El testimonio de Benjamín Budde, que pasó 10 años de rock y adicción sin Dios
Benjamin Budde hoy usa la música para evangelizar y para ayudar a otros a vencer sus adicciones, pero durante años estuvo atrapado en la combinación de drogas y rock & roll.
Una mujer que le habló de Dios con esperanza, y unos versículos en la vieja Biblia de su madre, que parecían golpearle en la mente y el corazón, fue lo que cambió su vida y le sacó de lo más hondo.
El pequeño de 8 hermanos, quería ser "especial"
"Crecí en un pueblo pequeño de campo, en Ohio, el menor de 8 hermanos. Nuestra casa era un hogar cristiano y de niño oí el mensaje de salvación muchas veces", explica en su testimonio publicado en Christianity Today.
"Lo que yo más quería era ser especial, según mis propias reglas", recuerda. La música le hacía sentirse mejor, y apostó por ella.
Empezó tocando el bajo en la iglesia. Pero no lo hacía como un servicio a Dios o los demás. "Mi deseo de impresionar a los demás era un apetito imposible de satisfacer", señala.
Antes de cumplir los 18 años ya acudía a tocar a bares donde la gente "fumaba algo más que cigarrillos" y enseguida lo incorporó como un estilo de vida.
Imitando a los rockeros famosos que se drogaban
Leyó libros y vio películas sobre la historia del rock, vio que varios de los músicos que admiraba habían tomado drogas con asiduidad. "Me imaginé que beber y drogarme me ayudarían a ser un compositor más creativo". Y así enlazó en su vida rock, drogas y alcohol.
Poco después de cumplir 18 años se metió en líos con la ley por sus borracheras. Le expulsaron de la banda musical de la iglesia y pasó a tocar más y más en bares, donde además bebía cada vez más exageradamente. "A cierto nivel, me asustaba fracasar y sentía que no encajaba", dice.
Cuando él tenía 20 años, su madre murió de cáncer de pecho. Él pasó toda la noche tras el funeral fumando hachís y bebiendo whisky, maldiciendo a Dios. Declaró que ya no quería creer en Dios. "No sabía como llevar luto por mi madre, excepto escribiendo y tocando música".
Los siguientes 10 años fueron de descontrol. Bebía whisky "como agua", fumaba cualquier cosa que le "colocara" y tomaba píldoras. Estaba perdiendo a sus amigos y hasta su forma de ganarse la vida, porque con frecuencia caía del escenario durante su interpretación, aturdido por las drogas.
Miró a los grandes músicos: la música no bastaba
En cierto momento, él y la banda en la que estaba llegaron bastante alto, en el sentido de tocar con figuras legendarias, como Arthur Williams, que tocaba blues con la armónica con leyendas como BB King, o el legendario Chuck Berry, que muchos consideraban uno de los padres del rock and roll.
Conocer a esos grandes músicos, tocar con ellos, le impresionó y emocionó. Pero, "cuando miré a sus ojos, de alguna forma me di cuenta de que la música nunca llenaría mi vacío".
Sus adicciones se agravaron, ahora con la morfina, el oxycontín (protagonista de la teleserie Dopesick) y ya empezaba con la heroína.
Su novia de entonce se hartó y le expulsó de su casa, equipado solo con sus guitarras. Él respondió con dos meses encerrado con drogas y bebida. "Cada noche caía inconsciente y me despertaba en mi propia inmundicia, preguntándome cómo había logrado volver a mi piso", recuerda.
Una amiga le habló de Jesús
Una vez en el fondo de esa espiral, llamó a una amiga de muchos años, Missy. "Ella me habló y me llenó de vida. Me dijo que Jesús tenía un plan para mí, un propósito para mi vida, pero que necesitaba dejar las drogas y la bebida".
Benjamin quedó pensando si Jesús podía aportarle algo, ese "llenarse" que las drogas ya no le aportaban.
Esa noche volvió a ir de fiesta y volvió a despertar tras la borrachera, lleno de tristeza y remordimiento. Pero esta vez tenía un nuevo convencimiento, algo distinto en mente.
"Empecé a pedir a Jesús que me perdonara por todas las cosas pecaminosas que había dicho, por todo lo que había hecho para alejar a mi familia, amigos, a los que me rodeaban. Lo asombroso es que sentía que ese perdón me cambiaba de dentro afuera".
El poder de la Palabra viva
Tenía pocas cosas de su vida anterior en el piso, pero una era la vieja Biblia de su madre, llena de notas a mano que ella apuntaba.
La vieja Biblia de la madre de Benjamin, con sus notas, abierta por Proverbios.
Empezó a leer por el Libro de Proverbios, "porque era lo que mi padre nos leía mientras crecíamos".
Y el Libro de Proverbios estaba vivo, punzante. "No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Entra suavemente; pero después muerde como serpiente, como áspid da dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas y tu corazón hablará perversidades", leía en 23,29. "Eso era para mí, sin duda", piensa hoy. También leyó: "El bebedor y el comilón se empobrecerán y el mucho dormir los hará vestir de harapos" (23,21). Todo eso ya lo tenía más que comprobado.
Pero el versículo que le hizo pensar que tenía que cambiar de dirección fue Proverbios 4,19: "La senda de los malvados está en completa oscuridad, los que la siguen ni siquiera saben con qué tropiezan".
Reflexionó sobre eso. ¿Con qué tropezaba una y otra vez? "Me di cuenta de que iba tropezando por la vida porque siempre intentaba encajar, ser algo que no era". Bebía y se drogaba esperando que le ayudara a ganar aprobación de la multitud, pero en realidad se movía en una senda cada vez más oscura, basada en su egoísmo, alejando a los que de verdad le querían.
Sobriedad, de golpe
Ahí empezó el cambio de Benjamin, que de golpe dejó el alcohol y la droga. Aún tocó con una banda en bares durante un año, y sentía la tentación, pero "por la Gracia de Dios evité recaer en la adicción".
Dios le dio un deseo intenso y continuado de rezar y de conocer más la Biblia.
Se casó con Missy y su vida se ordenó. Llevan ya 11 años casados, viven en St Mary's, Ohio, y él se ha mantenido siempre lejos de droga y alcohol.
A veces participan en un concierto evangelizador llamado Night of Hope (Noche de Esperanza) para ayudar a personas con problemas de adicciones y han podido ver cómo Dios ayuda a aquellos que pasan de la desesperación a una relación viva con Jesucristo.
En parte fruto de su experiencia, Benjamin Budde escribió su libro 'War a Good Warfare: Fighting the Battles Inside" (Combate la buena guerra: luchar la batalla interior).
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