Les ha ayudado el Proyecto Amor Conyugal
Un matrimonio se puede reconstruir |
Guillermo Saroy / ReL 26 febrero 2017
Carlos y Andrea (nombres ficticios) se conocieron en la universidad, y allí iniciaron su noviazgo, «muy bonito e intenso»,
cuentan. Estuvieron saliendo cinco años, pero un embarazo imprevisto
les animó a acelerar la fecha de su boda. «Yo me quedé embarazada y nos
dimos prisa por casarnos, perolo hicimos muy enamorados, muy contentos y muy convencidos de lo que estábamos haciendo», recuerda Andrea.
El matrimonio, sin embargo, empezó «con una inmadurez por ambas partes», explican, porque «estábamos centrados en los estudios, en la universidad y cuando comenzaron a llegar los problemas no supimos reaccionar. Cuando te casas nadie te da un manual, no sabes bien qué es esto del matrimonio».
Tras los problemas iniciales, económicos y laborales sobre todo, poco a poco empezaron a salir adelante, incluso llegaron al cabo de un tiempo los dos hijos de este matrimonio. «Pero teníamos muchas carencias, la base de nuestra relación no era sólida, y aparecieron otros problemas, sobre todo a nivel de comunicación». Andrea se reconoce más sensible y Carlos más callado y práctico, y poco a poco cada uno se empezó a refugiar en su trabajo para escapar a la situación que vivían en casa. «A nivel laboral nos iba bien, pero el matrimonio nos iba bastante mal».
Llega el divorcio
La situación era tan irrespirable que Andrea tomó por su cuenta la decisión de divorciarse, «en un arrebato de incomprensión y de dolor», en el año 2010. «Yo me fui con mis hijos y mis cosas, convencida de que aquello era inviable. No hubo infidelidad por ninguna de las partes, sino incomunicación. Yo no me sentía valorada y él no me entendía». Para Andrea «Carlos seguía siendo el único hombre de mi vida, pero tras el divorcio comencé una relación con otro hombre que al final resultó ser terrible y dolorosa. Pensaba que iba a ser la panacea, que me iba a dar la complicidad y comprensión que no me había dado mi marido, pero no fue así».
Después de aquello Andrea cayó en una depresión, la misma situación en la que cayó Carlos, al que el divorcio le llevó incluso a amagar un intento de suicidio. «Los dos estábamos muy mal», reconocen.
Intentos de volver
Los años siguientes se centraron en su trabajo, pero Andrea seguía pensando en Carlos. «Yo seguía pensando en él, por la mañana y por la noche. Yo sabía que no podía haber otro hombre en mi vida pero tenía la frustración de que no había salido bien. Aunque me había mucho daño». Por su parte, Carlos empezó a cuidar a su mujer y a sus hijos a distancia: «Yo la apoyaba todo lo que podía, con los niños y con la casa. Mis amigos, especialmente los que están divorciados, decían que estaba loco, pero yo tenía muy claro que tenía que cuidar de ellos. Yo creo que siempre hubo amor entre nosotros. Yo insistí muchas veces y ella me cerraba las puertas, quizá por orgullo, pero yo sabía que mi vida era ella». En aquellos años hubo incluso algunos intentos de volver a retomar la relación que no llegaron a cuajar, porque ambos se dieron cuenta de que los problemas de comunicación persistían.
La decisión
Hasta que en el año 2015 Carlos desistió de intentar retomar el matrimonio y comenzó una relación con otra mujer. «Yo vi entonces que podía perder al que había sido el amor de mi vida –explica Andrea– por mi orgullo y por no querer perdonar. Pensé que a lo mejor se había cansado de esperarme». Y entonces decidió llamar a Magüi, una amiga suya que junto a su marido José Luis son los responsables del Proyecto Amor Conyugal, que ya está implantado en varias ciudades de España y que ayuda a los matrimonios a reforzar su relación.
«A José Luis y Magüi les conocíamos porque nos dieron las catequesis prebautismales de nuestros hijos», y desde entonces se han vuelto inseparables. Poco a poco comprendieron que ambos eran el amor de la vida del otro, y que merecía la pena intentarlo. «El proceso de volver fue muy duro», pero aun así Carlos dejó aquella relación incipiente y volvió a casa con su mujer y sus hijos.
No hay un manual
«Nadie te enseña a ser un buen esposo o una buena esposa. No hay un manual, es muy difícil. Nosotros todavía estamos en construcción y luchando. Estamos intentando encajar de nuevo el puzzle, pero los dos tenemos claro que queremos estar juntos», cuentan.
Ya llevan un año y dos meses juntos de nuevo, y van al Proyecto Amor Conyugal todas las semanas, para conocer y practicar las herramientas necesarias para que toda relación funcione bien. «Estamos todavía en la Unidad de Cuidados Intensivos, nos ayudan mucho», explican. Por eso, «aunque mucha gente no nos entiende y nos dice: “Tú estás loca” o “Tú estás loco”, nosotros sabemos que un matrimonio se puede reconstruir, aunque estuvieran tan mal como nosotros. Se puede volver».
