Este joven denuncia la manipulación del concepto de «libertad» de estos grupos
La postura defendida por Raúl Solís en su artículo le ha generado críticas del sector LGTB |
ReL 31 marzo 2017
La oposición a los vientres de alquiler une en esta causa a distintos sectores de la sociedad muy diversos entre sí. Por
un lado, los católicos se oponen por el intento de convertirse en un
dios creando hijos creados en laboratorios, que son tratados como mera
mercancia. Por otro lado, muchas feministas cuestionan la utilización de
la mujer como una fábrica e incluso bastantes homosexuales, grandes
clientes de estas prácticas, se oponen a los grupos LGTB que piden su
regulación asegurando que éstos no hablan en su nombre.
Es el caso por ejemplo de Raúl Solís, un gai español, que se
opone firmemente a los vientres de alquiler y que cuestiona la actitud
del lobby LGTB. Afirma que estos grupos y homosexuales ricos
han creado una necesidad dónde no la había y que hace seis meses en su
entorno nadie quería ser tener hijos a través de estos métodos. De este
modo, critica la utilización que estas asociaciones hacen de la palabra
"libertad" mientras olvidan la parte más débil de este eslabón, la madre
gestante, y también el hijo. Sus argumentos como homosexual y como
defensor del feminismo en contra de los vientres de alquiler los deja
plasmados en este artículo en Paralelo 36:
Los vientres de alquiler: la cara más brutal del ‘gaypitalismo’
Soy gay. Lo especifico porque, teniendo como tengo infinidad de círculos
sociales en los que participan hombres homosexuales, no sabía que el
tema de los vientres de alquiler o gestación subrogada era tan trending
topic para los gays. Es más, hace sólo seis meses no conocía a nadie que quisiera ser padre por medio de este modo encarnizado. Conocía a famosos ricos, pero no a gays normales con los que yo me relaciono.
Sin embargo, desde hace unos meses, una marabunta de hombres homosexuales, casi siempre organizados a través de entidades LGTB subvencionadas con
dinero público para trabajar por la igualdad de gays, lesbianas,
transexuales y bisexuales y no para defender la compra y venta de
mujeres como método de inseminación artificial, están haciendo una
tournée mediática para convencer a la sociedad de que regular los
vientres de alquiler -ellos lo llaman “gestación subrogada”- es ir a
favor de la tolerancia sexual, de la igualdad. Por tanto, oponerse a los
vientres de alquiler, según este lobby de gays ricos, es ir en contra
del colectivo homosexual y situarse del lado de la jerarquía
eclesiástica.
Llevo meses viendo perplejo cómo hombres gays y representantes de entidades LGTB están intentando hacer ver a la sociedad que los gays en su conjunto creemos que tenemos algún derecho a ser padres comprando el órgano reproductor de una mujer pobre. Mi perplejidad transmuta en indignación cuando pienso en la maldad que encierra que haya entidades gays que defiendan esta macabra manera de ser padres.
Históricamente, han sido las mujeres quienes primero dieron refugio a los homosexuales cuando el destino turístico de los gays eran las cárceles incruentas, cuando vivir en libertad significaba ser expulsado de casa con una paliza de dote y el mundo del espectáculo y la prostitución eran las únicas salidas laborales si querías zigzaguear la marginalidad.
Llevo meses viendo perplejo cómo hombres gays y representantes de entidades LGTB están intentando hacer ver a la sociedad que los gays en su conjunto creemos que tenemos algún derecho a ser padres comprando el órgano reproductor de una mujer pobre. Mi perplejidad transmuta en indignación cuando pienso en la maldad que encierra que haya entidades gays que defiendan esta macabra manera de ser padres.
Históricamente, han sido las mujeres quienes primero dieron refugio a los homosexuales cuando el destino turístico de los gays eran las cárceles incruentas, cuando vivir en libertad significaba ser expulsado de casa con una paliza de dote y el mundo del espectáculo y la prostitución eran las únicas salidas laborales si querías zigzaguear la marginalidad.
Fueron las mujeres las primeras aliadas de los homosexuales.
Fue el feminismo quien nos acompañó a las primeras manifestaciones en
los 80 y 90 por la igualdad de derechos y el matrimonio igualitario.
Fueron ellas quienes protegían a sus hijos homosexuales para evitarles
una paliza. Fueron las mujeres quienes defendieron en el Congreso
nuestro derecho a casarnos, a ser ciudadanos de primera, y quienes más
presión hicieron dentro de los partidos progresistas para que finalmente
España tuviera una ley de matrimonio y adopción de las más avanzadas
del mundo.
A pesar de todo esto, muchas entidades LGTB han olvidado demasiado
rápido y, en cuanto han tenido la primera oportunidad, se han situado
contra las mujeres y el movimiento feminista, porque su deseo a ser
padres está por encima del derecho de las mujeres sobre su cuerpo. Alega
este ‘absurdismogay’ militante que el hecho de que una mujer
acepte preñarse para que un hombre rico sea padre es un acto de
libertad, prostituyendo el significado de una palabra tan solemne y
hermosa como libertad.
De tanto creer que la libertad consiste en decidir si queremos una
camisa de Zara roja o verde, muchos activistas gays han olvidado que la
libertad no es un hecho individual sino un compromiso colectivo con el
bienestar y la dignidad de nuestra sociedad. Es decir, que haya gente
que acepte un trabajo de 10 horas al día por debajo del salario mínimo
es un acto de necesidad, pero en ningún caso de libertad. No es libertad
porque aceptando cobrar por debajo del salario mínimo está legitimando
que los empresarios rebajen los salarios a otro trabajadores que ganan
sueldos más altos. Si la libertad se usa para asesinar,
empobrecer, violar derechos humanos o convertir a las personas en
objetos, es salvajismo y no un derecho.
El capitalismo salvaje nos trata de convencer de que las mujeres son vendibles y comprables,
despojándolas de su valor comos seres humanos y lanzando un mensaje de
que, como son cosas, cualquier violencia sobre ellas es comprensible,
legítima, socialmente aceptable y legislativamente regulable. Y las
asociaciones gays, en lugar de defender a quienes fueron sus primeras
aliadas, las mujeres, se ponen del lado del sistema capitalista que sólo
acepta la diversidad y los derechos mediante tarjeta de crédito. Para
echarse a llorar.
Elton John es uno de los que más ha popularizado y promocionado los vientres de alquiler |
En España ya se puede tener un hijo por gestación subrogada voluntariamente sin necesidad de modificar la ley. Una mujer se puede quedar embarazada y dar a su hijo en adopción.
La ley se quiere modificar para introducir los contratos mercantiles en
esta práctica y convertir a las mujeres en vasijas. ¡Qué no te engañen!
Quien quiera vender la explotación y compra y venta de mujeres que lo
haga en su nombre pero, por favor, no en el nombre de los gays, que
somos millones, diversos y no todos hemos abrazado el gaypitalismo, la
desmemoria y el salvajismo. Yo no sería capaz de explicarle a mi
hijo que lo obtuve aprovechándome de la necesidad de su madre,
comprando su útero, poniendo su cuerpo a prueba con un embarazo de nueve
meses y firmando una cláusula en un contrato mercantil por la
que, si el producto no me hubiera convencido, tenía el derecho a
devolverlo como se devuelven los productos que no nos convencen al
llegar a casa. Yo no podría mirar a mi hijo a la cara para explicarle
que lo compré como si fuera un producto de Zara.
Sirva esta columna para gritar bien fuerte que, como hombre gay, me
niego a que se esté usando mi orientación sexual para defender que los
homosexuales tenemos derecho a alquilar mujeres para satisfacer nuestros
deseos de ser padres. No quiero que ser gay signifique indolencia, insolidaridad, desmemoria, misoginia e insensibilidad con las mujeres,
especialmente con las más pobres entre las pobres, que serán las que
venderán sus úteros para que los gays ricos puedan luego vender la
exclusiva de la infamia en las revistas del corazón. ¡No en mi nombre!
in
Sem comentários:
Enviar um comentário