Al concluir la semana de reflexión y antes de regresar al Vaticano
El Papa sale de la casa de retiros Divin Maestro (Foto Osservatore © Romano) |
(ZENIT- Ciudad del Vaticano, 10 Mar 2017).- El papa Francisco le
agradeció al sacerdote franciscano Giulio Michelini por los Ejercicios
espirituales que predicó en la casa Divin Maestro de la
localidad de Ariccia, en donde el Santo Padre y unos 70 colaboradores
cercanos de la Curia romana estuvieron en retiro cuaresmal por una
semana.
Lo hizo esta mañana del viernes, una vez concluido el retiro iniciado
el domingo pasado y minutos antes de regresar al Vaticano.“Gracias por
tu normalidad, por el bien que nos has querido hacer y por el bien que
nos has hecho. Ante todo, por mostrarte como eres, natural, sin ‘cara de
santito’. Natural, sin artificios”, dijo.
Y expresó su gratitud “por todo el bagaje de tu vida: los estudios,
las publicaciones, los amigos, tus padres, los jóvenes frailes que debes
custodiar. Todo, todo”.
Porque preparar los ejercicios espirituales, añadió Francisco
“significa responsabilidad, tomar las cosas en serio. Y gracias por todo
esto que nos has dado. Es cierto, hay una montaña de cosas para
meditar, pero san Ignacio dice que cuando uno encuentra en los
Ejercicios una cosa que da consolación o desolación, se debe detener
allí y no seguir adelante. Seguramente, cada uno de nosotros ha
encontrado una o dos entre todo esto.
Y por el resto, aseguró el Papa , “no es desperdicio, permanece y
servirá para otra vez. Y tal vez las cosas más importantes, más fuertes,
a alguno no le dicen nada, y en cambio tal vez una palabrita, una
pequeña cosa dice más” a otro.
Así, conversando siempre con el predicador, el Papa recordó una
anécdota que había citado el franciscano durante los ejercicios acerca
de un “gran predicador español”, al cual, después de “una gran
predicación bien preparada, se le acercó un hombre, que era un gran
pecador público, y en medio de las lágrimas le pidió la absolución y se
confesó. Una catarata de pecados y lágrimas, pecados y lágrimas. El
confesor, estaba sorprendido porque conocía la vida de este hombre y le
preguntó:
-‘Dígame, ¿en qué momento usted sintió que Dios le tocaba el corazón? ¿Con cuál palabra?’
– ‘Cuando usted dijo: Pasemos a otro tema’”.
“A veces, las palabras más sencillas –concluyó el Santo Padre– son
las que nos ayudan, o las más complicadas: a cada uno, el Señor le da la
palabra justa”, y le deseó a fray Michelini “continuar trabajando por
la Iglesia, en la Iglesia, en la exégesis, en tantas cosas que la
Iglesia le confía”. Y sobre todo “te deseo que seas un buen fraile”.
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