La pujanza e influencia de los partidos musulmanes augura una creciente islamización
La elección el 14 de febrero de Prabowo Subianto como nuevo presidente al frente de Indonesia demuestra que el país no escapa a sus viejos demonios, los dictadores militares. Entretanto, el Papa Francisco anuncia su visita al país en septiembre y los cristianos están amenazados por el islam político, que gana terreno.
Lo cuenta Sylvain Dorient, periodista de Ayuda a la Iglesia Necesitada, en el número 369 (mayo 2024) de La Nef:
Indonesia: los cristianos, en peligro
En los vídeos oficiales publicados en Tiktok, Prabowo, sonriente, hace de abuelo amistoso. Tranquilo y simpático, ha guardado en el armario el uniforme de general que llevaba antes de la campaña presidencial de 2024. Las elecciones que le han llevado al poder se desarrollaron en buenas condiciones, sin excesos. La participación fue del 82% y el resultado fue claro, con el 58% del electorado votando a favor del ganador.
Sin embargo, una parte de la juventud urbana indonesia denuncia la llegada al poder de un hombre que tiene predilección por el nepotismo descarado. Elegido gracias al apoyo del expresidente Jokowi, ha aceptado al hijo de este como compañero de lista, retrotrayendo al país a las prácticas de poder dinástico del dictador Suharto.
Suharto, que gobernó el archipiélago durante más de treinta años, colocó pródigamente a personas de su entorno en puestos clave y no fue derrocado hasta 1998, tras una serie de manifestaciones que denunciaban su corrupción y cleptomanía.
Prabowo Subianto, yerno de Suharto, ha basado su elección en el apoyo de partidos musulmanes, que condicionarán el deslizamiento del país hacia la sharia.
Prabowo es el yerno del antiguo dictador y desempeñó un papel más que problemático durante su reinado. Era un joven oficial durante la guerra de Timor Oriental. Esta guerra comenzó en 1975 y mató a más de 200.000 personas de una población de 800.000 habitantes. La justicia indonesia nunca ha responsabilizado a Prabowo de este atroz pasado, y la mayoría de sus conciudadanos parecen haberlo olvidado por completo. Tampoco parece preocuparles demasiado volver a los días de la dictadura de Suharto.
Apoderamiento progresivo político del islamismo
Los indonesios están acostumbrados a vivir sobre volcanes. Su archipiélago cubre una parte extensa y activa del Cinturón de Fuego, la gran zona inestable que rodea el océano Pacífico. La actividad de la naturaleza explica probablemente en parte la persistencia del animismo entre esta población. La omnipresencia de una naturaleza capaz de manifestaciones aterradoras induce un respeto por las fuerzas seculares, así como un cierto fatalismo.
La dictadura de Suharto fue aceptada mientras mantuvo a raya la amenaza comunista, pero cuando esta se alejó a partir de 1991, fue perdiendo legitimidad. Pero el dictador también mantuvo al islam político fuera de su país. Prohibió los partidos musulmanes y libró una guerra sin cuartel contra los grupos extremistas que intentaron organizarse en el territorio que administraba.
Con Suharto fuera de juego, los musulmanes se organizaron para influir en la sociedad indonesia. Forman vastas organizaciones, típicas del país, que han adquirido un peso político considerable a lo largo de los años, ya que dan instrucciones de voto. La mayor de ellas, Nahdlatul Ulama (NU), "renacimiento de los ulemas", cuenta con unos ¡40 millones de miembros!
Esta asociación apoya inequívocamente a Jokowi y a su sucesor designado, Prabowo. No es exagerado decir que ambos presidentes le deben sus cargos. Conscientes de la influencia de la NU en favor de los sucesivos presidentes, los adversarios de Jokowi han impulsado la creación de una organización más radical que la NU, llamada NU-Garis Lurus. Caza en el territorio de la NU, jugando la carta de la autenticidad islámica.
El cálculo político no bastó para impedir la victoria del tándem Jokowi-Prabowo, pero NU-Garis Lurus sigue existiendo, critica la supuesta laxitud de NU y recluta adeptos. Como suele ocurrir en la historia reciente, la utilización del islam con fines políticos no está teniendo el efecto deseado. Y bien podría tener consecuencias desastrosas a largo plazo.
Una islamización que hace mella
En realidad, la islamización del archipiélago indonesio parece estar ya muy avanzada. Hay signos evidentes de ello, como el uso generalizado del velo y la presencia de la policía islamista de la moral que persigue a los adúlteros indonesios en Java.
