephan Kampowski (Italia), del Instituto Teológico Pontificio Juan Pablo II, abordó la verdad moral en bioética, explicando que «las nuevas biotecnologías pueden crear posibilidades nunca antes vistas. Por tanto, antes de discutir el significado antropológico y el estatus ético de una acción biomédica o biotecnológica, es necesario primero establecer los hechos científicos».

    Acompañar a los padres en el duelo

    El primer día de la conferencia concluyó con dos mesas redondas. La primera abordó la cuestión del consejo genético, debate en el que participaron la genetista Teresa Perucho (España), el cirujano Emmanuel Sapin (Francia) y el neonatólogo Robin Pierucci (Estados Unidos) analizando los criterios de un consejo genético justo y respondiendo a la pregunta: ¿cómo acompañar a los padres en un anuncio difícil sin traicionar el deber del médico, hecho de compasión y respeto por la vida humana?

    Suprimir la objeción, ¿incompatible con su dignidad?

    La segunda mesa redonda trató la objeción de conciencia, a través de las intervenciones de Grégor Puppinck (Francia), del Centro Europeo para el Derecho y la Justicia, y Nicolás Lafferriere (Argentina), del Centro Bioética Persona y Familia.

    Por su parte, Puppinck mostró que “si la cuestión del derecho a la objeción de conciencia está tan debatida, es porque la conciencia personal es el último y verdadero testigo de la verdad y del bien”. Lafferriere, citando la encíclica Evangelium Vitae, explicó que el rechazo a participar en una acción injusta no es solo un deber moral, sino también un derecho humano fundamental. Si no fuera así, “la persona humana se vería obligada a realizar una acción intrínsecamente incompatible con su dignidad y, de este modo, su misma libertad, cuyo sentido y finalidad auténticos residen en su orientación hacia la verdad y el bien, quedaría radicalmente comprometida”.

    Abordar la disforia desde la ciencia y sus causas remotas

    El último día de la conferencia, el sábado 31 de mayo, Emmanuel Sapin abordó la polémica cuestión de la disforia de género, mostrando que la diferencia sexual hombre-mujer es una realidad objetiva, con un papel preponderante de las hormonas y del cerebro en la identidad sexual. La preocupación por la búsqueda de la verdad debería llevar a la ciencia a reconocer la existencia de trastornos y, por tanto, a trabajar sobre sus causas, incluida la posible responsabilidad de los disruptores endocrinos.

    Por último, el debate sobre la creación del mundo y la aparición del hombre en la tierra involucró las intervenciones de Michael Taylor (Estados Unidos), Angelo Carfì (Italia) y Olivier Bonnassies (Francia), autor del superventas «Dios, la ciencia, las pruebas».

    El encuentro concluyó con una magnífica conferencia de Jean-Marie Le Méné, presidente de la Fundación Jérôme Lejeune, quien expuso la misión del científico según Jérôme Lejeune: es aquel que "reconoce sin vergüenza que lo que sabe es microscópico en comparación con todo lo que no sabe, y que se siente fascinado por la aventura de la inteligencia en el camino hacia lo inteligible".



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