El Ministro de Recursos y Queensland del Norte habla sin tapujos de su fe
Matthew Canavan es un político joven en ascenso en Australia que habla en defensa de la familia |
P.J.Ginés / ReL 23 diciembre 2016
Matthew Canavan, a los 17 años, estudiaba en un colegio católico de Cornubia (Australia) y ponderaba la posibilidad de hacerse comunista. Aquello de que la religión era el opio del pueblo le sonaba atractivo.
Su madre era italiana y su padre irlandés, su familia era católica y de hecho él estaba colaborando en un grupo juvenil católico escolar. Pero, con todo, el comunismo le parecía que podía tener su sentido y lo religioso no le atraía.
Hasta que al año siguiente fue a la Universidad de Queensland y encontró un grupo de estudiantes comunistas de verdad. “Hablé con ellos el primer día de la uni y me dije: estos tíos están chalados.” Allí acabó su flirteo con la izquierda.
Su madre era italiana y su padre irlandés, su familia era católica y de hecho él estaba colaborando en un grupo juvenil católico escolar. Pero, con todo, el comunismo le parecía que podía tener su sentido y lo religioso no le atraía.
Hasta que al año siguiente fue a la Universidad de Queensland y encontró un grupo de estudiantes comunistas de verdad. “Hablé con ellos el primer día de la uni y me dije: estos tíos están chalados.” Allí acabó su flirteo con la izquierda.
Senador en Queensland
Hoy Matthew Canavan es senador en Australia y uno de los políticos conservadores más populares. Y dice que desde que tiene cargos políticos habla más que nunca de su fe católica avivada y reencontrada.
Todo empezó cuando conoció a una chica, Andrea, que hoy es su esposa. “Redescubrí mi fe al casarnos y pensar sobre lo que significa el matrimonio. Nos casamos en la Iglesia y teníamos que tener unas entrevistas previas con el sacerdote”.
El proceso de prepararse en serio para el matrimonio, y luego la llegada del primer bebé le hicieron plantearse con firmeza las preguntas de la fe.
“No fue levantarse un día y decir ‘vale, ahora iré a misa cada domingo’. Simplemente, pensé más y más en lo que significa el catolicismo y cómo conecta con el mundo real, el matrimonio, tener hijos…”, explica en una conversación en CatholicLeader.com.au.
Poco después de su nuevo compromiso con la fe, se sintió más atraído por la política y por la figura de Tony Abbott, un católico que, sorprendentemente para todos los analistas, llegó a la dirección del Liberal Party.
“Después de tener hijos, yo me consideraba ya socialmente conservador y reencontré mi fe tras casarme y me gustaba bastante Tony Abbott. Le escribí un email a un amigo diciendo en broma que si Tony salía elegido en partido le pediría un trabajo. Y lo hicieron líder y pensé: ‘esto parece una señal de Dios, debería hacer lo que dije”.
Hoy Matthew Canavan es senador en Australia y uno de los políticos conservadores más populares. Y dice que desde que tiene cargos políticos habla más que nunca de su fe católica avivada y reencontrada.
Todo empezó cuando conoció a una chica, Andrea, que hoy es su esposa. “Redescubrí mi fe al casarnos y pensar sobre lo que significa el matrimonio. Nos casamos en la Iglesia y teníamos que tener unas entrevistas previas con el sacerdote”.
El proceso de prepararse en serio para el matrimonio, y luego la llegada del primer bebé le hicieron plantearse con firmeza las preguntas de la fe.
“No fue levantarse un día y decir ‘vale, ahora iré a misa cada domingo’. Simplemente, pensé más y más en lo que significa el catolicismo y cómo conecta con el mundo real, el matrimonio, tener hijos…”, explica en una conversación en CatholicLeader.com.au.
Poco después de su nuevo compromiso con la fe, se sintió más atraído por la política y por la figura de Tony Abbott, un católico que, sorprendentemente para todos los analistas, llegó a la dirección del Liberal Party.
“Después de tener hijos, yo me consideraba ya socialmente conservador y reencontré mi fe tras casarme y me gustaba bastante Tony Abbott. Le escribí un email a un amigo diciendo en broma que si Tony salía elegido en partido le pediría un trabajo. Y lo hicieron líder y pensé: ‘esto parece una señal de Dios, debería hacer lo que dije”.
Abbott no necesitaba un economista en ese momento, pero sí su encargado
de finazas, Barnaby Joice. Así empezó su carrera política. Más adelante
le ofrecieron presentarse a senador en Queensland, y salió elegido en 2013, reelegido en verano de 2016 y nombrado Ministro de Recursos y de Queensland del Norte.
Defendiendo el matrimonio
Australia es el único país anglosajón que no ha redefinido el matrimonio y Canavan se ha destacado por su defensa del matrimonio compuesto por la unión complementaria de hombre y mujer. Lo defiende sin necesidad de argumentación religiosa y dice que es un patrimonio de la civilización desde antiguo, que cristianos, judíos, paganos o romanos tenían claro todos que un matrimonio era la unión entre hombre y mujer para engendrar hijos y criarlos en familia.
