Se convirtió al confirmarse su hija y en unos Cursillos de Cristiandad
Fernando Santos, entre Cristiano Ronaldo y Pepe, en el momento deportivamente más feliz de su vida. |
C.L. / ReL 11 julio 2016
Lo primero que habrá hecho Fernando Santos nada más levantarse, en este lunes de gloria para el fútbol portugués, es rezar y leer los textos de la Biblia que corresponden a la misa del día. Es su costumbre matinal desde 1994, cuando volvió a la práctica religiosa tras años alejado de la Iglesia.
No es un hombre que lo fíe todo a la gloria deportiva, que le llegó en plenitud este domingo cuando el sensacional disparo de Eder, a punto de concluir la prórroga, ganó para Portugal su primera Eurocopa derrotando en la final a la anfitriona Francia. Ingeniero electrónico, felizmente casado y padre de dos hijos, a sus 61 años tiene claro que "el fútbol no significa nada si lo comparamos con la paternidad, si lo comparamos con la amistad”.
Y eso que el fútbol ha sido siempre su profesión, primero como jugador de la primera división lusa y, sobre todo y donde de verdad ha destacado, como entrenador de los mejores equipos de Grecia (AEK Atenas, Panathinaikos y PAOK de Salónica) y Portugal (Oporto, Sporting de Lisboa, Benfica) y de sus respectivas selecciones nacionales.
Nadie duda de que este éxito lleva en buena medida su nombre. Cuando Cristiano Ronaldo se lesionó en el minuto 24 del primer tiempo, la suerte del partido parecía echada, con una Francia dominando técnica y físicamente a un rival que se quedaba sin su gran estrella. Era el momento de mostrar frialdad y perseverancia en la dirección técnica, y es lo que logró Fernando Santos, de modo que ya antes del gol de la victoria los portugueses se habían venido arriba en la prórroga, algo que nadie habría pronosticado cuando retiraron en camilla a CR7.
Y eso que el fútbol ha sido siempre su profesión, primero como jugador de la primera división lusa y, sobre todo y donde de verdad ha destacado, como entrenador de los mejores equipos de Grecia (AEK Atenas, Panathinaikos y PAOK de Salónica) y Portugal (Oporto, Sporting de Lisboa, Benfica) y de sus respectivas selecciones nacionales.
Nadie duda de que este éxito lleva en buena medida su nombre. Cuando Cristiano Ronaldo se lesionó en el minuto 24 del primer tiempo, la suerte del partido parecía echada, con una Francia dominando técnica y físicamente a un rival que se quedaba sin su gran estrella. Era el momento de mostrar frialdad y perseverancia en la dirección técnica, y es lo que logró Fernando Santos, de modo que ya antes del gol de la victoria los portugueses se habían venido arriba en la prórroga, algo que nadie habría pronosticado cuando retiraron en camilla a CR7.
En los últimos minutos de partido se vieron escenas insólitas, con un lesionado Cristiano Ronaldo que se aferraba nerviosamente a Fernando Santos transmitiendo órdenes a sus compañeros cual un segundo entrenador. |
Se fue tras un conflicto, volvió tras otro
Fernando Santos nació en una familia cristiana donde la vida religiosa no era particularmente intensa, aunque sí seguía los cánones de la católica sociedad lusa. Hizo la Primera Comunión, le enseñaron el catecismo y recibió la Confirmación, pero precisamente por un enfado en la catequesis durante la representación de una obra de teatro empezó a alejarse de la Iglesia: "Creía que había un Dios, y poco más que eso", evocó durante unas Conversaciones sobre Dios moderadas en noviembre pasado por la prestigiosa periodista María Joao Avillez.
Sin embargo, nunca dejó de rezarle a su Ángel de la Guarda, porque sin sus oraciones infantiles no se dormía. Se casó por la Iglesia, bautizó a sus hijos y los formó cristianamente, pero sin sentirse él personalmente cercano a Cristo. Algo que comenzó a cambiar precisamente cuando su hija mayor (hoy juez, fue una de las más jóvenes del país) empezó a prepararse para la Confirmación.
Porque la familia es esencial en su vida y en la vida de todos: "Todo empieza ahí. Si no conseguimos cambiar en el seno de la familia, difícilmente vamos a conseguir cambiar la familia mayor que nos rodea, que es la sociedad".
El paso sacramental de su hija le puso en contacto con un sacerdote, conversó con él, leyó algún libro que le prestó... y se dio cuenta de que no quería asistir al sacramento de la niña desde fuera. Tras muchos años de escasa práctica de la fe, empezó a ir a misa con su mujer, Guilhermina, pero no se sentía a gusto: "Veía a la gente acercarse a comulgar, y yo no iba..." Al cabo de un tiempo se confesó.
