El Pontífice explica que sin negar el derecho a emigrar se debe
garantizar el derecho a no tener que emigrar permitiendo condiciones de
vida dignas
Inmigrantes llegan a Lesbos (Foto- Darrin Zammit Lupi : JRS Europa - 26 de enero 2016) |
(ZENIT, Ciudad del Vaticano, 21 Feb. 2017).- Ante el fenómeno sin
precedentes de los actuales movimientos migratorios se requiere una
respuesta común que “se podría articular en cuatro verbos: acoger,
proteger, promover e integrar”.
Esta es la fórmula que el papa Francisco propuso este martes en el
Vaticano a los participantes del sexto congreso del Forum internacional
“Migración y Paz” reunidos en Roma, que inició el 21 del presente y
concluye mañana miércoles 22.
No se puede mirar al prójimo dejándolo fuera de nuestro horizonte de
vida, transformarlo en competencia desleal, o en un súbdito que
debemos dominar. “Esta idea se basa en el egoísmo amplificado por
demagogia populista”.
La acogida “inicia con la primera recepción en espacios adecuados y decorosos”, dijo, y señaló que “las grandes concentraciones de migrantes no han dado resultado positivos, siendo que los programas de acogida difusa suelen tener más éxito”.
Defender a los migrantes de la explotación, del abuso y la violencia.
Es un imperativo moral que debe llevar a la adopción de instrumentos
legales, a la realización de políticas justas, a la aplicación de
programas contra los ‘traficantes de carne humana’.
Sin embargo, “la protección no es suficiente, tenemos que promover el
desarrollo humano integral de los migrantes”, dijo Francisco. Esta debe
comenzar en las comunidades de origen, es decir, sin negar el derecho a
emigrar se debe garantizar el derecho a no tener que emigrar. Es decir,
el derecho de encontrar condiciones propicias en el propio país para
llevar vida digna.
Una vez que alguien ha migrado, se debe integrarlo, evitando “nuevos
guetos”, gracias a programas específicos que promuevan el encuentro
para que el emigrante “no se cierre a la nueva cultura que lo acoge y
respete las leyes y las tradiciones”.
“Creo que la combinación de estos cuatro verbos representa un deber”
que es triple: “deber de justicia, la cortesía del deber y el deber de
la solidaridad”.
Las desigualdades económicas ya no son concebibles, aseveró el Papa.
“Un pequeño grupo de individuos no puede controlar los recursos de casi
todo el mundo. Las personas y los pueblos enteros no pueden vivir sólo
de migajas”, añadió.
Todos estos elementos, señala el Santo Padre, “requieren un cambio de
actitud por parte de todos; dejar de estar a la defensiva, abandonar el
miedo, el desinterés y la marginación, y abrirse a la cultura del
encuentro, “es lo único es capaz de construir un mundo más justo y
fraterno, un mundo mejor”.
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