Un joven cura jugador de fútbol húngaro saluda al público del Campeonato Europeo de Fútbol Sala para Sacerdotes, en Hungría.
Se ha celebrado la edición número 17ª de un encuentro deportivo muy peculiar: el Campeonato Europeo de Sacerdotes Católicos de Fútbol Sala.
El país anfitrión en esta ocasión ha sido Hungría, en concreto la diócesis grecocatólica de Debrecen y la ciudad de Kisvárda.
Se pueden ver fotos simpáticas del campeonato aquí en Facebook.
Los 15 países participantes han sido, además del país anfitrión, Albania, Austria, Bosnia-Herzegovina, República Checa, Croacia, Hungría, Italia, Kazajstán, Kosovo, Montenegro, Polonia, Portugal, Serbia y Eslovaquia. En total, han participado más de 200 sacerdotes llegados de estos partidos.
Los países ganadores han sido Polonia en primer puesto y con soltura (ha ganado en 9 de las 17 ediciones), Eslovaquia en segundo (Polonia le ganó 4-0) y Croacia en tercero. Hungría quedó cuarta. Son cuatro países que se parecen en el hecho de ser tres de ellos eslavos, y todos centroeuropeos, de clara mayoría católica y haber sufrido dictaduras comunistas hasta la Caída del Muro de Berlín. (No está claro que nada de eso afecte a la capacidad de jugar al fútbol de los sacerdotes).
Parece extraño que Albania, Kazajstán, Portugal o Italia puedan enviar una selección de sacerdotes al campeonato de fútbol sala y España no lo haga.

Los grecocatólicos húngaros acogieron el campeonato de fútbol sala de curas europeos que ganó Polonia en 2025
Jugando desde 2003, bien establecido en Europa
Este campeonato nació en 2003 en Austria (pero por iniciativa de sacerdotes croatas) y cada año se celebra en un país distinto; en 2023, tras el parón debido al Covid, tuvo lugar en Rumanía y el año pasado se celebró en Polonia. Se concentra en unos pocos días: el campeonato se jugó entre el 10 y 14 de febrero. El programa incluye misas diarias, momentos de oración y actividades culturales.
Además de jugar a fútbol, los sacerdotes intercambian experiencias pastorales, hacen amistades y profundizan en la fe.
Niños y jóvenes de colegios católicos y grupos juveniles y deportivos, además de meros curiosos, acuden a ver jugar a las selecciones nacionales. Es ocasión para publicar noticias desenfadadas en la prensa sobre valores, fe y deporte, y mostrar la vocación sacerdotal como un "trabajo en equipo".
Más de 1.500 personas acudieron a las semifinales como público en persona, y miles siguieron los partidos online.
El fútbol sala se juega en interiores y cada equipo tiene 5 jugadores.
Se da la circunstancia de que el obispo auxiliar de Szeged-Csanád, Kiss-Rigó László, jugó en el pasado en algunos de estos campeonatos como portero por Hungría. Él pidió que este año se encargara la organización a la iglesia grecocatólica local, que tiene unos 200.000 fieles. Al campeonato acudieron líderes políticos y religiosos del país, y el Nuncio en Hungría, el arzobispo Michael Banach.
Celebración, cultura y compañerismo
"Este campeonato es más que un evento deportivo; es una celebración de nuestra fe compartida y la alegría de la comunidad", dijo el sacerdote greco-católico húngaro Daniel Kocsis, un exfutbolista profesional que abandonó su carrera para abrazar el sacerdocio. “A través del fútbol, encontramos puntos en común, construimos amistades e intercambiamos experiencias pastorales que enriquecen nuestra vida espiritual”, agregó el padre Kocsis.
Los participantes se reunieron el 12 de febrero en el cercano santuario mariano de Máriapócs, donde se encuentra el icono de la Virgen de las Lágrimas, del siglo XVII, que cada año recibe más de 500.000 peregrinos. También visitaron el nuevo —y primer— Museo greco-católico del mundo y la Catedral de San Nicolás en Nyíregyháza.
Michael Semmelmayer, sacerdote austriaco, declaró que "en el fútbol, como en la fe, aprendemos a apoyarnos unos a otros, a respetar nuestras diferencias y a trabajar en equipo".
El campeonato del año que viene se disputará en Polonia, en fecha y lugar aún por confirmar.
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