A los chinos católicos les gusta cantar y peregrinar a santuarios
Desde 2007, a raíz de la carta de Benedicto XVI a los católicos chinos, es común en muchos países celebrar el 24 de mayo, o su cercanía, como Jornada de Oración por la Iglesia en China: es la fiesta de María Auxiliadora, pero también de Nuestra Señora de Sheshan, muy venerada en su santuario de Shanghai.
Las comunidades de católicos chinos en España durante unos años aprovecharon esa fecha para organizar encuentros en el santuario de Torreciudad. Después lo han ido convocando en distintas ciudades y santuarios.
El pasado domingo 26 de mayo, más de 500 católicos chinos participaron como peregrinos en el encuentro en la Basílica del Pilar en Zaragoza.
El arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, presidió la Eucaristía, y con él concelebraron más de una docena de sacerdotes chinos, que acompañan a estas comunidades. Un icono de Nuestra Señora de China, en la que la Virgen y el Niño van vestidos como miembros de la realeza, presidió la celebración.
El arzobispo de Zaragoza animó a todos a unirse en oración con los católicos que viven en China, "manifestando siempre la plena comunión con el Sucesor de Pedro", pidiendo la intercesión de María y "comprometidos en el amor, la armonía y la reconciliación". Las comunidades chinas regalaron al arzobispo una imagen de Nuestra Señora de China que es copia de la que veneran en la iglesia zaragozana de San Valero.
Peregrinos de la parroquia valenciana de Nuestra Señora de Sheshan en la misa en el Pilar de Zaragoza.
Los chinos católicos en España: 11 comunidades
Se calcula que hay unos 225.000 chinos en España, la inmensa mayoría inmigrantes del sur de China, de Fujian y Zhejiang. Los católicos son una minoría entre ellos, pero se han organizado ya en 11 comunidades en varias ciudades: en Madrid, en Valencia (donde tienen una parroquia personal), en Sevilla, en Palma de Mallorca, en Gran Canaria, en Zaragoza, en Bilbao...
Según explica a ReL Esteban Aranaz, un sacerdote diocesano de Tarazona que lleva 30 años trabajando con chinos, los capellanes que atienden a los católicos chinos en España son también chinos, excepto en Sevilla, donde cuentan con un cura sevillano.
Muchos de estos curas chinos llegaron a España para realizar estudios y por una razón u otra se quedaron. No sólo sirven a la comunidad china, sino que están integrados en parroquias, a menudo como vicarios, y celebran también misas en español para esas parroquias. Todos ellos hablan español. Suelen ser curas diocesanos, excepto en Santa Rita en Madrid, que son agustinos recoletos, algunos de ellos chinos. También hay religiosas llegadas de China que trabajan con estos inmigrantes.
"Muchos de estos fieles son pequeños empresarios, con sus familias, que ya eran católicos en China. Alguno se ha convertido en España, pero son los menos", explica Aranaz. Aunque puedan tener dialectos distintos, en las comunidades en España usan el mandarín, el que todos conocen.
Procesión con Nuestra Señora de China en el Pilar de Zaragoza.
Las ventajas de una comunidad en el propio idioma
Aranaz señala que una comunidad católica parroquial en el propio idioma ayuda al emigrante a apoyarse en un ámbito de amistad y relación. Estas comunidades ayudan a los católicos también a mantener su fe, porque hay otros grupos (evangélicos, o sectas) que buscan activamente a los inmigrantes chinos. Pero, por lo general, el católico chino tiene una fuerte identidad, como otros que llegan de países donde el catolicismo es minoritario y requiere una firme identificación.
Los chinos valoran la familia y el respeto a los padres, y es común que los hijos, aunque dominen el español, participen de las actividades de fe de la comunidad inmigrante.
Aranaz señala que algunos chinos católicos llegan a España pensando en su historia de grandes santos y les sorprende ver muchas veces una fe apagada y triste.
A los católicos chinos "les gustan las peregrinaciones, visitar santuarios, organizar coros y cantar..." Al contrario que en Corea, en las comunidades chinas no hay tradición de que las mujeres lleven mantilla o se tapen la cabeza en misa.
Una peculiaridad china es que el sacerdote usa el rojo, color de fiesta y alegría, en bodas y otros festejos grandes. Los fieles tienden a mostrarse muy respetuosos y devotos en el culto y los lugares sagrados. Como los migrantes son jóvenes, son pocos los que mueren. Cuando sucede, intentan llevar las cenizas a China, pero cuando no pueden, los entierran en España, detalla Aranaz.
Cuando falta ardor misionero
Aranaz pasó 7 años como misionero en Taiwán y lleva ya 9 años en Shanghái, donde sirve a las comunidades de lengua española y portuguesa. Su experiencia es que en Taiwán, pese a que hay libertad religiosa, colegios católicos, comunidades y parroquias, falta ardor apostólico, y el consumismo e individualismo dificultan la evangelización. En cambio, en la China comunista, son muchas las personas que se hacen preguntas espirituales y están abiertas a recibir el Evangelio y el bautismo.
Aranaz también trabajó unos años en España con los migrantes chinos. "El primer encuentro de pastoral china lo promovimos en Tarazona ya en 2009", recuerda. Desde entonces, estos encuentros se han ido consolidando. La cita en el Pilar de fieles llegados de toda España lo mostró en la fiesta de María Auxiliadora.
Imagen de Nuestra Señora de China en el Pilar de Zaragoza: