El Santo Padre recuerda que el Acuerdo de París ha trazado un
camino claro en el que toda la comunidad internacional está llamada a
participar
Contaminación - © Pixabay |
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El
estilo de vida basado en la cultura del descarte es insostenible y no
debe tener cabida en nuestros modelos de desarrollo y educación. Así lo
indica el papa Francisco en el mensaje enviado al ministro de Exteriores
y de Cooperación de Marruecos, que preside la XII reunión de la
Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático (COP22). El encuentro se está celebrando en
Marrakech del 7 al 18 de noviembre. Además, el Santo Padre recuerda que
estamos ante un desafío educativo y cultural el cual, para que sea
realmente eficaz en el logro de sus fuertes objetivos, no puede dejar de
responder también al proceso de aplicación del Acuerdo de París.
De este modo, el Santo Padre recuerda
que este Acuerdo ha trazado un camino claro en el que toda la comunidad
internacional está llamada a participar y exhorta a promover una
cultura del cuidado del ambiente. Además reitera que la lucha contra el
cambio climático y contra la pobreza están estrechamente relacionadas.
Al inicio de su mensaje, el Pontífice
asegura que la situación actual de deterioro del medio ambiente “nos
interpela a todos” y “nos lleva a reunirnos aquí con un sentido renovado
de conciencia y responsabilidad”.
Tal y como recuerda, Marruecos
alberga la COP22 pocos días después de la entrada en vigor del Acuerdo
de París, adoptado hace menos de un año. Su adopción –precisa–
representa una clara toma de conciencia de que, ante temáticas tan
complejas como el cambio climático, la acción individual y/o nacional no
es suficiente, sino que es necesario “dar colectivamente una respuesta
responsable que apunte a colaborar para construir nuestra casa común”.
El Acuerdo de París, reconoce
Francisco, ha trazado un camino claro en el que toda la comunidad
internacional está llamada a participar. La COP22 representa “una etapa
fundamental de este recorrido”. Asimismo, precisa que “afecta a toda la
humanidad, especialmente a los más pobres y a las generaciones futuras”,
que representan el componente “más vulnerable” de la preocupante
repercusión de los cambios climáticos. Al mismo tiempo que “nos recuerda
la grave responsabilidad ética y moral” de actuar sin demora, de la
forma “más libre posible de presiones y económicas”, superando “los
intereses y comportamientos particularistas”.
El Santo Padre aprovecha su mensaje
para enviar su aliento para que los trabajos de estos días “estén
animados por el mismo espíritu de colaboración y propuestas manifestado
durante la COP21”. En esta misma línea observa que se abordan cuestiones
complejas que no se pueden “delegar únicamente al diálogo técnico”,
sino que “hacen necesario un apoyo y un empuje político constante basado
en la conciencia de que somos una sola familia humana”. Al respecto, el
Pontífice subraya que “no hay fronteras ni barreras políticas o
sociales que nos permitan aislarnos”, y por eso mismo tampoco hay
espacio para “la globalización de la indiferencia”.
Una de las principales aportaciones
de este Acuerdo –afirma Francisco– es estimular la promoción de
estrategias de desarrollo nacionales e internacionales basadas en una
cualidad ambiental que podríamos llamar solidaria. Efectivamente,
añade, “fomenta la solidaridad con las poblaciones más vulnerables” e
“insiste en los fuertes vínculos entre la lucha contra el cambio
climático y la lucha contra la pobreza”.
Por otro lado, el Santo Padre explica
también que no se puede limitar todo a la mera dimensión económica y
tecnológica. Es decir, las soluciones técnicas son necesarias pero no
suficientes; “es esencial y se deben tener muy en cuenta los aspectos
éticos y sociales del nuevo paradigma de desarrollo y de progreso”.
Finalmente, el Pontífice desea que la
COP 22 se guíe “por esa conciencia de nuestra responsabilidad” que debe
empujar a todos a “promover seriamente una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad”, cuidado de la creación, pero también del prójimo, cercano o lejano, en el espacio y el tiempo.
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