Misa en latín, lecturas en sueco y homilía en español. Pidió a
María, Reina de todos los Santos, que seamos “bendecidos en nuestros
esfuerzos y alcancemos la santidad en la unidad”
El Papa en el Swedbak de Malmo (Fto © Osservatore Romano). |
(ZENIT – Roma).- En la festividad de Todos los Santos, el
papa Francisco presidió este martes la santa misa en el estadio Swedbak
de Malmö, en el segundo y último día de su viaje a Suecia. Allí recordó
durante su homilía a los miles de fieles reunidos o que le seguían por
televisión y los medios de comunicación, que “si hay algo que
caracteriza a los santos es que son felices”.
El día de ayer sábado, vio un hecho histórico, la Declaración conjunta católico-luterana, que se añade a un recorrido ecuménico iniciado después del Vaticano II. Así como la ceremonia en la catedral de Lund, con
un recíproco ‘mea culpa’ por los 500 años de conflicto y donde el Papa
pidió al Espíritu Santo que conceda la gracia de un nuevo inicio en las
relaciones recíprocas.
Hoy domingo el Santo Padre entró al estadio en un pequeño vehículo
abierto. Allí le esperaban unos diez mil fieles, que le saludaban con
entusiasmo mientras filmaban con sus móviles en la mano. El Papa bendijo
a algunos niños y al bajar del vehículo, se acercó a varios enfermos en
silla de ruedas que le esperaban.
El Kyrie Eleison y el Gloria in Excelsis Deo,
fueron entonados por un numeroso coro, así como los cantos que
acompañaron la liturgia. El papa Francisco que vestía paramentos color
crema y portaba el palio ingresó en la zona donde estaba montado el
altar, presidido por un hermoso crucifijo y muchos adornos de flores
blancas y amarillas, colores del Vaticano.
La misa fue en latín, las lecturas en idioma sueco, en cambio la
homilía en español. Francisco recordó que “con toda la Iglesia
celebramos hoy la solemnidad de Todos los Santos” incluyendo también “a
tantos hermanos nuestros que han vivido su vida cristiana en la plenitud
de la fe y del amor, en medio de una existencia sencilla y oculta”. Y
añadió: “Seguramente, entre ellos hay muchos de nuestros familiares,
amigos y conocidos”.
“Pero si hay algo –prosiguió Francisco– que caracteriza a los santos
es que son realmente felices. Han encontrado el secreto de esa felicidad
auténtica, que anida en el fondo del alma y que tiene su fuente en el
amor de Dios. Por eso, a los santos se les llama bienaventurados. Las
bienaventuranzas son su camino, su meta, su patria”.
“Las bienaventuranzas son el camino de vida que el Señor nos enseña”y
“son el perfil de Cristo y por tanto, lo son del cristiano”, aseguró. Y
subrayó de ellas: “la mansedumbre” es la que “nos acerca a Jesús y nos
hace estar unidos entre nosotros”.
Recordó también dos santas que nacieron en Suecia: María Elisabeth
Hesselblad y Brigitta Vadstena, las cuales trabajaron para estrechar
lazos de unidad entre los cristianos, en un país “donde estamos
conmemorando conjuntamente el quinto centenario de la Reforma”.
Y señaló que hoy se podrían añadir otras bienaventuranzas:
“Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón; bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía; bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que otros también lo descubran; bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común; bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros; bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos… Todos ellos son portadores de la misericordia y ternura de Dios, y recibirán ciertamente de él la recompensa merecida”.
El Papa concluyó recordando que “la llamada a la santidad es para
todos” y pidió a “nuestra Madre del cielo, Reina de todos los Santos”,
que seamos “bendecidos en nuestros esfuerzos y alcancemos la santidad en
la unidad”.
in
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