Queremos ayudar a otros
Por la experiencia que han vivido quieren ofrecerse también a otras parejas para servir de ayuda: «Si hubiera a alguien que necesitara ayuda o escuchar nuestra experiencia que nos contacten a través de Proyecto Amor Conyugal. Si alguien tiene una experiencia dolorosa y nosotros podemos darle, sería maravilloso, porque se ha frivolizado mucho con el divorcio y no se dice que las separaciones son en realidad un trauma».
Puedes conocer más sobre el Proyecto Amor Conyugal AQUÍ
El matrimonio, sin embargo, empezó «con una inmadurez por ambas partes», explican, porque «estábamos centrados en los estudios, en la universidad y cuando comenzaron a llegar los problemas no supimos reaccionar. Cuando te casas nadie te da un manual, no sabes bien qué es esto del matrimonio».
Tras los problemas iniciales, económicos y laborales sobre todo, poco a poco empezaron a salir adelante, incluso llegaron al cabo de un tiempo los dos hijos de este matrimonio. «Pero teníamos muchas carencias, la base de nuestra relación no era sólida, y aparecieron otros problemas, sobre todo a nivel de comunicación». Andrea se reconoce más sensible y Carlos más callado y práctico, y poco a poco cada uno se empezó a refugiar en su trabajo para escapar a la situación que vivían en casa. «A nivel laboral nos iba bien, pero el matrimonio nos iba bastante mal».
Llega el divorcio
La situación era tan irrespirable que Andrea tomó por su cuenta la decisión de divorciarse, «en un arrebato de incomprensión y de dolor», en el año 2010. «Yo me fui con mis hijos y mis cosas, convencida de que aquello era inviable. No hubo infidelidad por ninguna de las partes, sino incomunicación. Yo no me sentía valorada y él no me entendía». Para Andrea «Carlos seguía siendo el único hombre de mi vida, pero tras el divorcio comencé una relación con otro hombre que al final resultó ser terrible y dolorosa. Pensaba que iba a ser la panacea, que me iba a dar la complicidad y comprensión que no me había dado mi marido, pero no fue así».
Después de aquello Andrea cayó en una depresión, la misma situación en la que cayó Carlos, al que el divorcio le llevó incluso a amagar un intento de suicidio. «Los dos estábamos muy mal», reconocen.
Intentos de volver
Los años siguientes se centraron en su trabajo, pero Andrea seguía pensando en Carlos. «Yo seguía pensando en él, por la mañana y por la noche. Yo sabía que no podía haber otro hombre en mi vida pero tenía la frustración de que no había salido bien. Aunque me había mucho daño». Por su parte, Carlos empezó a cuidar a su mujer y a sus hijos a distancia: «Yo la apoyaba todo lo que podía, con los niños y con la casa. Mis amigos, especialmente los que están divorciados, decían que estaba loco, pero yo tenía muy claro que tenía que cuidar de ellos. Yo creo que siempre hubo amor entre nosotros. Yo insistí muchas veces y ella me cerraba las puertas, quizá por orgullo, pero yo sabía que mi vida era ella». En aquellos años hubo incluso algunos intentos de volver a retomar la relación que no llegaron a cuajar, porque ambos se dieron cuenta de que los problemas de comunicación persistían.
La decisión
Hasta que en el año 2015 Carlos desistió de intentar retomar el matrimonio y comenzó una relación con otra mujer. «Yo vi entonces que podía perder al que había sido el amor de mi vida –explica Andrea– por mi orgullo y por no querer perdonar. Pensé que a lo mejor se había cansado de esperarme». Y entonces decidió llamar a Magüi, una amiga suya que junto a su marido José Luis son los responsables del Proyecto Amor Conyugal, que ya está implantado en varias ciudades de España y que ayuda a los matrimonios a reforzar su relación.
«A José Luis y Magüi les conocíamos porque nos dieron las catequesis prebautismales de nuestros hijos», y desde entonces se han vuelto inseparables. Poco a poco comprendieron que ambos eran el amor de la vida del otro, y que merecía la pena intentarlo. «El proceso de volver fue muy duro», pero aun así Carlos dejó aquella relación incipiente y volvió a casa con su mujer y sus hijos.
No hay un manual
«Nadie te enseña a ser un buen esposo o una buena esposa. No hay un manual, es muy difícil. Nosotros todavía estamos en construcción y luchando. Estamos intentando encajar de nuevo el puzzle, pero los dos tenemos claro que queremos estar juntos», cuentan.
Ya llevan un año y dos meses juntos de nuevo, y van al Proyecto Amor Conyugal todas las semanas, para conocer y practicar las herramientas necesarias para que toda relación funcione bien. «Estamos todavía en la Unidad de Cuidados Intensivos, nos ayudan mucho», explican. Por eso, «aunque mucha gente no nos entiende y nos dice: “Tú estás loca” o “Tú estás loco”, nosotros sabemos que un matrimonio se puede reconstruir, aunque estuvieran tan mal como nosotros. Se puede volver».
Queremos ayudar a otros
Por la experiencia que han vivido quieren ofrecerse también a otras parejas para servir de ayuda: «Si hubiera a alguien que necesitara ayuda o escuchar nuestra experiencia que nos contacten a través de Proyecto Amor Conyugal. Si alguien tiene una experiencia dolorosa y nosotros podemos darle, sería maravilloso, porque se ha frivolizado mucho con el divorcio y no se dice que las separaciones son en realidad un trauma».
Puedes conocer más sobre el Proyecto Amor Conyugal AQUÍ
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