Aquel año de 1994 fue malo para él. Después de siete años entrenando al Estoril Praia, que había sido también su último equipo como jugador, fue despedido. Llevaba veinte años vinculado al club y fue un mazazo muy fuerte. Unos amigos que acudieron a su casa a consolarle le sugirieron aprovechar la ocasión para hacer un Cursillo de Cristiandad. Allí es donde su vida realmente cambió.
Pide fe, esperanza y caridad ante el sagrario
"Fui sobre todo para poner mi cabeza en orden... y de lo que me di cuenta es de que Cristo está vivo en cada uno de nosotros", explicó a Maria Joao Avillez: "Entonces comprendí que tenía que alimentar mi fe, y que podía alimentar mi fe con la Eucaristía". Empezó a frecuentar aún más la misa y a comulgar con regularidad.
Fernando Santos nació en una familia cristiana donde la vida religiosa no era particularmente intensa, aunque sí seguía los cánones de la católica sociedad lusa. Hizo la Primera Comunión, le enseñaron el catecismo y recibió la Confirmación, pero precisamente por un enfado en la catequesis durante la representación de una obra de teatro empezó a alejarse de la Iglesia: "Creía que había un Dios, y poco más que eso", evocó durante unas Conversaciones sobre Dios moderadas en noviembre pasado por la prestigiosa periodista María Joao Avillez.
Sin embargo, nunca dejó de rezarle a su Ángel de la Guarda, porque sin sus oraciones infantiles no se dormía. Se casó por la Iglesia, bautizó a sus hijos y los formó cristianamente, pero sin sentirse él personalmente cercano a Cristo. Algo que comenzó a cambiar precisamente cuando su hija mayor (hoy juez, fue una de las más jóvenes del país) empezó a prepararse para la Confirmación.
Porque la familia es esencial en su vida y en la vida de todos: "Todo empieza ahí. Si no conseguimos cambiar en el seno de la familia, difícilmente vamos a conseguir cambiar la familia mayor que nos rodea, que es la sociedad".
El paso sacramental de su hija le puso en contacto con un sacerdote, conversó con él, leyó algún libro que le prestó... y se dio cuenta de que no quería asistir al sacramento de la niña desde fuera. Tras muchos años de escasa práctica de la fe, empezó a ir a misa con su mujer, Guilhermina, pero no se sentía a gusto: "Veía a la gente acercarse a comulgar, y yo no iba..." Al cabo de un tiempo se confesó.
Aquel año de 1994 fue malo para él. Después de siete años entrenando al Estoril Praia, que había sido también su último equipo como jugador, fue despedido. Llevaba veinte años vinculado al club y fue un mazazo muy fuerte. Unos amigos que acudieron a su casa a consolarle le sugirieron aprovechar la ocasión para hacer un Cursillo de Cristiandad. Allí es donde su vida realmente cambió.
Pide fe, esperanza y caridad ante el sagrario
"Fui sobre todo para poner mi cabeza en orden... y de lo que me di cuenta es de que Cristo está vivo en cada uno de nosotros", explicó a Maria Joao Avillez: "Entonces comprendí que tenía que alimentar mi fe, y que podía alimentar mi fe con la Eucaristía". Empezó a frecuentar aún más la misa y a comulgar con regularidad.
Así explicó en detalle su fe Fernando Santos en noviembre de 2015.
"Ser católico es una exigencia muy fuerte", añade, "porque consiste en creer que Cristo resucitó y está vivo. No podemos dejar de dar testimonio de eso en cualquier profesión que tengamos". Por eso, tras las "enormes" figuras de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Fernando Santos celebra que el Papa haya traído algo que considera "muy importante en este momento", como es la cercanía: "Muchos católicos necesitaban alguien que tuviese una vivencia más próxima", y eso es lo que les ha dado Francisco.
Ahora su momento favorito es cuando está ante el Santísimo: "El lugar donde me encuentro más a gusto para hablar con Él es el sagrario, porque Él está ahí", y allí le pide que él y los suyos "aumenten la fe, la esperanza y la caridad".
"Ser católico es una exigencia muy fuerte", añade, "porque consiste en creer que Cristo resucitó y está vivo. No podemos dejar de dar testimonio de eso en cualquier profesión que tengamos". Por eso, tras las "enormes" figuras de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Fernando Santos celebra que el Papa haya traído algo que considera "muy importante en este momento", como es la cercanía: "Muchos católicos necesitaban alguien que tuviese una vivencia más próxima", y eso es lo que les ha dado Francisco.
Ahora su momento favorito es cuando está ante el Santísimo: "El lugar donde me encuentro más a gusto para hablar con Él es el sagrario, porque Él está ahí", y allí le pide que él y los suyos "aumenten la fe, la esperanza y la caridad".
in
Sem comentários:
Enviar um comentário