También afirma que Australia es un país “seglar con una Constitución seglar” pero que “uno de los elementos fundamentales de eso es la protección de la libertad de religión y creencia”. Eso, dice, es lo que defiende no sólo él, como político, sino una libertad que deberían defender todos, junto con el valor del matrimonio.
Libertad para hablar de la fe
Tiene 35 años, cinco hijos y ha descubierto que ahora que es político habla de religión mucho más que cuando era economista.
“Soy más asertivo y confiado en la expresión de mi visión religiosa que antes. Mi visión del mundo hoy está inherentemente ligada con la fe que tengo. Hablo de estas cosas aunque la cadena ABC u otros medios no respeten esta visión, no me importa. Me da igual lo que otros piensen de mí”.
Ve claro que la sociedad se hace más ajena –e incluso hostil- a la fe, y lo ve como un “reto” para los creyentes, pero “aún así estoy dispuesto a dar la cara por lo que creo”.
Defendiendo el matrimonio
Australia es el único país anglosajón que no ha redefinido el matrimonio y Canavan se ha destacado por su defensa del matrimonio compuesto por la unión complementaria de hombre y mujer. Lo defiende sin necesidad de argumentación religiosa y dice que es un patrimonio de la civilización desde antiguo, que cristianos, judíos, paganos o romanos tenían claro todos que un matrimonio era la unión entre hombre y mujer para engendrar hijos y criarlos en familia.
También afirma que Australia es un país “seglar con una Constitución seglar” pero que “uno de los elementos fundamentales de eso es la protección de la libertad de religión y creencia”. Eso, dice, es lo que defiende no sólo él, como político, sino una libertad que deberían defender todos, junto con el valor del matrimonio.
Libertad para hablar de la fe
Tiene 35 años, cinco hijos y ha descubierto que ahora que es político habla de religión mucho más que cuando era economista.
“Soy más asertivo y confiado en la expresión de mi visión religiosa que antes. Mi visión del mundo hoy está inherentemente ligada con la fe que tengo. Hablo de estas cosas aunque la cadena ABC u otros medios no respeten esta visión, no me importa. Me da igual lo que otros piensen de mí”.
Ve claro que la sociedad se hace más ajena –e incluso hostil- a la fe, y lo ve como un “reto” para los creyentes, pero “aún así estoy dispuesto a dar la cara por lo que creo”.
La Biblia, cada día
También asegura que desde que es Senador se toma más en serio la sabiduría que encuentra en las Sagradas Escrituras.
“Yo no era un lector especialmente cercano a la Biblia. Antes bromeaba diciendo que como yo era católico, la Biblia no importaba, que lo importante era escuchar al Papa. Pero con las tecnologías modernas ahora puedes leer una sección de la Biblia cada día, que es lo que hago ahora”.
Tiene un versículo preferido que recuerda mucho en el Parlamento: Mateo 7,1. “No juzguéis y no seréis juzgados. Lo que uséis contra ellos, se usará contra vosotros”.
“En este juego en el que necesariamente has de estar siempre juzgando a otros partidos políticos, a otra gente, criticando, este versículo ayuda a ponerte los pies en la tierra y a contener tu retórica, con más respeto”, comenta.
En cuanto a la oración, dice que “siempre me toca y me hace sentir humildad cuando alguien viene y me dice ‘oraré por usted’. Eso te da una gran fuerza, porque hay gente de verdad ahí fuera pensando en ti y haciendo algo muy personal, privado, al orar por ti. Eso me da mucha fuerza”.
También asegura que desde que es Senador se toma más en serio la sabiduría que encuentra en las Sagradas Escrituras.
“Yo no era un lector especialmente cercano a la Biblia. Antes bromeaba diciendo que como yo era católico, la Biblia no importaba, que lo importante era escuchar al Papa. Pero con las tecnologías modernas ahora puedes leer una sección de la Biblia cada día, que es lo que hago ahora”.
Tiene un versículo preferido que recuerda mucho en el Parlamento: Mateo 7,1. “No juzguéis y no seréis juzgados. Lo que uséis contra ellos, se usará contra vosotros”.
“En este juego en el que necesariamente has de estar siempre juzgando a otros partidos políticos, a otra gente, criticando, este versículo ayuda a ponerte los pies en la tierra y a contener tu retórica, con más respeto”, comenta.
En cuanto a la oración, dice que “siempre me toca y me hace sentir humildad cuando alguien viene y me dice ‘oraré por usted’. Eso te da una gran fuerza, porque hay gente de verdad ahí fuera pensando en ti y haciendo algo muy personal, privado, al orar por ti. Eso me da mucha fuerza”.
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