La guerra prosigue en Ucrania mientras el Papa sigue ofreciéndose a ir a visitar a Putin para que cese la invasión rusa. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica.
Mientras tanto, la pequeña comunidad católica de Rusia sigue rezando por la paz y pidiendo por el fin del conflicto. Así lo asegura monseñor Paolo Pezzi, arzobispo católico metropolitano de Moscú.
“Creo que la esperanza de diálogo es más que fundada. Me parece más infundada la desconfianza”, explica en una entrevista con la agencia Fides.
A la desconfianza que suele impregnar el debate actual en Occidente sobre una posible solución negociada del conflicto y un diálogo con el gobierno ruso, Mons. Pezzi responde con una afirmación contraria, hablando de “fundadas esperanzas de diálogo”.
Esto afirma el arzobispo Pezzi: “nuestras esperanzas, pero quizá también las del Papa, se fundan sobre todo en un aspecto, a saber, que el otro nunca es un enemigo: es ‘otro’, ‘otro diferente de nosotros’, diferente y probablemente tiene posiciones existenciales distintas, pero sigue siendo un hijo de Dios, un hombre, un ser creado, con el que siempre vale la pena buscar el diálogo para resolver los problemas”.
La esperanza de un diálogo y la paz
Como todas las comunidades del mundo, los católicos de Rusia esperan desde febrero el fin del conflicto, organizando diversos momentos de oración por la paz, que han tenido su momento más popular en la consagración al Inmaculado Corazón de María el 25 de marzo, gracias también a la transmisión en directo en el canal de YouTube de los medios vaticanos, con comentarios y traducción al ruso de la oración del Papa Francisco.
Sin embargo, el arzobispo de Moscú, subrayando la necesidad de una paz duradera, no vive en una expectativa limitada a la esfera política: “Personalmente, vivo estos días precisamente en la expectativa, pero debo ser honesto: vivimos no tanto en la expectativa de que la situación internacional mejore, como en la esperanza de que se pueda iniciar un diálogo y alcanzar la paz, un acuerdo duradero. Por eso, creo que es inevitable llegar a lo que hemos meditado durante la Semana Santa, es decir, que debemos reconocer la paz que da Cristo. Entonces podremos construir una paz duradera”.
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