El deportista valenciano habla de Dios, de la cruz, la castidad y de las gracias que recibe
Bernabé Zapata (1997) es uno de los mejores tenistas españoles en el circuito tenístico a nivel mundial. En este 2023 ha llegado a alcanzar el puesto 37 del ranking mundial y ha representado a España en la Copa Davis. Pese a su potencial y la repercusión que ya tiene no tiene problema en hablar tanto a sus compañeros como a cualquiera que le pregunte acerca de su fe, un elemento central e insustituible en su vida.
Este joven valenciano pertenece al Camino Neocatecumenal y tiene presente -como así lo confiesa- a Dios en todas las decisiones que toma en su día a día. Así se lo ha explicado en una interesante entrevista con Javier Lozano en la Revista Misión, en la que no deja ningún tema sin tratar. En ella habla de cómo llegó a la élite, todo el sufrimiento que experimentó y cómo gracias a la oración logró darle un sentido… Pero también habla de castidad en el noviazgo, de su relación con el dinero o de la forma en la que se relaciona con Dios también durante los partidos. Por su interés ofrecemos la entrevista publicada originariamente en la Revista Misión:
¿Es difícil ser católico en el mundo del tenis?
Para mí no es incómodo declararme católico. Los tenistas son respetuosos. Los hay que se santiguan o rezan porque creen en Dios. En mi caso siempre declaro abiertamente la manera que tengo de vivir la fe, que es en el Camino Neocatecumenal, y no me avergüenzo de estar en la Iglesia. Nunca me he sentido juzgado.
Sus orígenes son humildes, ¿cómo ha sido el camino a la élite?
Ha sido largo, pero miro para atrás y veo un milagro. Nací en una familia cristiana y empecé en el tenis con cuatro años gracias a mi hermano mayor. Fui mejorando, y mis padres no tenían ninguna pretensión de que fuera deportista, actuaban según iban los acontecimientos. Cuando empecé a destacar tuve la suerte de que el Sporting Club de Tenis [donde se desarrolla la entrevista] me ayudó económicamente porque mis padres no podían pagarme nada, ni la escuela.
¿Cómo fue el salto a la élite?
A los 17 años llegó la etapa más complicada en mi vida en el tenis: un chaval en plena formación intentando ser profesional sin la garantía de que fuera a serlo. Perdía dinero. Mis padres se plantearon pedir un préstamo porque ya estaba cerca de intentar pagarme mi carrera, pero no podía todavía. Ellos nunca le dieron importancia al dinero y lo gestionaron muy bien para que no me afectara, pero les dije que si pedían el préstamo, dejaría de jugar. Gracias a Dios comencé a entrar en torneos ATP y pude costearme los viajes. Ahora veo que mis padres disfrutan mucho de verme jugar, me miran con orgullo y para mí son un espejo donde mirarme.
¿Por qué destaca el sufrimiento como parte indispensable de su vida?
Desde muy joven sufrí porque vivía situaciones muy incómodas como estar lejos de mi familia, competir cuando no tenía ganas, pasar veranos desde muy pequeño fuera de mi entorno… Y la única manera de seguir adelante era enfrentándome a cada situación. Estando en Bélgica con 14 años yo no podía decir a mi padre que viniera a buscarme si no quería jugar. Cuando empecé a viajar, siendo todavía muy jovencito, me costaba mucho dormir solo. Tenía miedo en los hoteles. Dormía con la luz encendida y no descansaba bien. Ojalá no hubiera tenido que vivirlo, pero tuve que pasar por ese sufrimiento.
¿Cómo lo sobrellevó?
La soledad ha sido mi cruz, el mayor sufrimiento que he tenido en mi vida, sobre todo de los 13 a los 21 años. Fue un sufrimiento tan grande que por mis fuerzas no podía encontrar una solución y es ahí donde el Señor fue actuando. Empecé a rezar. Empecé a experimentar que cuando iba a un torneo ya no estaba solo. Empezaba a ganar y no lo celebraba solo, decía: “El Señor está conmigo”. Llegaba a la habitación del hotel y tampoco me sentía solo. Él iba actuando a través de esa soledad.
