Hasta el 18 de noviembre se discutirán los detalles del Acuerdo
sobre el Cambio Climático. La Santa Sede aporta sobre temas éticos y de
justicia social
Afiche de la Cop 22 en Marruecos |
(ZENIT – Roma).- La Conferencia internacional sobre el
clima, la Cop 22, organizada por las Naciones Unidas, inició el pasado
lunes 7 en la ciudad de Marrakech, con la participación de 196 países
entre los cuales 30 jefes de Estado, así como industriales y
organizaciones no gubernamentales.
Hasta el 18 de noviembre, los participantes discutirán en Marruecos,
los detalles del Acuerdo sobre el Cambio Climático firmado en París en
el 2015 y que acaba de entrar en vigor, con la finalidad de detener el
aumento de la temperatura global de dos grados respecto al período
pre-industrial.
El oficial del Consejo Pontificio Justicia y Paz, Theobald
Vinciguerra declaró a Radio Vaticano que “el Acuerdo de París es un
texto muy general; muchas cosas están aún por definirse y es
precisamente el “cómo”, lo que se discute estos días en Marrakech.
Precisó que un centenar de países aprobó la convención marco de la
ONU y el acuerdo en vigor, pero que existen otro centenar de países que
aún no lo han hecho. El desafío consiste por lo tanto en “gestionarlo en
dos velocidades, sin perder a nadie por el camino”.
El Dr. Vinciguerra señaló que el mecanismo para lograr evitar el
aumento de la temperatura es el llamado ‘NDC’. Medidas que se refieren a
la evolución tecnológica hacia energía limpia, modificación en los
transportes, disminución o desmantelamiento, reforestación. Una serie de
inciativas que los países las deben realizar como iniciativas propias
ya que no existe una receta ni un formato único.
La pregunta es cómo hacer que las ‘NDC’ sean realizadas con los
mismos cánones en todos los países y apuntar a objetivos ambiciosos.
Se destinará para esta meta unos 100.000 millones de dólares en
contribuciones voluntarias y deberá ser definido quién y cómo se pagan.
Sobre estos puntos hay claramente divergencia sobre el origen de estos
recursos.
En Marrakech estarán cientos de ONGs. Su rol será el de incentivar
estos trabajos y a los gobiernos en los propios países, y realizarán una
serie de actividades paralelas, conferencias y seminarios.
Propondrán por ejemplo una reflexión sobre la fertilidad del suelo en la
agricultura, indicó el entrevistado.
También se espera un cierto impulso ético y moral: aquí es donde
entran en juego las religiones. Así la contribución de la Santa Sede
durante el “Cop 21”, en París, se basó mucho en las enseñanzas de
Laudato Si’: no tanto en cuestiones técnicas, cuántos grados, etc.,
sino por la dimensión ética y de justicia social. Por ejemplo el puesto
de trabajo de los empleados ya que al suprimir los sectores más
poluyentes es necesario crear trabajo en otros sectores.
Otro tema fue la preocupación por la solidaridad y la justicia entre
las generaciones. En este caso qué mundo le vamos a dejar a las
generaciones futuras.
El doctor Vinciguerra concluye recordando que la Laudato Si’ sin duda
sigue siendo un factor muy fuerte de inspiración para los gobiernos, la
sociedad civil y las empresas. Y que las grandes multinacionales se
hayan sentido provocadas por la Laudato Si’ indica que el impacto de la
Encíclica todavía permanecerá durante mucho tiempo.
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