Pero de forma más insidiosa, penetra en el gobierno indonesio e influye en sus leyes. Por ejemplo, la Oficina de Asuntos Religiosos, la KUA, se dispone a ampliar su jurisdicción para cubrir los matrimonios de todos los indonesios. Esta oficina tiene un presupuesto casi equivalente al del Ministerio de Sanidad indonesio. Se ocupa de multitud de asuntos, desde las limosnas islámicas hasta la peregrinación a La Meca y el etiquetado Hallal.
Hasta ahora, registraba los matrimonios y divorcios islámicos, pero un proyecto de ley actualmente en debate prevé que sustituya al registro civil para todos los matrimonios. En la práctica, esto significa que los cristianos tendrán que acudir a un ulema para casarse por lo civil. Esta situación podría dar lugar a todo tipo de presiones por parte de los ulemas, que podrían sabotear una unión mixta o disuadir a uno de los cónyuges de abandonar el islam. El hecho de que los datos personales de los cónyuges que contraen matrimonio ante la KUA sean recogidos y conservados por esta oficina también podría representar un riesgo en el futuro.
Este es solo un ejemplo del giro de la administración indonesia hacia la sharia. Las leyes que rigen la libertad de expresión también llevan la marca de la influencia de un islam cada vez más reivindicativo. Por ejemplo, la ley indonesia contra la blasfemia, heredada del periodo colonial, se reactivó hace una década tras caer en desuso. Varios predicadores religiosos, principalmente cristianos, han sido condenados en virtud de esta ley y están encerrados en las cárceles indonesias.
En la isla de Java, la policía reprime el adulterio como lo haría en un país de la península arábiga. Hasta ahora, recorre las playas, los locales de ocio y los cafés en busca de parejas ilegítimas, o supuestamente ilegítimas. Durante el Ramadán, en marzo y abril de 2024, amplió su jurisdicción a los domicilios particulares, realizando registros domiciliarios.
El destino de las otras religiones
Estas prácticas, desde la ley contra la blasfemia hasta los registros, no corresponden a la tradición del islam indonesio. Hasta ahora, estaba muy aculturado, aceptando en particular que los ritos animistas coexistan con las enseñanzas del Corán.
Para comprender esta evolución del país, predominan dos teorías, sin que se contradigan entre sí.
Por un lado, como en África y en otros lugares, las grandes donaciones procedentes de la península arábiga favorecen la islamización. Los petrodólares pagan mezquitas, escuelas coránicas y la formación de imanes que acuden a Arabia Saudí o Egipto para aprender "el verdadero islam".
En la imagen, una mezquita en Yakarta, capital de Indonesia. Es el país del mundo con mayor número de musulmanes, hasta ahora con tradición de convivencia con los no musulmanes. Algo que está empezando a cambiar. Foto: captura CNA.
Por otra parte, la dictadura indonesia gozó durante mucho tiempo del apoyo de Occidente como baluarte contra el comunismo. Cayó cuando dejó de tener ese papel que desempeñar. Y hoy, la joven democracia indonesia es frágil frente a los movimientos musulmanes organizados que se han convertido en hacedores de reyes.
A pesar de esta tendencia, Indonesia sigue gozando de la reputación de nación multicultural, abierta a una diversidad de religiones. Tiene las dimensiones de un continente. De oeste a este, se extiende tanto como la distancia entre París y Kabul... Y está formada por más de 16.000 islas, hogar de multitud de etnias, dialectos y culturas.
En la isla de Flores, predominantemente católica, el temor a la persecución religiosa parece remoto. En cambio, en el este del archipiélago, los habitantes papúes de Nueva Guinea occidental sufren expropiaciones, la destrucción de sus hogares y la violencia del ejército indonesio.
Los abusos de la administración indonesia se deben sobre todo a la riqueza mineral de la región, pero también influyen factores étnicos y religiosos. Para el soldado indonesio y musulmán, el papú cristiano, que no pertenece ni a su etnia ni a su religión, es más fácil de deshumanizar. Despreciados por el gobierno central, estos papúes cristianos sienten que su causa ha sido completamente olvidada por los principales medios de comunicación. Esperan que la próxima visita del Papa Francisco a Indonesia sea una oportunidad para dar a conocer su difícil situación.
Está previsto que el pontífice visite el archipiélago el 3 de septiembre. El Ministerio indonesio de Asuntos Exteriores ha acogido con satisfacción esta perspectiva, afirmando que "Indonesia es capaz de mantener la tolerancia y la paz entre sus miembros religiosos, incluidos los cientos de confesiones locales. Esperamos que el Papa Francisco pueda ver esta diversidad en Indonesia". Esperemos también que los habitantes más pobres y periféricos del país, los papúes cristianos, puedan participar en el acontecimiento.
Traducción de Verbum Caro.
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