¿Y le curó esta herida?
Imagínate qué cambio se dio en mi vida que Dios transformó esta soledad en algo glorioso, tanto que me acostumbré a viajar solo y hoy en día cuando me toca viajar así lo hago feliz.
¿Le ha servido de algo?
Doy gracias a Dios por ese sufrimiento. Y el que me sigue poniendo, porque gracias a él soy más paciente, más tranquilo, y me amoldo fácilmente a las situaciones. Pienso que el sufrimiento es bueno y necesario porque te hace crecer, aunque es cierto que te puede hacer daño. De ahí que sea importante darle un sentido. Pero en mi caso no lo he visto como algo malo, me ha forjado como persona.
Habla mucho de Dios. ¿Qué es la fe para usted?
Mis padres me la transmitieron desde pequeñito. Ya siendo adolescente entré a vivir la fe en una comunidad del Camino Neocatecumenal. Y esta es una de las cosas por las que más gracias doy a Dios: por saber que tengo hermanos que en momentos de sufrimiento rezan por mí, que están intercediendo, que me acompañan. Pero hay muchas otras formas maravillosas de vivir la fe en la Iglesia. La fe es hoy mi principal motor e intento tomar todas las decisiones en función de si es lo que quiere Dios para mi vida. Le pregunto: “Señor, ¿qué es lo que tengo que hacer ahora?”. Él me va mostrando señales y qué debo hacer.
¿Es fácil esto?
Es complicado, claro. Desde que me levanto el demonio está ahí intentando machacarme; quiere que caiga en mis debilidades. Por eso es importante que ponga a Dios lo primero. Sin Dios todo esto sería imposible. Porque el demonio intenta decirme que he perdido el tiempo, que he sufrido mucho, etc.
Miriam es desde hace dos años su mujer, y pese a la soledad de la que ha hablado ella nunca lo acompañó en sus viajes siendo novios…
Tanto en mi casa como en la suya nos transmitieron que compartir la vida y el lecho conyugal se da con el matrimonio. Y esto implicaba, por supuesto, no viajar juntos durante el noviazgo.
¿Os ayudó un noviazgo así?
Tuve un noviazgo muy feliz. Éramos muy amigos antes de ser novios y pude descubrir a mi mujer tal como era. También fue complicado, porque no estaba para sus cumpleaños y hasta me perdí su graduación. Pero teníamos una cosa clara: queríamos formar una familia, tener hijos y poner a Dios en primer lugar. El noviazgo es el tiempo en el que Señor te confirma si esa es la persona o no para ti. Y a mí todo esto me fortaleció.
¿Qué recomienda a los jóvenes?
Les invitaría a vivir el noviazgo en castidad, pues el matrimonio es un sacramento y hay que entender su importancia. Tienen que conocer muy bien al otro, saber si vas a ser capaz de aceptar las cosas que te molestan e incluso de amarlas para poder convivir con esa persona. Al final la vida en el matrimonio es superar el egoísmo de vivir como tú quieres.
¿Miriam viaja con usted ahora?
Hace un tiempo pidió una excedencia y viaja casi todas las semanas conmigo. Ha sido un regalo del Señor.
¿Tienen hijos?
De momento no, pero estamos abiertos a la vida.
Tiene 27 años y le pagan bien por su trabajo. ¿Es fácil tener una relación sana con el dinero?
Es muy difícil. Ganas un dinero que no es acorde a tu edad, pero es una relación que hay que trabajarla a diario. Dios quiere que podamos ganar dinero, pero es cierto que cuanto más se gana, más responsabilidad tenemos. El dinero no es malo, pero hay que tener cuidado de no endiosarlo.
¿Lo ha conseguido?
Cuando empezaba a ganar el dinero, vi que el Señor me llamaba a ahorrar para comprarme un piso para luego formar una familia. Fue lo que hice desde el minuto uno. Cuando paseaba con mi novia mirábamos un piso y pensábamos en nuestra futura familia. Y ahora vivo con mi mujer ahí.
