Un mártir de los hindúes, otro de los nazis, muchos fundadores y educadores...
Más que actos heroicos, mucho amor cotidiano, dijo el Papa
En su homilía, el Papa Francisco afirmó que “la santidad no está́ hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano”. Animó “a servir al Evangelio y a los hermanos y a ofrecer nuestra propia vida desinteresadamente, sin buscar ninguna gloria mundana”.
“Nuestros compañeros de viaje, hoy canonizados, vivieron la santidad de este modo: se desgastaron por el Evangelio abrazando con entusiasmo su vocación -de sacerdote, de consagrada, de laico-, se desgastaron por el Evangelio, descubrieron una alegría sin igual y se convirtieron en reflejos luminosos del Señor en la historia. Esto es un santo o una santa, un reflejo luminoso del Señor en la historia”, señaló el Pontífice, que sabía que entre el público había muchos consagrados y consagradas de las instituciones caritativas y educativas que fundaron varios de ellos.
El ejemplo de los santos en época de guerras y tensiones
Justo antes del rezo cantado del Regina Caeli, el Papa saludó "especialmente a los que pertenecen a las familias espirituales de los nuevos santos, y a todos los fieles, pueblo fiel de Dios, reunidos aquí desde muchas partes del mundo". Hizo mención a las delegaciones de distintos países en la plaza, "en particular al Presidente de la República Italiana. Es hermoso notar que, con su testimonio evangélico, estos santos han favorecido el crecimiento espiritual y social de sus respectivas naciones y también de toda la familia humana".
En una alusión a la guerra de Ucrania y a otras guerras y choques internacionales, añadió: "Mientras tristemente crecen las distancias en el mundo y aumentan las tensiones y las guerras, los nuevos santos inspiran soluciones de conjunto, caminos de diálogo, especialmente en el corazón y la mente de quienes ocupan cargos de gran responsabilidad y están llamados a ser protagonistas de la paz y no de guerra".
Reliquias de los 10 nuevos santos e incienso en la gran canonización de 2022.
1. Tito Brandsma, carmelita holandés, periodista, mártir de los nazis
Titus Brandsma era holandés, sacerdote carmelita y llegó a ser rector de la Universidad Católica de Nimega en 1932 y 1933. Cuando los nazis ocuparon Holanda, él predicó a favor de la libertad de prensa. Denunciaba a los nazis por sus presiones contra la prensa católica, los colegios religiosos y su persecución contra los judíos. De hecho, era portavoz de los obispos holandeses en estas denuncias.
La excusa concreta para detenerle fue que se negó a expulsar a niños judíos de su escuela y se negó a publicar propaganda nazi en los periódicos católicos, propaganda que era obligatoria. Así fue internado en el campo de concentración de Dachau, por donde pasaron otros 2.700 clérigos: algo más de mil murieron allí.
2. Charles de Foucauld (1858-1916), militar, explorador, ermitaño pobre del desierto
Foucauld fue sacerdote ermitaño en el sur del Sáhara argelino, no consiguió evangelizar a casi nadie en ese desierto, entre los tuareg, pero tras su muerte su espiritualidad de pobreza y desierto fue muy fecunda y en ella se inspiraron a lo largo del siglo XX muchos iniciadores de comunidades católicas, misioneras, monásticas o semimonásticas, convirtiéndose en una de las figuras espirituales más populares del siglo.
3. María de Jesús (Carolina Santocanale) (1852-1923), una noble entre los más pobres
Esta religiosa siciliana nació en una familia noble, pero abandonó su mundo de comodidades por servir a los pobres, inspirada por la Regla franciscana. En una casa heredada de sus abuelos, con unas compañeras, empezó un servicio de visitar pobres y enfermos y acoger huérfanos. A partir de 1910 sus religiosas pudieron vestir hábito capuchino.
La escasez de medios, malentendidos, la Primera Guerra mundial y otras dificultades fueron minando sus fuerzas, pero siempre se apoyó en la Eucaristía. Su congregación es la de las Hermanas Capuchinas de la Inmaculada Concepción de Lourdes, que tiene unas 30 comunidades y unas 150 hermanas trabajando con los necesitados en Italia, Albania, Brasil, Madagascar y México.
