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quarta-feira, 7 de maio de 2025

¿Y si el Papa se llama José, Agustín, Domingo o Sixto Sexto? El enorme poder de una «simple» palabra

Juan Pablo II iba a ser Estanislao pero cambió en recuerdo de su predecesor

Pablo II decidió ponerse Formoso, por su belleza física, pero le disuadieron de hacerlo

Francisco eligió un nombre que nunca se había usado antes: el primer Papa en hacerlo en más de 1.100 años.

REL  
07.05.2025 | 06:36  Actualizado: 

Cuando uno lee las Escrituras pronto se da cuenta de la enorme importancia que siempre han tenido los nombres para Dios.

Los nombres no son meras etiquetas que se escriben en un post-it sobre las personas o las cosas, sino que imprimen carácter y constituyen muchas veces la esencia misma de los sujetos

Lo podemos ver, por ejemplo, en el relato de la creación, cuando se dice que "Dios llamó a la luz, día, y a la oscuridad, noche", o en los distintos cambios de nombre de determinadas figuras bíblicas, como la del propio Pedro o la de Abraham, o la de Israel, antes llamado Jacob. Un signo para los judíos, el de otorgar el nombre, que confería a la persona una misión importante.

De hecho, una de las peores condenas que se tenía en el pueblo de Israel era la de ser obligado a cambiar de nombre. Algo, lo de la importancia del nombre, que, por otra parte, la Iglesia católica siempre ha querido mantener. Es el caso de las religiosas, que suelen cambiar de nombre cuando profesan, o, por supuesto, con los papas, y el primero de ellos Pedro, antes Simón. 

En definitiva, cambiar de nombre para los cristianos siempre ha explicitado ante el mundo mudar del "hombre viejo" a una "nueva persona" que estará consagrada por entera a Dios.

El nombre marca el tono del papado

Una de las primeras cosas que el mundo sabrá en estos días, antes incluso de conocer el rostro del nuevo Papa, será el nombre que ha elegido para su pontificado

Tras el tradicional "Habemus Papam", por parte del cardenal francés Dominique Mamberti, se anunciará el nombre de pila en latín del Sumo Pontífice y luego su apellido. Finalmente, se dará a conocer su nombre de pontificado.

Lista de papas en San Pedro. 

El portal National Catholic Register acaba de hacer un interesante análisis sobre la importancia de los nombres en los papas. "Creo que la elección del nombre es extremadamente importante y marcará el tono del papado", dice Karen Park, profesora de teología en Wisconsin (EE.UU), a ese medio.

Lo primero que hay que recordar es que un Papa puede conservar su propio nombre si así lo desea. La mayoría de los papas durante los primeros mil años de la Iglesia lo hicieron. Sin embargo, desde el 996, sólo dos de los 170 papas han conservado sus nombres de nacimiento tras su elección: Adriano VI (1522-1523) y Marcelo II (1555).

El primero que lo hizo fue Juan II (533-535), que se llamaba Mercurio, nombre considerado poco conveniente por ser el de una divinidad pagana. El segundo fue Octaviano de los condes de Tusculum, que quiso llamarse Juan XII (955-962). 

Parece ser que fue Sergio IV quien, en 1009, estableció la regla definitivamente al cambiar su nombre al que iba indisolublemente unido el mote de "Boca de Cerdo", cosa que se tenía por ofensiva para el Sucesor del Apóstol, como es natural.

Un caso singular es el de Pablo II (1464-1471). El cardenal Barbo estaba muy orgulloso de su físico, por lo que al ascender al trono papal quiso llamarse Formoso (en latín, "hermoso"). Los cardenales le disuadieron de su idea haciéndole ver que se habría visto en ello una muestra de vanidad.

No siempre han sido las connotaciones espirituales las que han movido a los Sumos Pontífices a asumir un determinado nombre. Razones de oportunidad dictaron a Inocencio II y Anacleto II (competidores en 1130) el retomar después de largos siglos nombres de papas antiguos, para presentarse ante la Cristiandad como reformadores

Alejandro VI y Julio II se llamaron respectivamente así teniendo en mente a los héroes de la antigüedad, Alejandro Magno y Julio César. En sentido contrario, un humanista tan exquisito como Eneas Silvio Ficcolomini, quiso dar un giro a su vida como Papa evocando la simplicidad del cristianismo primitivo mediante el nombre de Pío, que no aparecía desde hacía 1300 años.

Juan Pablo II iba a ser Estanislao

Tras elegir su nombre, uno de los primeros actos informales del nuevo Papa será explicar por qué eligió el nuevo nombre. En 2013, Francisco citó a San Francisco de Asís como su inspiración. Por su parte, en 2005, Benedicto XVI mencionó al pacificador Benedicto XV (1914-1922) y a San Benito, fundador del monacato occidental en el siglo VI. 

Se cree que en 1978 San Juan Pablo II había elegido el nombre papal de Estanislao, en honor al obispo y mártir polaco del siglo XI, pero luego cambió y eligió el de Juan Pablo II para honrar a su predecesor.

"Cuando el próximo Papa tenga nuevo nombre, todos buscarán en sus predecesores, para conocer si sus pontificados marcaron un cambio en la dirección de la Iglesia", asegura Ralph Keen, historiador de la Universidad de Illinois en Chicago (EE.UU).

