En el mensaje por la XXVI Jornada Mundial del Enfermo, Francisco
renueva su cercanía a todos los que viven en la experiencia del
sufrimiento y a sus familias
Enfermeros llevando a los enfermos. (Foto web Fiamc) |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El
papa Francisco anima a todos los enfermos, a las personas que sufren, a
los médicos, enfermeras, familiares y a los voluntarios a que vean en
María, Salud de los enfermos,
“a aquella que es para todos los seres humanos garante de la ternura
del amor de Dios y modelo de abandono a su voluntad” y a que “siempre
encuentren en la fe, alimentada por la Palabra y los Sacramentos, la
fuerza para amar a Dios y a los hermanos en la experiencia también de la
enfermedad”.
Lo hace en el mensaje por la XXVI
Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el 11 de febrero de 2017 y
que lleva por título “El asombro ante las obras que Dios realiza: «El Poderoso ha hecho obras grandes por mí…» (Lc 1, 49).
Además, el Santo Padre indica en el
mensaje que “cada paciente es y será siempre un ser humano”, y “debe ser
tratado en consecuencia”. Los enfermos, como las personas que tienen
una discapacidad incluso muy grave, “tienen una dignidad inalienable y
una misión en la vida” y “nunca se convierten en simples objetos, aunque
a veces puedan parecer meramente pasivos, pero en realidad nunca es
así”.
Esta Jornada, instituida por san Juan
Pablo II, en 1992, y celebrada por primera vez precisamente en Lourdes
el 11 de febrero de 1993, constituye una ocasión “para prestar especial
atención a la situación de los enfermos y de todos los que sufren en
general” y al mismo tiempo, “es una llamada dirigida a los que se
entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los agentes
sanitarios y voluntarios, para que den gracias por la vocación que el
Señor les ha dado de acompañar a los hermanos enfermos”.
Además –precisa el Papa– esta
celebración renueva en la Iglesia la fuerza espiritual para realizar de
la mejor manera posible esa parte esencial de su misión que incluye el
servicio a los últimos, a los enfermos, a los que sufren, a los
excluidos y marginados.
También aprovecha el mensaje para
expresar su cercanía a todos los que viven en la experiencia del
sufrimiento, y a sus familias. Del mismo modo agradece a todos los que,
según sus distintas ocupaciones y en todos los centros de salud
repartidos por todo el mundo, “trabajan con competencia, responsabilidad
y dedicación para vuestro alivio, vuestra salud y vuestro bienestar
diario”.
Por otro lado, recuerda que como
santa Bernadette estamos bajo la mirada de María. “La humilde muchacha
de Lourdes cuenta que la Virgen, a la que llamaba «la hermosa Señora»,
la miraba como se mira a una persona”, indica. Estas sencillas palabras
“describen la plenitud de una relación”, ha reconocido Francisco.
Bernadette, recuerda, después de
haber estado en la Gruta y gracias a la oración, “transforma su
fragilidad en apoyo para los demás”, gracias al amor se hace capaz de
enriquecer a su prójimo y, sobre todo, de ofrecer su vida por la
salvación de la humanidad.
En esta misma línea, el Papa invita a
pedir a la Inmaculada Concepción “la gracia de saber siempre ver al
enfermo como a una persona” que, ciertamente, necesita ayuda, a veces
incluso para las cosas más básicas, “pero que también lleva consigo un
don que compartir con los demás”.
Los frutos maravillosos de esta
solicitud de la Iglesia hacia el mundo del sufrimiento y la enfermedad
“son motivo de agradecimiento al Señor Jesús, que se hizo solidario con
nosotros, en obediencia a la voluntad del Padre y hasta la muerte en la
cruz, para que la humanidad fuera redimida”, insiste Francisco. Asimismo
recuerda que la solidaridad de Cristo, Hijo de Dios nacido de María, es
la expresión de la omnipotencia misericordiosa de Dios que se
manifiesta en nuestras vidas ―especialmente cuando es frágil, herida,
humillada, marginada, sufriente―, infundiendo en ella la fuerza de la
esperanza que nos ayuda a levantarnos y nos sostiene.
Tanta riqueza de humanidad y de fe no
debe perderse, sino que “nos ha de ayudar a hacer frente a nuestras
debilidades humanas y, al mismo tiempo, a los retos actuales en el
ámbito sanitario y tecnológico”, subraya el Papa.
Finalmente, el Pontífice asegura que
en la Jornada Mundial del Enfermo podemos encontrar “una nueva
motivación” para colaborar en la difusión de “una cultura respetuosa de
la vida, la salud y el medio ambiente”, “un nuevo impulso para luchar en
favor del respeto de la integridad y dignidad de las personas”, incluso
a través de un enfoque correcto de las cuestiones de bioética, la
protección de los más débiles y el cuidado del medio ambiente.
in
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