Robert de Niro contra un ciberataque colosal y misterioso, en 6 capítulos; tiene algo de «Homeland»
Ante la catástrofe, buscan a un respetado anciano expresidente para que proteja el país

Día Cero (Zero Day), de Netflix, es una miniserie de 6 episodios disponible desde febrero, protagonizada por Robert de Niro, quien ya tiene 81 años, interpretando a un expresidente de los Estados Unidos al que piden investigar una terrorífica amenaza, un ciberataque que ha demostrado poder paralizar todo el país y causar miles de muertos.
El guion, o al menos la mayor parte, se escribió antes de noviembre de 2022, obra de Eric Newman, Noah Oppenheim y Michael Schmidt. Hoy nos asombra por varias decisiones. Para empezar, no hay ni una sola alusión LGTB y no hay discurso woke. Sí, la presidenta de Estados Unidos en esta miniserie es negra y se parece a Kamala Harris, pero se puede suponer que era una apuesta razonable, no forzada, porque Kamala ya era vicepresidenta cuando se rodó. La GLAAD (la inquisición gay de Hollywood que pide cuotas de personajes queer) no estará contenta, pero nosotros sí.

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Tampoco hay desnudos ni escenas de cama. Dos personajes mantienen relaciones sexuales sin que lo sepan sus jefes y compañeros, pero apenas vemos a uno de ellos en medio pijama.
En cuanto a la violencia, matan a una persona con una inyección, aparece alguien ahorcado... todo eso está mal, pero la película lo muestra sin recrearse en lo macabro.
Hay una escena en que unos agentes de la ley torturan a un prisionero con una bolsa de plástico que causa asfixia: busca suscitar el debate sobre los límites de la justicia, busca inquietar e indignar, no es una escena moralmente neutra.
Así, en un thriller oscuro, casi noir, de despachos poco iluminados y mucha escena nocturna, nos encontramos que Netflix parece haber renunciado al sexo, la violencia y la matraca LGTB. Insistimos: esta serie es anterior a la victoria electoral de Trump, aunque se estrenara en febrero de 2025.
Sólo la verdad salva y libera
La serie va tejiendo y destejiendo tramas e intrigas, a la vez que nos revela poco a poco algunas debilidades, traumas y secretos oscuros de los personajes, errores del pasado. Los conspiradores quieren usar esos secretos para manipular a los protagonistas. La tensión de los dos últimos capítulos se centra en eso. La resolución es una apuesta por la verdad, por confesar, por admitir los errores del pasado e integrarlos en la vida. ¡También en política y ante la nación!
El último capítulo de Día Cero es una ilustración de la enseñanza de Jesús: "la verdad os hará libres". También tiene elementos que no se ven mucho en las películas modernas, como que la hija adulta independiente y fuerte reconozca sus errores, vuelva a sus padres y sea acogida. Esta apuesta por la verdad es lo que hace más valiosa a la serie.

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Entre Los Tres Cuerpos y Homeland
Hay cosas que recuerdan a El Problema de los Tres Cuerpos, y otras que recuerdan a Homeland.
Como en Los Tres Cuerpos, el enemigo parece tener acceso a varias formas de tecnología superior, absolutamente desproporcionadas: un acceso increíble a todo lo que esté conectado a la red, capacidad de apagar las comunicaciones y la electricidad de todo un país, y de hecho capacidad para afectar mentalmente a las personas. Los primeros capítulos nos generan desconcierto, y el espectador se plantea por los elementos de ciencia ficción de la trama.
Hay que revelar, como han hecho varios críticos, que, simplemente, la trama usa mala ciencia, su premisa de partida (un gran apagón, acceso casi ilimitado a cualquier cosa enchufada) no es creíble. Es especialmente absurdo que la oficina especial creada para responder al ciberataque, pasados varios días desde éste, con todos los recursos de la primera potencial mundial, siga siendo vulnerable.

A un expresidente le dan financiación, recursos y poderes y organiza un gran equipo contra un enemigo con una tecnología increíbleNetflix
Otro punto débil en la trama es la implicación internacional que supondría una vulnerabilidad así. Los rusos deberían ser los primeros en decir "no tenemos nada que ver y estamos asustados como vosotros". Pero los rusos aquí tienen sus propios problemas. Los chinos no existen en esta serie.
Lo de los extraños efectos mentales nos lleva a recordar la teleserie Homeland, donde la agente Carrie Mathison sufre trastorno bipolar y cuando deja sus medicinas ve cosas que no están (y a veces conecta ideas que le ayudan). También el expresidente que interpreta Robert De Niro ve cosas que no existen, oye sonidos, músicas, etc... están relacionados con traumas pasados pero ¿son parte de un ataque enemigo? Hay que tener en cuenta que la directora de Homeland durante muchos años, Lesli Linka Glatter, ha sido también directora de esta serie.
El protagonista que no puede fiarse de sus sentidos y de su mente funcionó bien en Homeland muchos capítulos. Aquí puede servir para reforzar la importancia de la guía moral, de la brújula de lo ético, más allá de lo técnico o mental. Robert De Niro logra transmitir la vulnerabilidad y la determinación de su anciano presidente jubilado.
Otra similitud con Homeland es que también aquí pueden acudir a viejos, fiables y amistosos contactos en el Mossad, el espionaje israelí. Quizá vale la pena recordar que Lesli Linka Glatter es de origen judío.
El elenco de apoyo incluye a Angela Bassett como la presidenta Evelyn Mitchell (la actriz dijo que nunca pensó que interpretaría alguna vez a una presidenta), Lizzy Caplan como Alexandra Mullen, la hija del expresidente, y Jesse Plemons como Roger Carlson, el asesor más cercano de Mullen. Algunos críticos señalan que el guion no les permite desarrollar plenamente sus personajes.
¿Culpables de ser de centro conciliador?
Otros han acusado a la serie de "centrista", es decir, de no optar entre izquierda y derecha o Republicanos y Demócratas, de intentar un centro conciliador. Pero eso puede verse como una virtud en nuestra época de polarización. El expresidente Mullen es respetado por votantes y diputados de ambos partidos. Los "malos" (a veces necios) están repartidos. Los que buscan soluciones sencillas a problemas complejos (tomar todo el control, machacando a quien haga falta) enumeran algunos problemas que serían "de izquierdas" y otros que serían "de derechas".
Al final, lo ético es la verdad.
En este vídeo de 8 minutos (subtitulado), Robert de Niro y el productor hablan de que la verdad es "bipartidista" (es decir, no sólo un partido tiene toda la razón); cuentan cosas del final, hay algún spoiler.
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