El Papa recibe en audiencia a los voluntarios de la Délégation Catholique pour la Coopération
Francisco recibe a la DCC en la Sala de los Papas (Fto- Osservatore © Romano) |
(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- El desarrollo para ser auténtico debe
ser integral por eso es necesario recuperar el sentido de la palabra
‘solidaridad’, fomentando una cultura de la misericordia, basada en el
descubrimiento y en el encuentro con los otros.
Lo indicó el papa Francisco este sábado 25 de febrero en el Vaticano, al recibir a la Delegación católica para la cooperación (Délégation Catholique pour la Coopération
– DCC), ente de voluntariado internacional nacido en Francia hace 50
años, en consonancia don la encíclica ‘Populorum Progressio’.
La DCC de la Conferencia episcopal francesa, trabaja en más de 50
países del mundo, varios de ellos en América Latina. Ahora una
delegación de ella está en Roma junto a su obispo Mons. Jean-Louis
Papin, para “vivir su jubileo en el corazón de la Iglesia universal”.
En la Sala de los Papas, en el Palacio Apostólico Vaticano, Francisco
les agradeció su labor, saludó y bendijo a todos los voluntarios y
benefactores de la DCC, señalando que como indicó el beato Pablo VI en
la encíclica Populorum Progressio, el desarrollo “para ser auténtico tiene que ser integral”.
“La palabra ‘solidaridad’ un poco se ha arruinado y a veces se la
interpreta mal, porque indica mucho más que algún acto esporádico de
generosidad. Pide crear una nueva mentalidad que piense en términos de
comunidad, de prioridad de la vida de todos respecto a la apropiación de
bienes por parte de algunos”.
“No tengan miedo –exhortó Francisco– a recorrer los caminos de la
fraternidad y construir puentes entre las personas y los pueblos, en un
mundo en el que se levantan aún tantos muros por miedo de los otros”.
El Pontífice elogió la labor de los voluntarios de la DCC, en
colaboración con las Iglesias, los entes locales y las personas de buena
voluntad. Y que “contribuyendo a una auténtica conversión ecológica,
reconoce la inminente dignidad de cada persona”.
Les invitó así a “hacer crecer una cultura de la misericordia, basada
en el descubrimiento y en el encuentro con los otros. Una cultura en la
cual nadie mira con indiferencia, ni para el otro lado, cuando ve el
sufrimiento de los hermanos”.
Y les recordó que iniciativas como esta “vuelven visible a la Iglesia
pobre con y para los pobres, una Iglesia en salida que se vuelve
cercana a las personas en estado de sufrimiento, precariedad,
marginación y exclusión”.
Al concluir les invitó a estar “al servicio de una Iglesia que
permite a cada uno reconocer la sorprendente proximidad de Dios, su
ternura y su amor” así como a “utilizar nuestros talentos” para “el bien
de todos y el cuidado de nuestra casa común”.
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