4. María Rivier (1768-1838), niña enferma, catequista clandestina, fundadora fértil
Maria Rivier empezó como una niña enferma, con raquitismo. "Si me curas, te traeré muchos niños más", le dijo a la imagen de la Virgen de su pueblo. Y mejoró mucho. A partir de 1789, con la Revolución francesa y sus persecuciones al clero, ella organizó arriesgados encuentros de oración en su casa.
Maria Rivier, pequeña y frágil pero puso en marcha una gran obra al servicio de los niños.
Luego, en 1796, con cuatro compañeras, en la fiesta de la Presentación de María en el Templo, lanzó su congregación para evangelizar y servir a los niños. Así nacía la congregación de la Presentación. Murió en 1838 y cuatro años después sus religiosas llegaban a Canadá. Hoy están en 14 países, con más de 100 escuelas, unas 1.000 religiosas y 47.000 alumnos.
5. Lázaro Devasahayam Pillai (s.XVIII), de militar devoto de Kali a mártir
Un militar francés asesor en el reino hindú de Travancore explicó la fe católica a Nilampulla, un funcionario y militar de la corte, devoto de Kali, hijo de sacerdote de Shiva. Se bautizó con el nombre de Devasahayam, y también el de Lázaro: ambas cosas significan "Dios es mi auxilio". Él habló de la fe a otros nobles, que maniobraron contra él. Le encarcelaron y torturaron durante 3 años y finalmente fue fusilado en 1752, con 40 años.
Una película india cuenta la historia de Devahasayam Pillai, de alta cuna, pero encarcelado por su fe.
6. Madre Francisca Rubatto (1844-1904), italiana, pero primera santa de Uruguay
En 1892, con cuatro de hermanas de su congregación, partió hacia América Latina, abriendo comunidades en Brasil, Argentina y Uruguay. Siete veces atravesó el océano para acompañar a las hermanas en ambos continentes. Abrió 18 casas en los 20 años de su gestión. Murió de cáncer en Montevideo en 1904. Hoy la congregación tiene comunidades en Italia, Brasil, Perú, Argentina (con 8 colegios), Uruguay (4 escuelas) y 5 países del África negra.
Lea aquí la historia del milagro para su canonización.
7. María Domenica Mantovani (1862-1934), fundadora pobre de las Hermanitas de la Sagrada Familia
8. César de Bus (1544-1607), de joven frívolo a sacerdote promotor de la catequesis
Es el más antiguo de los nuevos santos. Sus padres eran emigrantes italianos acomodados en la corte francesa de Carlos III y él creció en un mundo de frivolidades. Fue soldado y poeta, como tantos otros en su época. Pero un día experimentó una visión de la Virgen María que le transformó por completo. Le fueron orientando el sacerdote jesuita Pierre Péquet y su amiga Antoniette, una analfabeta que le pedía que le leyera las vidas de los santos.
César de Bus, de joven noble frívolo a impulsor de la catequesis popular.
Ordenado sacerdote y admirador de San Carlos Borromeo, trató de seguir su modelo promoviendo la enseñanza del catecismo entre las clases populares. Con otros sacerdotes fundó los Padres de la Doctrina Cristiana (Doctrinarios de Aviñón) la orden femenina de las Ursulinas de la Provenza. Su obra influyó en posteriores santos pedagogos como San Juan Bautista de La Salle y San Marcelino Champagnat. Los Padres Doctrinarios hoy tienen comunidades en Francia, Italia, Brasil, India y Burundi y siguen centrados en promover la catequesis popular.
9. Luigi Maria Palazzolo (1827-1886), sacerdote italiano fundador del Instituto de las Hermanas de los Pobres (Instituto Palazzolo)
Sacerdote en Bérgamo (Italia), fundó las Congregaciones de las Clarisas y de los Hermanos de la Sagrada Familia para acoger a niñas huérfanas y pobres. También creó escuelas nocturnas para jóvenes y adultos. La labor educativa y la formación religiosa que ofreció fueron tan eficaces que unos cuarenta jóvenes del Oratorio optaron por hacerse sacerdotes. Sometido a un gran sufrimiento físico y moral, murió a la edad de 58 años.
10. Giustino Maria Russolillo (1891-1955), sacerdote animador de vocaciones
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