Por ejemplo, en esta ocasión, si el nuevo Papa se llama Francisco II, significará continuidad con su predecesor, quien durante los 12 años como Papa enfatizó el acercamiento a los marginados.

Si, en cambio, elige a Benedicto XVII o a Juan Pablo III —ambos nombres asociados con papas que enfatizaron la doctrina— podría parecer una forma de romper con la era Francisco.

Lo que está claro es que cualquiera de estos tres nombres se tomarían como una declaración clara e inmediata. "Ese hecho podría ser una fuente de controversia, incluso antes de que aparezca la primera declaración", comenta Keen al Register.

Las opciones menos probables

El nuevo Papa tiene muchísimas opciones de nombres, por eso, seguramente, sea más fácil adivinar cuáles no elegirá. Entre los historiadores contactados por el medio estadounidense, pocos esperan oír el nombre de Pablo VII, dado el sufrimiento que tuvo que llevar San Pablo VI durante su pontificado.

Menos probable es Pío XIII, dada la leyenda asociada al venerable Pío XII, quien es injustamente criticado por no hacer lo suficiente para oponerse al nazismo en la Segunda Guerra Mundial.

Juan XXIV sería más probable, según algunos expertos, porque el jovial San Juan XXIII todavía es recordado con cariño por su breve pero impactante pontificado (1958-1963), que dio inicio al Concilio Vaticano II.

El nombre de Juan es la opción más popular entre los 266 papas hasta la fecha. "Juan ha sido muy importante debido a la riqueza de su asociación con el Evangelio, así como con Juan el Bautista y Juan el Evangelista, sin mencionar a Juan de la Cruz y a otros santos", comenta Park.

Pero, si el nuevo Papa decide no llamarse Juan, o como ninguno de los papas recientes, podría remontarse al siglo XIX para encontrar inspiración.

Los expertos aseguran que no hay opciones para un Gregorio XVII, porque el último Papa con ese nombre, Gregorio XVI (1831-1846), condenó la "libertad de conciencia", que llamó como "esta vergonzosa fuente de indiferentismo" (Mirari Vos, 14), una idea que sería muy impopular hoy en día. 

El único nombre probable del siglo XIX sería León XIV. El Papa más reciente con ese nombre, León XIII (1878-1904), es recordado  por su encíclica Rerum Novarum —fundamento de la doctrina social católica moderna—.

León es también el nombre de uno de los grandes papas de la historia de la Iglesia, León I (440-461). Conocido como "León el Grande", aumentó el prestigio y la autoridad papal, y se le atribuye haber salvado a Roma de Atila.

Tras León, el siguiente nombre papal más reciente sería Clemente, aunque ya ha pasado tiempo. El Papa más reciente con ese nombre, Clemente XIV, es famoso por haber suprimido a los jesuitas en 1773.

"Me encantaría que el nuevo nombre volviera a un nombre que no se ha usado en mucho tiempo. León es el más probable si nos remontamos a más de cien años atrás", dijo el padre Worcester al Register.

Sin embargo, retrotraerse a la historia plantea complicaciones. Nombres como Inocencio, Alejandro y Urbano evocan papas cuyos papados podrían no resistir el escrutinio de nuestro tiempo.

En los nombres de los papas existen también curiosidades semánticas. Ha habido cinco papas llamados Sixto —incluido el más reciente, Sixto V (1585-1590)—, pero ningún Sixto VI. Sería, por tanto, el Papa Sixto Sexto. 

¿Un nombre nuevo?

En agosto de 1978, el beato Papa Juan Pablo I hizo algo nuevo al combinar dos nombres, una elección que inmediatamente repitió su sucesor, Juan Pablo II, apenas 51 días después.

En 2013, el Papa Francisco eligió un nombre que nunca se había usado antes: el primer Papa en hacerlo en más de 1.100 años, desde el Papa Lando en 913.

"Es sorprendente la cantidad de nombres que no se han utilizado", dice Dwight Duncan, profesor de derecho constitucional en la Universidad de Massachusetts (EE.UU). Como los de los evangelistas Mateo y Lucas, así como Lorenzo, el mártir del siglo III, que inspiró a un antipapa, pero no a un Papa real.

"Me gustaría ver un nombre que aún no se haya usado, como el de José", dijo Duncan, refiriéndose al patrón de la Iglesia Universal. "Felipe sería una buena opción, porque San Felipe Neri fue el apóstol de Roma durante el Renacimiento y la Reforma", refiriéndose al sacerdote del siglo XVI.

O tal vez el nuevo Papa podría elegir a Domingo, en honor a Santo Domingo de Guzmán, contemporáneo de San Francisco y fundador de la otra orden mendicante del siglo XIII. 

Varios nombres de Padres de la Iglesia nunca han sido elegidos para papas. Por ejemplo, nunca ha habido un Papa llamado Agustín, Jerónimo, Ambrosio, Ignacio, Ireneo, Cirilo, Policarpo, Cipriano, Isidoro, Justino, Basilio, Antonio o Atanasio .

Lo que también está claro es que nadie se ha vuelto a llamar  Pedro, quizás porque cada Papa se considera Pedro y no estima necesario recalcarlo.



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