¿Tiene algún lema que le ayude en su día a día?
Sí, es una cita en latín: Semper humilis et fortis cum Domino (“Siempre humilde y fuerte con el Señor”). Me la dijo mi padre hace cuatro años cuando gané un partido importante en un momento en el que empezaba a subir. La guardo en el corazón desde entonces para mantener los pies en la tierra. La humildad debe ser la base de cualquier persona, y necesito ser fuerte con el Señor porque sólo con mis propias fuerzas no me levantaría a entrenar. En estos 10 años en ocasiones ha sido complicado encontrar la motivación. Pero la necesito para no venirme abajo, al igual que necesito la humildad para hacerme pequeño y aceptar cuando las cosas no van bien.
¿Y algún pasaje de la Escritura?
Mateo 16, 24: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. La puse incluso el día de mi boda. Es una cita que me reveló el Señor en un momento concreto de mi vida. Me ayuda a renunciar a todos estos ídolos que van surgiendo y que me alejan de Dios. Hubo un tiempo en el que la llevaba grabada en la raqueta. Esta cita me la dio mi Padre del Cielo, al igual que la anterior me la dio mi padre en la tierra. Ambas me acompañan a diario.
Hay deportistas que tienen manías y rituales al empezar los partidos. ¿Cómo se concentra usted?
Cuando me levanto rezo la oración de Laudes. Eso es lo primero antes de un partido. Luego tengo unas rutinas muy definidas, tanto de horarios como de alimentación o calentamiento, dependiendo de si juego por la mañana o por la tarde.
Afirma que “el tenis es un deporte de perdedores”. ¿Se puede extraer algo bueno de esto?
Es un deporte de perdedores, excepto para Djokovic o Rafa Nadal (ríe). Cuando empiezas un torneo las posibilidades de perder son muy altas. El objetivo no es ganar, sino cada día ser mejor jugador. Esto es aplicable a la vida misma. Cuando se comete un error hay que corregirlo para futuras ocasiones y seguir adelante. Cada derrota es un aprendizaje para mejorar como persona y profesional.
¿Cuántas semanas pasa fuera de casa al año?
Compito más de 10 meses. Pero siempre tenemos que viajar con 3 o 4 días de antelación a los torneos, sobre todo si son fuera de Europa. Te diría que paso fuera de casa unas 32 semanas.
En una vida entre hoteles, ¿qué significa la palabra “hogar”?
Quizás por viajar tanto estoy tan enamorado de Valencia. Para mí la palabra hogar significa felicidad. Es donde descanso de verdad de todo lo que supone el mundo del tenis.
¿A cuántos países viaja cada año?
A cerca de 20 países. Creo que en mi carrera ya he visitado el 30 % de los países del mundo. En 2023 he estado en todos los continentes.
¿Se siente bendecido en su vida?
No quitaría nada de lo que me ha pasado en mi vida. Me siento bendecido y agradecido por todo lo que Dios me ha dado, y por los acontecimientos que me envía, porque soy consciente de que si el Señor me los pone es porque quiere sacar algo bueno de ellos.
La amistad en el tenis
Bernabé Zapata declara que no es del todo fácil tener amistades entre los tenistas porque “al final te estás jugando el pan contra ellos”. Sin embargo, se siente muy afortunado por contar con dos muy buenos amigos dentro del circuito: Pedro Martínez y Carlos Taberner, además de otros cuatro jugadores españoles que son también “muy buenos amigos”, tanto así que asistieron a su boda y él a las suyas. Pero, en general, considera que “el tenis es un deporte muy respetuoso entre todos los jugadores”.
Una oración
“Muchas veces rezo el Padrenuestro durante los partidos, especialmente en los descansos y cambios de pista. Y en los momentos que lo estoy pasando muy mal estoy todo el rato diciendo ‘Señor, ayúdame’, no para que me quite esa situación, sino para que me ayude a combatir en ese momento”.