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segunda-feira, 5 de fevereiro de 2024

Hermana Paësie, «madre» de 2.500 niños haitianos, recibe una llamada especial: «el drama es total»

hermana Paësie
La hermana Paësie se encuentra desde 1999 en Puerto Príncipe para dedicarse a la atención de los niños del mayor barrio desfavorecido de la capital, Cité Soleil. El mes pasado fueron secuestradas seis religiosas.


ReL


La hermana Paësie, "madre" de 2.500 niños haitianos, recibió el sábado 3 de febrero una llamada telefónica del Papa Francisco, tanto para interesarse por la situación en Haití como para expresarle su apoyo a su trabajo en favor de los niños más pobres. El mes pasado fueron secuestradas seis religiosas en ese mismo país.

Siempre ocupada con su "pequeño rebaño" de niños de la calle, cuando Paësie encuentra tiempo para atender el teléfono, a menudo es para solucionar un problema.

El sábado 3 de febrero, hacia la una de la tarde, la situación era muy distinta. Al otro lado de la línea, el Papa quería hablar con la religiosa francesa, que desde 1999 se encuentra en Puerto Príncipe para dedicarse a la atención de los niños del mayor barrio desfavorecido de la capital, Cité Soleil, donde la organización "Famille Kizito" se ocupa de 2.500 niños.

Familias durmiendo en la calle

"Fue una gran sorpresa para mí. Cuando sonó mi teléfono, obviamente no esperaba en absoluto que me llamara el Santo Padre. Me envió un mensaje de ánimo y me dio las gracias por estar ahí para los niños. Me aseguró sus oraciones. Eso me conmovió mucho. Lo que más me impresionó durante la llamada fue la voz del Santo Padre", cuenta a Vatican News.

"Sentí una gran dulzura y amabilidad. Obviamente, lo compartí con mi comunidad, mi equipo y algunos de los niños. Esto provocó alegría y esperanza en muchas otras personas, porque esta llamada no era solo para mí, era realmente un gesto hacia los niños y las personas más pobres de Haití", añade.

Desde hace varios años, en los barrios populares del país se producen enfrentamientos entre grupos armados. Las bandas son cada vez más poderosas y están presentes en prácticamente todos los distritos de la capital e incluso en varias ciudades del interior.

Como consecuencia, la gente vive con verdadero terror a ser asaltada en cualquier momento. Cuando una banda invade un barrio, todo el mundo tiene que correr. Se ve a la gente correr con sus hijos. Se incendian casas y esto paraliza por completo las actividades del país. Como los más pobres viven al día dependiendo de los mercados, cuando la situación empeora y hay violencia en las calles, tiroteos y barricadas, los mercados no pueden funcionar. Esto aumenta enormemente la pobreza y el hambre.

"Los secuestros en Puerto Príncipe afectan a todos los sectores de la sociedad. Algunas personas pueden ser un objetivo especial, por ejemplo, los más ricos, que son secuestrados a cambio de un rescate. A veces también son secuestrados transeúntes ordinarios, pasajeros de transportes públicos, personas que no son especialmente ricas", explica la hermana.

"En el caso de las seis religiosas, es difícil de decir. No tuve la sensación de que la Iglesia fuera especialmente el objetivo. Actuaron con la esperanza de obtener un rescate. A veces depende del estilo de vida de las personas consagradas, sacerdotes o religiosas. En la mente de la gente, algunos pueden estar asociados a la categoría de los "más ricos", pero no se puede generalizar", asegura.

Las monjas de la Congregación de Santa Ana fueron tomadas como rehenes por hombres armados el pasado 19 de enero, cuando viajaban en un autobús. Otras dos personas también. La violencia ha causado el desplazamiento de más de 300.000 personas, según cifras de la ONU.

"Una vez que un barrio ha sido invadido por una nueva banda la gente no se siente segura. Muchas personas han muerto intentando volver a casa. La mayoría de las veces, la gente va a quedarse con un pariente, que suele acogerlos al principio. Pero esto solo dura unos días, porque rápidamente se hace insoportable", explica.

"Las familias ya están en casas pequeñas, a menudo con una sola habitación y fácilmente una docena de personas. Cuando llega una nueva familia, es realmente muy difícil. Además, las personas que llegan a menudo lo han perdido todo y dependen de la familia de acogida. Es realmente complicado. Ahora vemos a gente durmiendo en la calle con sus hijos, algo que antes no existía en Puerto Príncipe", comenta.

"Hace unos días, algunas madres me dijeron: 'Hermana, si no fuera por usted, estaríamos todas muertas'. Creo que exageraban un poco, pero es lo que sienten. Al menos, eso es lo que expresaban. A veces, incluso me pregunto cómo hace la gente para sobrevivir cuando pasan varios días sin comer y realmente no tienen nada. El Señor está presente. Creo que esa es realmente la respuesta. Él está presente para ellos. Puede que esté presente a través de mí o de alguna otra manera. Pero nunca abandona a sus hijos", concluye.



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